EL PAIS 09/05/2018 [Noticia seleccionada y comentada por Ignacio Herrero. Grado en Trabajo Social]
Por mucho que nos pese, en todas las sociedades ha habido (y hay) ciudadanos de segunda y el argumento esgrimido para justificar esto es siempre el mismo: ellos no son como nosotros. A pesar de ello, los afectados por esto intentan de todas maneras demostrar que sí son iguales y para ello se valen de la cultura (misma lengua, misma religión, mismo modo de vida… ) pero el color de piel o el origen de la sangre no se pueden cambiar. Lo chocante de esta noticia es cómo un pueblo como el judío, tradicionalmente odiado y perseguido allá donde fue, haya mantenido este sistema de segregación hacia los judíos etíopes simplemente por proceder de ese país. No hay que olvidar que si Moisés existió, es probable que su color de piel se asemejara más a un etíope (ya que era africano) que a cualquier judío “occidental”.