Historia de vida realizada por María González Pérez (Grado en Trabajo Social).
Tita es una mujer nacida el 29 de abril de 1943 en la parroquia de Baíña, en el municipio de Baiona, en Pontevedra. Es la quinta de 6 hermanos (4 hombres y 2 mujeres). Tita emigró a Montevideo, Uruguay en 1966, con 22 años, pero para entender su historia hay que remontarse a unos años antes, a 1955.
En el año 1955, Alfonso, un joven de 17 años procedente de la parroquia de Belesar, en el municipio de Baiona, Pontevedra, es convencido y ‘’reclamado’’ por su tío para ir junto con su primo a Uruguay, donde llevaba ya unos años trabajando.
Por ‘’reclamar’’, entendemos que, en este caso, el tío de Alfonso se haría responsable del mismo y respondería por él en caso de que cometiera algún delito.
El año de partida de Alfonso coincide con el que España ingresa definitivamente en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a pesar de haber sido vetada su posible entrada por expresa resolución en 1946 en cualquiera de los organismos internacionales por haber sido el único país colaboracionista con el régimen nazi de Alemania que quedó en pie tras la Segunda Guerra Mundial.
Previamente, tras la victoria del bando nacional en la Guerra Civil en 1939, se instaura en España un régimen autoritario personado en el general Franco, que estará vigente durante casi cuarenta años. La victoria del Caudillo en la Guerra Civil tuvo repercusiones económicas muy negativas y sumió en el hambre y la miseria a la mayoría de la población española.
Hasta el año 1950 y, especialmente tras la resolución de 1946, mencionada anteriormente, en España se introduce la política de la autarquía, con la que se pretendía alcanzar la autosuficiencia económica a partir del aislamiento exterior, controlando y reduciendo las relaciones económicas con otros países y, también por la sustitución del mercado por la intervención generalizada de la Administración, lo que propició el surgimiento del mercado negro y de los estraperlistas. El resultado fue el bloqueo del crecimiento económico, la reducción de la competitividad y la marginación de España en el Plan Marshall, que impidió al país acceder a créditos para la recuperación económica.
A partir de 1953, debido a la consolidación de la Guerra Fría, EE. UU. concedió créditos a España que permitieron suavizar los problemas de escasez y la eliminación de las cartillas de racionamiento. En definitiva, se fue relajando progresivamente el control estatal sobre la economía, pero no dejaba de estar bloqueada debido a la ineficacia de la política de autarquía.
Por otro lado, en la época en la que Alfonso y su primo emigraron a Uruguay, el país vivía en una democracia estable, con un buen sistema de bienestar social y, asimismo, atravesaba una época de desarrollo con una pujante economía basada principalmente en la agricultura y el ganado.
Argentina y Uruguay se establecieron como principales proveedores de grano y carne para Europa (devastada por la guerra) y Estados Unidos. Esto permitió la distribución de las riquezas generadas hacia otros sectores de actividad, principalmente el terciario, aunque también se produjo un creciente desarrollo en el sector secundario.
Entre 1947 y 1954, se dictaron varias leyes con el fin de organizar y fomentar la llegada de nuevos inmigrantes que ocuparían los puestos vacíos en el sector industrial y de servicios. Ya a partir de la entrada en vigor de la primera de ellas, se puede observar el paulatino aumento de las entradas de inmigrantes en el país. En 1955, cuando llega Alfonso, tiene lugar el pico de entradas, como podemos comprobar en la Tabla 1.
Tabla 1. Evolución anual del movimiento migratorio español a Uruguay (1946-1958).
Fuente: Datos sociológicos de la emigración a Uruguay del Ministerio de Trabajo y Economía social.
En ese contexto, Alfonso empieza su viaje, cruzando el Océano Atlántico en un largo viaje en barco hacia Montevideo, Uruguay con la intención de conseguir dinero y después regresar. Para el viaje, su madre le da 500 pesetas, que éste le devuelve antes de zarpar ya que piensa que no le harán falta. Pero estaba equivocado ya que, apenas pudo comer en el barco por la falta de dinero y, al llegar a Montevideo se dio cuenta de que la vida no iba a ser tan fácil como había pensado antes de salir.
