Epicuro en Málaga
JUAN ANTONIO GONZÁLEZ IGLESIAS
El Museo de Málaga, en su magnífica sede de la Aduana, reúne las anteriores colecciones del Museo de Bellas Artes y del Arqueológico. El de Bellas Artes fue formado por la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, lo que explica que la sede de la Academia se encuentre en el mismo palacio que el Museo, vivamente conectada con él. A veces no nos hacemos idea de que nuestra existencia (especialmente la cultural) se desenvuelve bajo los nombres de la Grecia antigua: academia, museo, biblioteca… Como en Alejandría o como en Atenas.
La visita al Museo ofrece algunos momentos de inmersión directa en la felicidad antigua. Entre las piezas del Museo se encuentra el mosaico de Venus, con el formato grande que merece la diosa del amor y una cabeza Epicuro, que resume la aspiración de los romanos a una vida dichosa, expresada simbólicamente en los rasgos ideales del filósofo griego. Más que ningún texto, la presencia física del pensador suponía, para quienes lo tuviesen cerca, el recordatorio de los ideales serenos de vida que propugnó en el mundo helenístico y que tan buena acogida tuvo en la cultura romana. La cabeza del filósofo sintetizaba toda su doctrina (no hace falta remitirse a una estatua de cuerpo entero). La belleza de la obra escultórica hacía visible y tangible la belleza de la doctrina filosófica. Su presencia en la Bética y en la Hispana romanas atestigua la difusión de su proyecto de felicidad, cuando en el jardín de alguna villa o en algún lugar público sus rasgos eran reconocidos como los del filósofo que defendió perder los miedos y disfrutar de los buenos momentos. La salvación de la estatua y su exhibición en el Museo, donde puede ser contemplado por todos los visitantes, ponen de actualidad, en el rico juego de la cultura universal, ese mensaje único que nos llega desde el pasado. Junto a la colección de pintura contemporánea, vídeos, instalaciones, esculturas vanguardistas, la presencia en el mismo espacio museístico de la cabeza de Epicuro nos interpela como nos interpelan los clásicos (de pronto, en cualquier lugar, sin fecha de caducidad), como un aviso para la búsqueda de la felicidad en este verano del siglo XXI.
(En nota dejo constancia de que mi visita al Museo en el verano de 2021 estuvo felizmente guiada por los poetas y académicos Francisco Ruiz Noguera, bibliotecario de la Academia, título tan ateniense como alejandrino, y Aurora Luque, autora de La siesta de Epicuro y colaboradora de nuestro proyecto).