Historia de vida realizada por Clara Ramos Martín (Estudiante del Grado en Trabajo Social).
Esta historia de vida se remonta al curso escolar 2016/2017 y tiene como protagonista a Julia Calderón, una adolescente española de 15 años que emigró a Estados Unidos para cursar allí 1º de Bachillerato.
Julia emigra desde Astillero, un pequeño pueblo de la Bahía de Santander al condado de Dinwiddie, Virginia. A pesar de tratarse tanto el lugar de origen como el de llegada de “pueblos dormitorio” próximos a una ciudad con un tamaño y número de habitantes similar, nuestra protagonista hace hincapié en la diferencia del día a día entre ambos, siendo Dinwiddie un condado muy rural con una infraestructura de servicios y transporte público mucho más pobre y con menos opciones de ocio y actividades culturales.
Justo el año de la migración en Estados Unidos se vivía una situación política delicada con una sociedad extremadamente polarizada, coincidiendo con la campaña electoral y ascenso a la presidencia de Donald Trump. Julia no temió por su situación legal y administrativa en el país durante ese año, ya que nunca creyó que existiera una posibilidad real de que a una estudiante de intercambio europea le retirasen el visado. Sin embargo, le preocupaba su integración y la posibilidad, puesto que era hispanohablante e inevitablemente relacionada con la comunidad latina, de ser víctima del racismo y odio tan extendido y normalizado por las políticas y las declaraciones del presidente Trump y sus seguidores. Afortunadamente, asegura que en ningún momento nada de esto sucedió, aunque sí fue testigo de insultos racistas y discriminaciones a compañeros del instituto latinoamericanos con los que mantenía muy buena relación.
La migración concretamente tiene lugar en Agosto de 2016, un par de semanas antes del inicio de curso americano.
Para la preparación del proyecto migratorio, Julia recibe apoyo total por parte de su familia, tanto emocional como económico. La migración se prepara con la empresa vasca Step, una agencia especializada en la organización de estancias para adolescentes durante un curso escolar (entre 4º ESO y 2º Bachiller) en casa de una familia en Estados Unidos y Canadá.
Se trata de una migración voluntaria para vivir un año de inmersión cultural total en otro país, compartiendo el día a día con una familia americana. En el caso de Julia, su hermana mayor ya había vivido la misma experiencia tres años antes y volvió a España muy satisfecha, lo que motivó a Julia para también probar la experiencia.
La empresa de intercambio, Step, se encargó de guiar y dar las pautas a seguir a los alumnos y familias para realizar todos los pasos necesarios para la migración: papeles y trámites para conseguir el visado, el seguro médico, la apertura de expediente académico en el instituto americano, los vuelos, etc. Step pide a los alumnos una serie de redacciones personales para presentarse y explicar sus motivaciones para irse un año de intercambio y cuáles son sus expectativas, así como adjuntar una serie de fotos que muestren a su familia, sus viajes, sus intereses, su día a día, etc. La empresa manda las redacciones de manera anónima a todas las familias candidatas y ellas eligen la redacción que más les interese. Tras esto, la empresa entrevista a todos los miembros y se asegura que la familia pueda garantizar un entorno adecuado al alumno de intercambio. Una vez comprobado esto, la familia tendrá acceso a las fotos del alumno que van a acoger, de manera que se evita que la familia elija al alumno en base a su aspecto físico, impresión de poder adquisitivo o nivel cultural que posee en función de lo que se puede deducir de las fotos. Además, en las entrevistas e investigaciones exhaustivas para elegir familias adecuadas para el acogimiento, la empresa se asegura de que son familias con una mentalidad abierta y tolerante que no tienen conductas ni creencias discriminatorias por razón de sexo, raza, orientación sexual, enfermedad o discapacidad, etc.
Julia describe la migración como un choque cultural muy fuerte porque su imagen de Estados Unidos no coincidía con lo que en realidad vivió. Ella tenía la imagen idealizada que tiene cualquier adolescente sobre la vida en Estados Unidos: la famosa experiencia “high school”, en la que el instituto se concibe más como un centro de ocio, vida social, dramas y cotilleos, fiesta, etc., que como lo que realmente es, un centro educativo con su espacio para el ocio y el tiempo libre pero cuya función principal es el estudio. También se sintió un poco decepcionada con la familia asignada, ya que al llegar se encontró con que iba a vivir con una mujer soltera con hijos mayores ya independizados en una casa sin conexión Wi-Fi en medio del bosque y prácticamente sin vecinos, de forma que su vida social posiblemente fuese a quedar muy reducida.