Los primeros meses los pasó durmiendo con su tío y su primo en una obra, entre sacos de cemento y, el sueldo de su primer empleo como carnicero, que es a lo que se dedicaba, no le permitía poder vivir dignamente.
Por ello, cambió de empleo en cuanto pudo y empezó a trabajar en una carnicería de un matrimonio español que le dejaba una habitación dónde dormir y le daba de comer. Lo pasó también mal en este momento ya que apenas le daban comida y pasaba mucha hambre. Lo que hizo esta situación más llevadera fue que repartía mucha carne a domicilio y los clientes le daban propinas con las que normalmente se compraba croissants para ‘’tapar el hambre’’.
Pasados unos meses, cambió nuevamente de empleo, pero seguía sin ganar lo suficiente y lo estaba pasando muy mal. Fue por ello que empezó a pensar en abandonar los objetivos de su viaje y volver a España. En ese momento, otro carnicero le ofreció una carnicería para él solo. Le dijo que probara un mes, que no le iba a cobrar alquiler y, si al cabo de ese mes seguía convencido de volver a España, le ofrecería la carnicería a otra persona.
Alfonso decidió probar suerte, así que la abrió junto con uno de sus dos hermanos, que había emigrado a Montevideo hacía pocos meses. Transcurridos 15 días en la nueva carnicería, decidieron quedársela, en vista de que ya empezaban a tener beneficios. Fue cuestión de tiempo que compraran primero una para los dos y, posteriormente, una para cada uno.
En 1961, Alfonso coge vacaciones y se vuelve de visita a España por primera vez desde que había emigrado hacía 6 años. Fue entonces cuando conoció a Tita y se hicieron amigos.
En 1963, regresa nuevamente de vacaciones a España y comienza su noviazgo con Tita.
En junio de 1965, Alfonso vuelve a España para pedir matrimonio a Tita. Se casaron el 17 de octubre de ese mismo año y se fueron juntos a Montevideo en marzo del año siguiente. Tita viajó embarazada de Luis, el que sería su primer hijo.
Sobre su boda, Tita tiene un recuerdo feliz y a la vez triste, ya que todos sabían que ella se iba a ir a Uruguay con Alfonso una vez se hubiesen casado. No hizo falta decirlo para que la familia lo supiera, ya lo daban por hecho.
Una vez casados y hasta que se fueron en marzo, prepararon la migración de Tita, acudieron al consulado a arreglar los papeles y allí, Alfonso tuvo que ‘’reclamarla’’ como su tío había hecho con él primero; también prepararon un gran equipaje, ya que, según dice Tita ‘’era mejor casi todo lo que había en España’’, como la ropa de cama o las telas. También se llevó objetos de gran valor sentimental para ella como alguna vajilla que le regalaron en la boda, mantelería o una máquina de coser que le habían regalado entre todos sus hermanos.
El viaje a Montevideo lo realizaron en barco y, tanto de ese viaje como de todos los que realizaron posteriormente, Tita tiene un recuerdo muy malo, se pasaba los 15/16 días que duraba el viaje sin apenas comer ya que ‘’se mareaba solo de pensar en la comida’’. El resto de actividades que se hacían en el barco, como los bingos o las apuestas en las carreras del barco las podía realizar sin problema, ‘’podía hacer de todo menos comer’’.
Tita llega a Montevideo por primera vez en abril de 1996, allí solo conocía a Alfonso y a sus hermanos y, sobre el país solo sabía lo poco que le había contado su marido. La adaptación al principio fue muy dura, a pesar de tener ya la casa y la carnicería que había comprado Alfonso anteriormente.
Tita recuerda que lo que más echaba de menos era a la familia, de la que nunca se había separado y, al principio, se sintió un poco sola ya que con Alfonso apenas había convivido desde que se casaron y, a pesar de que lo quería, lo conocía bastante poco.
