¿Deber es?
Para muchos, el hacer los deberes ha formado parte de nuestras tardes desde pequeños. No fue una mala compañía, eso sí, rutinaria. Y he de reconocer que en la mayoría de los casos, sobre todo en niveles bajos, no me suponían gran esfuerzo. Sin embargo, creo que los deberes se han convertido en una forma de practicar en casa los conceptos que durante la clase al alumno no le quedan del todo claros, así como una forma de justificar “por escrito” el trabajo de clase. Pienso que esto se debe a la imposibilidad de ajustarse al ritmo de cada alumno en clase, a la cantidad de contenidos con los que hay que cumplir en cada sesión y la forma de trabajar éstos, principalmente primando la clase expositiva en la que el alumno apenas puede experimentar si entiende y sabe aplicar lo mostrado. Por lo tanto, aunque el alumno atienda al máximo en las clases, en general, suele ser necesario para llevar un ritmo de aprendizaje adecuado que éste se enfrente de forma autónoma en casa a los nuevos contenidos. A esto le sumamos que se trata de una tarea evaluable por el profesor, por lo tanto, efectivamente, los deberes hacen honor a su nombre si quieres tener un buen recorrido académico. Además, a medida que vas avanzando de nivel va aumentando la complejidad de los contenidos expuestos y por tanto, de los deberes propuestos, asumiendo a su vez que el alumno tiene mayor capacidad de autonomía.
En mi mundo ideal, las clases estarían dirigidas a grupos más reducidos en los que el profesor podría atender mejor a todos los alumnos y podría plantear actividades en las que hubiera mayor participación de éstos, lo que podría derivar en una disminución de los deberes. Así los alumnos tendrían más tiempo libre, y podrían dedicarlo a otras cosas que les interesaran. Y quizá con un buen profesor esta cosas puedan estar relacionadas con contenidos de clase. De ahí que sea tan importante despertar la motivación y el interés de los alumnos. Y quizá así cambiaría el concepto de deber es, teniendo igualmente la misma finalidad.
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