A lo largo de este máster hemos estudiado un gran número de metodologías, actividades…que podemos realizar en el aula en un futuro. Pero, ¿Realmente es aplicable esto en el aula? Nosotros tenemos un gran conocimiento teórico, pero nos falta el contacto real con los alumnos. Para ello, nos visitó Juan Antonio Vicente, del colegio San Estanislao de Kostka. En su instituto se realizan una gran cantidad de actividades de innovación que parecen estar funcionando. Comentaré un par de cosas.
En primer lugar, nos comentó que trabajan mucho el aprendizaje cooperativo. En este aprendizaje, se pretende que exista un aprendizaje entre iguales, es decir, entre compañeros de clase. De esta manera el alumno desarrolla capacidades como la autonomía, el liderazgo…Para que este aprendizaje funcione correctamente, se reparten roles entre los miembros del grupo y éstos rotan a lo largo del curso. Además, trabajan de maneras diferentes, pues los grupos no son siempre los mismo. Así existen “modos” de trabajo como en solitario, parejas…y dependiendo de la actividad se usa uno u otro.
En segundo lugar, trabajan bastante la clase invertida. Su experiencia parece ser positiva en este aspecto, pues los alumnos reaccionan bien ante esta metodología. No comentaré más la clase invertida, pues hay otra entrada al respecto.
Por último, nos comentó varias aplicaciones para móvil o tablet con las que se puede llevar de manera cómoda la evaluación y la organización del aula.
Ahora viene mi crítica. A mi parecer las metodologías activas son una herramienta fundamental para el buen aprendizaje del alumno. De todas maneras, llevar a cabo estas metodologías es óptima cuantos menos alumnos tengas en el aula. En ese instituto, comentó, que había aulas con 17 personas. De esta manera estos proyectos funcionan perfectamente. Pero ¿Cómo funcionarían en las aulas sobresaturadas que tenemos en algunos centros públicos? ¿Se podrían llevar a cabo estas metodologías con iguales resultados?
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