En la casa de Montevideo, Alfonso y Tita ya tenían teléfono, pero en la casa familiar de Galicia no lo tenían, por lo que se comunicaban mediante cartas, que tardaban mucho en llegar, ‘’a veces tardaban más de un mes’’. Cada vez que llegaba una carta de su familia, Tita rompía a llorar porque los echaba mucho de menos, especialmente cuando el día 4 de junio de 1996 llegó una carta con la invitación a la boda de su hermano Nazario, que justo celebraban el mismo día en que le llegó. Años más tarde, sus hermanos comenzaron a trabajar en un almacén en el que sí tenían teléfono, pero aún así, las llamadas eran escasas y breves debido a su alto coste.
A pesar de echar tanto de menos a su familia, Tita se adaptaba muy bien a la gente, los nacionales del Uruguay eran ‘’gente muy buena, que disfrutaba de la vida y del dinero, no ahorraban nada, no como nosotros que guardábamos hasta el último peso. Ellos siempre te daban cosas a pesar de no tenerlas, nos trataron muy bien’’.
A su vez, la presencia de españoles y, especialmente gallegos, era muy elevada en Montevideo. Por ello, existían y todavía existen un gran número de asociaciones de diferentes lugares de España. El centro de gallego del Uruguay, fundado en 1879 es, de hecho, el más antiguo del mundo, pionero en la difusión de la cultura gallega.
Tita y Alfonso iban frecuentemente a estos centros, especialmente al centro ‘’Val Miñor’’, fundado por y para las personas de esta comarca pontevedresa compuesta por los municipios de Nigrán, Gondomar y Baiona, de dónde son Alfonso y Tita. En este centro, pasaron muchos fines de semana, ‘’era como estar en casa’’ para ellos y se sentían acompañados y ayudados por personas con las que compartían la experiencia de estar lejos de su hogar. ‘’Cuando ponían el himno gallego, el que más y el que menos se ponía a llorar’’. En el centro, participaban en distintas actividades, como en los ‘’bailes de los fines de semana’’, las excursiones a la playa, las comidas anuales con todos los miembros o los bolos celta y, a medida que fueron teniendo hijos, los llevaban allí para que jugasen con los demás niños.
En cuanto al trabajo, siempre tuvieron claro que habían ido a Montevideo a hacer dinero y, cuando tuviesen el suficiente, hacer una casa en Baiona, ahorrar un poco más para poder vivir bien y regresar. Ambos trabajaban en la carnicería, Alfonso se dedicaba a trocear y preparar la carne para su venta, mientras que Tita se encargaba de los pedidos y de la caja.
En Uruguay, la carne tiene una historia singular. En 1928, mediante la Ley 8282, se funda el Ente Autónomo Frigorífico Nacional, que tuvo el monopolio en el abasto de carne en Montevideo hasta 1978 cuando el gobierno dictatorial lo abolió. La creación del Frigorífico Nacional tuvo como finalidad competir con los precios de los frigoríficos extranjeros que arruinaban a los locales. De forma muy resumida, en la ciudad de Montevideo solo se podía vender carne procedente del Frigorífico Nacional, el resto de frigoríficos (como se llamaban las distribuidoras de carne) tenían la opción de vender al resto del Uruguay y de exportar a otros países.
En 1953, después del periodo de esplendor económico de la Segunda Guerra Mundial, el Frigorífico Nacional atravesó un periodo de dificultades económicas que le imposibilitaron la compra del ganado suficiente para abastecer a toda la ciudad, esto conllevó el comienzo del mercado negro o clandestino de la carne hacia Montevideo. El aumento de los mataderos ilegales o fuera de los límites departamentales hicieron una fuerte competencia a la empresa nacional.
Para conseguir más dinero, Alfonso y Tita se arriesgaban a vender carne ilegal, además de la que le podían comprar al Frigorífico Nacional. Tita explica que la carne se la vendían directamente del frigorífico, pero la cantidad que les daban podía variar y no era suficiente para cubrir la demanda que tenían en su carnicería. ‘’Había temporadas que la ponían en veda y te daban cien o doscientos kilos de carne y eso no nos llegaba ni para empezar’’.