Para Julia hubo cuatro momentos en su estancia en los que lo pasó bastante mal. El primero fue la llegada a Estados Unidos; los primeros días, estaba todo el día sola en casa sin acceso a Internet y echaba mucho de menos a su familia, amigos y su vida en España. Al cabo de dos semanas ya empezó el instituto e hizo amigos pronto y ya no se encontraba mal. Otra fecha que para Julia fue especialmente dura fueron todas las celebraciones de Navidad, ya que es una festividad que disfruta mucho con toda su familia extensa y ese año sintió gran nostalgia por no poder estar con ellos. Sin embargo, el momento en que posiblemente peor lo pasó fue cuando, meses antes de acabar el curso, Lilly, la mejor amiga de Julia ese año, también estudiante de intercambio, volvió a su casa en Alemania por problemas psicológicos que le impedían seguir lejos de su casa. Por último, al final del curso también lo pasó muy mal porque, aunque la sociedad estadounidense y sus estilos de vida le decepcionó en muchos aspectos, entabló una amistad muy estrecha con varias personas a las que era posible que nunca volviera a verlas y eso le daba mucha lástima.
Las dos principales dificultades que Julia destaca de su día a día en Dinwiddie eran el idioma y el transporte. A pesar de que contaba con un nivel de inglés bueno, tenía dificultades para expresarse en ciertas situaciones y le costaba entender el lenguaje más coloquial, ya que se trataba de expresiones y vocabulario que no se imparte en las escuelas españolas. En cuanto al transporte, el condado de Dinwiddie (y prácticamente todos los pueblos y condados estadounidenses) no contaba con transporte público y dependía de conseguir que su madre de acogida o sus amigos le llevasen en coche a cualquier sitio al que quisiera ir, ya que era imposible llegar andando.
Para Julia, ser capaz de afrontar tal cambio en tu vida a una edad tan temprana, supone una verdadera fortaleza, puesto que es una experiencia que te obliga a madurar y ganar independencia a una edad muy joven, proporcionándote una autonomía que será muy valiosa en los próximos años una vez inicies tu vida adulta.
En general, la integración fue bastante sencilla y satisfactoria. Julia participó en diversas actividades extraescolares, lo que le permitió conocer a mucha gente y forjar amistades muy cercanas. Sin embargo, también reconoce que en algunas situaciones (por ejemplo, asignaturas en las que no coincidía con amigos de sus extraescolares) se sentía un poco sola, ya que no tenía la misma confianza en sí misma para abrirse a conocer y entablar conversaciones con otras personas como hace en España con gran facilidad. Si de algo se arrepiente es de no haber sido lo suficiente “echada para adelante”, ya que en todas sus relaciones de amistad durante ese año siempre fue la otra persona la que tomó la iniciativa de acercarse a Julia e iniciar una conversación.
La vuelta a España fue en junio de 2017. Se trata de una migración con fecha de retorno establecida desde el principio, ya que solo tenía visado para un curso escolar, 1º de Bachillerato.
A grandes rasgos, Julia considera que la experiencia fue muy satisfactoria y enriquecedora tanto en el ámbito personal (maduración, mejor conocimiento de sí misma, poner a prueba sus capacidades para desenvolverse en nuevos entornos…) como en el ámbito cultural (inmersión en una cultura con unas costumbres, tradiciones, valores y creencias distintas total o parcialmente a las españolas; enriquecerse de un sistema educativo mucho más dinámico, creativo y participativo…). Si hubiese tenido posibilidad de elegir su destino y familia, reconoce que elegiría otra vez el condado de Dinwiddie y su instituto público, pero, sin duda, elegiría una familia con hijos pequeños o de su edad y con una vida mucho más activa, ya que no consiguió forjar una relación estrecha con su madre de acogida porque la mayor parte del tiempo estaba trabajando y en su tiempo libre nunca quería hacer planes más allá de ir de ir de compras o a comer fuera.
Han pasado 4 años desde que Julia regresó a España y aún mantiene una estrecha relación con varios amigos de su año escolar en Estados Unidos. Una vez acabe la pandemia de la Covid-19, Julia tiene planes para volver a Dinwiddie a visitar a su familia y amigos, así como ir a Alemania a ver a su amiga Lilly, con la que mantiene contacto diario y a la que considera una de sus mejores amigas.