Ética para ser feliz en los tiempos difíciles. Horacio traducido por Luis Javier Moreno
JUAN ANTONIO GONZÁLEZ IGLESIAS
Horacio
En el centro más puro de la época clásica vivió Horacio, el poeta que formuló los dos principios occidentales de la felicidad: el Carpe diem y el Beatus ille. Describió esos detalles de la felicidad privada en el marco de los ideales públicos promovidos por el nuevo régimen de Augusto. Horacio, epicúreo de corazón, fue amigo de Virgilio y de Mecenas. Consiguió, como el autor de la Eneida, escapar de las coordenadas temporales de su momento para proyectar su concepto de felicidad hacia el futuro, volviéndolos intemporales, válidos también para nosotros. A principios del siglo XXI y del tercer milenio el poeta Luis Javier Moreno, que había conmemorado antes el bimilenario de Horacio, tradujo algunos de los poemas horacianos con un epicureísmo sencillo, puesto al día de manera memorable. He aquí dos muestras, de lo privado y de lo público.
En la primera, la felicidad privada. Merece leerse entera, por breve, la Oda 1,38 famosísima en la tradición, que reúne algunas de las adiciones maravillosas de Luis Javier Moreno.
Luis Javier Moreno
No me entusiasma, mozo, el lujo persa
ni trenzadas coronas con ramas de los tilos…
Deja ya de buscar los sitios raros
en que tardíos rosales aún florecen.
Me basta el mirto, su sencilla gracia
que no requiere ornatos; él se sobra
a sí mismo, y a todos bien nos sienta.
A ti también, mientras me vas llenando,
a la sombra ejemplar de los parrales,
mi copa una vez más… Esto sí es lujo.
En latín:
Persicos odi, puer, adparatus,
displicent nexae philyra coronae,
mitte sectari, rosa quo locorum
sera moretur.
simplici myrto nihil adlabores
sedulus curo: neque te ministrum
dedecet myrtus neque me sub arta
vite bibentem.
Y ahora, el modelo de la felicidad pública, hecha de instantes de los ciudadanos privados. Es la oda 2, 10 el elogio de la aurea mediocritas en la que vivió Horacio y en la han intentado vivir durante dos milenios los seguidores de la línea clásica, también Luis Javier Moreno, que ya vivía en ese epicureísmo equilibrado antes de convertirse en un horaciano. No seremos los únicos que citen estos versos tan sabios en momentos de turbulencia, especialmente en estos que atravesamos. El verso final es un “despliegue” que hace Luis Javier Moreno en el año 2000 de lo que estaba implícito en Horacio. La imagen de la nave remite a la idea horaciana de la nave del Estado. El verbo gobernar (gubernare en latín, de origen griego) provenía del mundo náutico y significacaba “llevar el timón”. Los tiempos difíciles que estamos cruzando merecen una lectura atenta. El latín rebus angustis bien valdría para esta situación de la pandemia. El adjetivo animosus, para la actitud que el poeta antiguo nos propone que mantengamos:
En los momentos bajos muestra un ánimo fuerte
y en los más favorables ten en cuenta
que las velas hinchadas por el viento
conviene replegar en beneficio
del ritmo equilibrado de la nave.
En latín:
rebus angustis animosus atque
fortis adpare: sapienter idem
contrahes vento nimium secundo
turgida vela.
REFERENCIAS
Horacio (1910) «Oda 1.38», Carmina. (Eds. G. Laing, P. Shorey).
Horacio (1910): «Oda 2.10», Carmina. (Eds. G. Laing, P. Shorey).
Horacio (2000): Odas (Antología). (trad. L.J. Moreno) Barcelona: Plaza & Janés.