Es por ello que iban a otros pueblos a por carne, corriendo el riesgo de que se la quitasen o les quitasen el coche donde la traían, lo cual les pasó varias veces. Por ello, llevaban coches viejos y muy baratos a los que llamaban ‘’cachilas’’, por si se lo sacaban, no tener tantas pérdidas. Para pasar más desapercibidos, realizaban los viajes los dos juntos y con alguno de sus hijos.
Como la carne clandestina no tenía sellos oficiales, no podían tenerla en la carnicería por si iba la ‘’represión de la carne’’, es decir, una inspección para evitar el contrabando. Por ello, tenían unas puertas en la parte de atrás de la carnicería donde la escondían y la iban sacando a medida que la iban vendiendo.
Cuando iban los de la represión, debían llevar una ‘’orden de allanamiento’’ para poder registrar la carnicería. Si la llevaban, Tita les decía que la parte de atrás la tenían alquilada y tenía que ir a pedir la llave, entonces salía de la carnicería y entraba en esa parte de atrás por un portal trasero, metía toda la carne en bolsas y las tiraba al tejado del vecino. Cuando terminaba de limpiar todo, volvía a la carnicería y les daba la llave para que pudieran hacer el registro, en el que no encontraban nada. Si no tenían la orden y pretendían entrar, Tita se ponía delante de la puerta y se lo impedía, incluso con insultos y golpes.
En relación con todo esto, Tita reflexiona que trabajaron mucho y muy duro y se arriesgaron bastante, pero de no haberlo hecho, no les habría ido tan bien y se habrían tenido que quedar en Montevideo muchos años más.
Todos los jueves, mientras Alfonso dormía la siesta, Tita iba al Banco de la República a pagar las facturas de la carne, pero como nunca sabía cuántas les iban a cobrar esa semana, llevaba dinero de más. Después de pagarlas, con el dinero que le había sobrado, iba a una calle en la que había muchas casas de cambio y se la recorría entera para encontrar la que le diese más beneficios en el cambio de pesos a dólares. Tita se arriesgaba a cambiar todo el dinero que tenían, lo cual a Alfonso no le gustaba ya que temía que no les llegasen los pesos para pagar las facturas de la semana siguiente, lo cual, afortunadamente nunca les ocurrió.
Durante su estancia en Montevideo, Alfonso y Tita tuvieron cuatro hijos: Luis, que nació en septiembre de 1966, Gustavo que nació en septiembre de 1970, Alberto que nació en 1973 y, lamentablemente falleció con tan solo tres años en una operación de corazón y, por último, Nando, en julio de 1978.
Cada pocos años, volvían a España de visita. La primera vez fue en 1969, hicieron ambos trayectos en barco, el de ida y el de vuelta. A partir de la segunda visita, en 1974 ya empezaron a viajar en avión, lo cual reducía considerablemente el trayecto, de 15 días a 14 horas. En esta segunda visita, compraron un terreno en Baíña (Baiona) y dejaron hechos los planos de la que sería su futura casa. En 1977 volvieron y compraron un local en el centro de Baiona.
En junio de 1979, volvieron a Galicia con la intención de visitar a la familia, estar un tiempo y volver a Montevideo, pero fueron a pedir presupuesto a una empresa para hacer una carnicería en el local que habían comprado en Baiona y, como la empresa era de un conocido de la familia, al día siguiente ya fue a su casa con los planos hechos y con intención de ponerse a montar el negocio cuanto antes, si ellos querían. Fue por esto, que decidieron quedarse definitivamente en Galicia y no volver a Montevideo. A finales de dicho año, 1979, empezaron a trabajar en la carnicería de Baiona, en la que posteriormente se jubilaron.
A principios del año siguiente, Alfonso tuvo que volver a Montevideo 45 días a sustituir al trabajador de su carnicería de Uruguay que había enfermado. En el mismo año, volvió también un mes entero para vender la casa y la carnicería a un sobrino que todavía reside allí. Fueron los dos únicos momentos en los que Tita y Alfonso estuvieron separados desde que se casaron hasta el día de hoy.
