LIBER AMICORUM En memoria de Antonio López Eire
A Maíta, Juan, Lidia… (y a su nieto, el nieto de Antonio).
“No es, pues, indigno del hombre ni irracional ni inhumano ni por tanto ajeno a la literatura el reír o el hacer reír. Todo lo contrario, reír es humanísimo y, al igual que el furor o el estro poético que proclaman los platónicos del Renacimiento, la risa eleva al hombre por encima de la realidad ramplona, libera la conciencia humana de las cadenas de los establecidos usos seculares, devuelve a su realidad al ser humano que en sociedad se oculta tras la máscara del buen comportamiento político-social”. Antonio López Eire.
Este página (este libro) no pretende ser una obra de ingenio ni de arte, y sí un testimonio y reconocimiento de sus amigos a un amigo excepcional. Es el recuerdo de un hombre comprometido con los amigos, con el saber y con la vida. Ni son todos los que están, aunque no están todos los que son. (Sus compañeros de Departamento le rinden su propio homenaje). Alguno se nos habrá pasado y a alguno no hemos localizado. Pensamos, sin embargo, haber reunido, sin ataduras ni compromisos, un elenco de testimonios nacidos de la más íntima verdad de sus amigos: “Podrán [otros] escribir mejor, pero si de algo estoy segura es de que las palabras que yo pueda esbozar saldrán de lo más profundo de mi corazón”, leemos en uno de ellos.
Los textos aquí presentes, transcritos como nos han sido enviados, reflejan la sincera amistad con que nos honró. Todos ellos nos hablan del amigo fiel, y prácticamente ninguno se ha podido sustraer a la fascinación del maestro, del pensador, del orador brillante… (Pregunten también a sus alumnos).
Amistad y admiración, porque, en Antonio, desde la más festiva anécdota hasta la conversación más profunda, desde la confidencia de amigo hasta su categoría y elegancia de espíritu, reconocíamos a un maestro: los libros de Antonio “estão entre aqueles de que me valho a cada momento”, leemos en otro testimonio.
En la mayor parte de estas confesiones hay un recuerdo e insistencia especial en su mujer Maíta, su natural y perfecto complemento, de la que no podía prescindir.
No insistimos más en las coordenadas que, espontáneamente, reflejan estos testimonios. Y vayamos ya al diálogo de sus amigos con Antonio.
Agustín Ríos Alejandro Esteller Alicia Montemayor Ana María García Ángel Marcos Ángel Primo Ángel Sánchez Antonio Lillo Antonio Miguel Seoane
Bernat Almenar Consuelo Ruiz Danielle Dubroca David Konstan Eduardo Javier Alonso Francisco José García Hélder Julio Ferreira José A. Pascual
José F. Basabe José Luis Cabezas José Luis Herrero José María Alvariño Juan Antonio González Juan Jesús Cruz Julio González León Febres-Cordero
Lidio Nieto Manuel Gil Manuel Gómez Manuel Montesinos María de Fátima Silva Mariano Alonso Mercedes Luelmo Miguel Ángel Galán
Miguel Merchán Pedro Serra Pilar Basabe Salvador Rus Valentina Zangrando