Nuestro logotipo: un breve programa simbólico
JUAN ANTONIO GONZÁLEZ IGLESIAS
El logotipo de nuestro proyecto acompaña a los de nuestros mecenas, la Fundación BBVA y la Sociedad Española de Estudios Clásicos (SEEC). Usamos el concepto romano de mecenas, que acabó siendo un nombre común después de haber sido el nombre propio de uno de los principales promotores de la cultura en el mundo clásico.
El logotipo consta de un elemento gráfico, la tipografía, inspirada en las letras capitales romanas. Es la letra característica de las inscripciones de Roma, quee compone únicamente de mayúsculas. Es un diseño elegante, con más de dos milenios de antigüedad, que va indisolublemente unido a la idea de lo clásico. Este estilo de letra ha sido uno de los garantes de la pervivencia de la cultura clásica durante más de dos milenios, al mismo tiempo que representa valores asociados a esta tradición.
El acrónimo del proyecto FELHIS —escrito mejor FEL•HIS— permite reconocer inmediatamente los dos conceptos centrales del proyecto: Felicidad e Historia. Lo más interesante es que cualquier persona de la Roma antigua que por algún motivo llegara a verlo también reconocería en latín la palabra FELICITAS y la palabra HISTORIA. De las dos hablaremos más adelante. Y reconocería la interpunción, ese punto en medio de las palabras que permitía separarlas en las inscripciones, que se puede ver en esta inscripción de Marco Aurelio:
El elemento icónico del logotipo es una cabeza del emperador Adriano. Desde el siglo XVIII se ha extendido el tópico —historiográfico primero y literario después— de considerar la época de los emperadores Antoninos como la más feliz de la historia. A eso aludimos con esta imagen, que trata a la manera de Warhol (more Warholiano, como se diría en latín) cualquiera de las numerosas cabezas de mármol de ese gobernante que han aparecido en distintos puntos del Imperio Romano.
La cabeza de Adriano tiene a su vez dos rasgos simbólicos: el más importante es la sonrisa, el fruto más logrado de la felicidad clásica, y que se repite en la estatuaria idealizada. El otro, implícito, es la propia perduración a lo largo de los siglos y la mutación que con toda naturalidad realizan los mensajes antiguos. El paso a lenguajes artísticos contemporáneos concilia lo antiguo con lo actual, como sucede con los textos que presentamos y estudiamos.
En España tenemos una excelente representación de este tipo de retratos del emperador Adriano en el Museo del Prado.
Sin embargo, no podemos dejar de recomendar que se aprecie también una testa de Adriano aparecida recientemente en las excavaciones de Los Torrejones (Murcia) y que se conserva en el Museo Arqueológico de Yecla. El instante de su descubrimiento, de una gran belleza, puede verse en el reportaje de National Geographic y en la página del propio Museo Arqueológico de Yecla:
Ese reciente retorno de un símbolo antiguo tiene para nosotros todo el simbolismo, porque así a veces son leídos los textos clásicos, como verdaderos re-descubrimientos.
La unión de la imagen y el texto, incluso el tipo de letra, quiere evocar los emblemas renacentistas, en los que imagen y palabra se traducían mutuamente.
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