En la época en la que Alfonso y Tita abandonaron definitivamente Uruguay, el país estaba atravesando una dictadura cívico-militar que comenzó en 1973 y finalizó en 1985. El país ya arrastraba desde la década de los 60 una situación turbulenta a nivel social, económico y político que hizo que Uruguay dejase de ser receptor de inmigrantes para ser un país de emigrantes y exiliados.
Entre 1971 y 1972 se declaró el estado de sitio y se suspendieron las garantías constitucionales en medio de una ola de violencia y enfrentamientos directos entre las fuerzas militares y los tupamaros (guerrilla urbana de Uruguay), llevando a huelgas y más dificultades económicas. Las primeras decisiones de la naciente dictadura estuvieron enfocadas a la privación de derechos, persecuciones políticas y violaciones reiteradas de los derechos humanos.
La dictadura de Uruguay, tuvo consecuencias similares a las de otros países de Latinoamérica, como el aumento de la deuda externa y las grandes dificultades sociales para la clase media y baja.
En cambio, la situación en España era muy diferente, tras la muerte del general Franco en noviembre de 1975, se pone fin a una dictadura de casi cuarenta años y comienza una nueva época de transición hacia la democracia a través de La Ley de Reforma Política, de 15 de diciembre de 1976; la legalización de los partidos políticos y, culminando con la promulgación de la Constitución Española el 6 de diciembre de 1978, un año antes del regreso de Tita y Alfonso.
Es por ello, que el regreso a España les resultó más fácil al contar con una situación más estable y segura. No les costó mucho adaptarse ya que tenían a su familia cerca, conocían las costumbres, la gente, tenían casa y trabajo, etc. Lo que más echaron de menos de Montevideo, fueron los amigos que habían hecho allí, con los que todavía se comunican por teléfono de vez en cuando.
A sus hijos les costó adaptarse en el ámbito académico, debido a la diferencia en el calendario escolar de Uruguay y España. Luis y Gustavo empezaron el curso correspondiente en marzo y, en junio, emigraron a Galicia. En septiembre iniciaron el curso siguiente, siendo adelantados, de este modo, más de medio curso, lo cual les costó al principio y se sintieron rezagados del resto de compañeros.
Por lo demás, a ellos tampoco les costó mucho acostumbrarse a su nueva vida, debido a que en Baíña tenían muchos primos con los que jugar y podían pasar el tiempo en la calle, no como en Montevideo, que, debido a la delincuencia creciente, nunca podían estar solos.
Ni Luis ni Gustavo quisieron volver a visitar Uruguay, solo Nando, el menor de todos, que solo había vivido 9 meses allí, quiso ir a conocer el país en el que había nacido y en el que tanto tiempo habían pasado sus padres y sus hermanos. Por ello, Alfonso, Tita, Nando y su pareja, Vanesa, viajaron en 2007 a Montevideo. En ese viaje, Tita y Alfonso pudieron recordar todas las experiencias que vivieron allí y reencontrarse con antiguos amigos e incluso clientes que los recordaban con mucho cariño.
Para terminar, Tita piensa que su migración fue beneficiosa y valió la pena, ya que los beneficios fueron mayores que los perjuicios, no sólo en lo económico, sino también porque le sirvió para conocer otras realidades y formas de vida fuera de su pueblo y, para aprender a apreciar de otro modo a su familia y a su cultura de origen, además de conocer a personas que a día de hoy siguen siendo muy importantes para ella. Aun así, opina que, si llegase a saber lo mal que lo iba a pasar al principio, se pensaría dos veces si lo haría o no, a pesar de todo lo bueno que vino después. También reflexiona que, si la migración la tuviera que hacer en esta época, le resultaría más fácil, ya que podría comunicarse con la familia por medio de las nuevas tecnologías, como el WhatsApp, las videollamadas o las redes sociales.
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BIBLIOGRAFÍA:
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