Historia de vida realizada por AINHOA MIGUEL HUERTAS (Grado en Trabajo Social)
1. Presentación.
La entrevistada es una mujer española llamada Francisca González Cordero, nacida en Coria, Cáceres en 1947, de 73 años actualmente.
Está casada con Manuel y tiene tres hijos: Agustina, Manuel Francisco y Mónica. Proviene de una familia humilde, extensa y extremeña compuesta por 10 hermanos, aunque 5 de ellos murieron siendo muy pequeños. Su padre era agricultor y ganadero hasta que tuvo que batallar en el frente durante la Guerra Civil española mientras su madre se quedó a cargo de la familia y la casa.
2. Situar la historia.
Emigró de Cáceres (España) a Suiza en el año 1968. En aquellos momentos España se encontraba bajo la dictadura del general Francisco Franco, el llamado segundo franquismo. Era un momento de aperturismo y desarrollo económico que dividía al país en dos grandes grupos: los aperturistas, que eran favorables a la sucesión monárquica en la jefatura del Estado; y los reacios al aperturismo o falangistas ortodoxos, sectores del nacionalcatolicismo, carlistas y ultraconservadores, más reacios al movimiento. En ese año ETA comete su primer asesinato y se declara el estado de excepción en la provincia de Guipúzcoa, por lo que comienzan a aflorar más protestas y detractores del régimen. Por otra parte, hubo multitud de huelgas estudiantiles en el famoso “mayo del 68” debido a la creciente masificación que sufrió la universidad española y a sus protestas contra el régimen de Franco, las cuales las comenzó un estudiante universitario que descolgó el Cristo que presidía el aula como modo de protesta. El Gobierno decretó que la Policía podría entrar en las facultades con el fin de mantener el orden entre los estudiantes y se produjeron varias cargas contra ellos, aumentando las tensiones. Finalmente, la presión estudiantil fue cediendo ante la movilización policial. Los medios de comunicación continuaban reprimidos por la censura a la hora de contar las movilizaciones internas (Palmero, s.f).
Por otra parte, el éxodo rural y la emigración hacia Europa tuvo un gran auge en esta década mientras se iba instaurando el consumismo en la sociedad progresivamente a través de la construcción masiva de viviendas o la motorización (Wikipedia, s.f).
En Suiza el final de la década de los 60 se conoce como un periodo marcado por unos profundos cambios sociales. En el ámbito escolar también tuvieron lugar algunos cambios, como el concepto de autoridad, el cual se empezó a replantear después de la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, así como la llamada “pedagogía negra” que se basaba en el castigo, y comenzaron a surgir escuelas privadas. Los derechos de la mujer fueron consiguiéndose progresivamente desde las manifestaciones que surgieron reivindicando el uso de la minifalda después de que el responsable de una cafetería expulsara a una joven de allí por llevarla, y se movilizó a los jóvenes con fines políticos (Swissinfo, s.f). El inconformismo social aflora entre algunos intelectuales de la época después de la Guerra Fría y el consumismo también comienza a ser vigente entre las mujeres y los jóvenes, por lo que la oferta de productos va cambiando (Swissinfo, s.f).
3. El proyecto migratorio.
En Suiza existían tres formas de trabajo: siendo inmigrante temporero, trabajando sólo en los meses de temporada y saliendo de allí cuando no se trabaja; inmigrante anual, según el cual no es necesario salir de Suiza en ningún momento; y la opción de pedir el pasaporte suizo tras haber estado 10 años trabajando allí.
Su hermano trabajaba en Suiza como inmigrante trabajador temporero. Estuvo así 8 años, en los que cada año tenía que salir de Suiza mientras no trabajaba, por lo que cuando venía a España traía mucho dinero y pudo comprarse 2 pisos en España. Francisca en España trabajaba en la residencia de la Paz ayudando a las enfermeras y dando comidas y su marido trabajaba de taxista, pero al ver que a su hermano le iba muy bien económicamente trabajando en Suiza, le ofreció irse con él allí a trabajar.
Ella tenía curiosidad y ambición por conocer mundo, pero el principal motivo era ahorrar el dinero suficiente para pagar la entrada de un piso en España, unas 40.000 pesetas. Al tener el apoyo de su hermano y haberse puesto de acuerdo con su marido, decidieron irse a Suiza para trabajar, teniendo la base de que su hermano les ofreció un contrato temporal de 4 meses.
Finalmente, en 1968 emigró voluntariamente a Suiza por motivos fundamentalmente económicos teniendo una hija de 10 meses, la cual dejó en España a cargo de sus suegros. En el momento de irse ella estaba embarazada de 4 meses y por ese motivo estuvo a punto de echarse para atrás y decidir no ir, pero al final le permitieron ir a pesar de estar embarazada.
Ellos querían irse en mayo del 68, y finalmente se fueron el 6 de junio porque había muchas huelgas de transportistas en Francia y no dejaban pasar por ninguna vía a los españoles. Les citaron en el aeropuerto y estuvieron 2 días con sus correspondientes noches hasta que les mandaron un avión desde Suiza a buscarles porque al avión de Iberia español no le permitían pasar, habiendo podido pasar esos días en sus casas, puesto que vivían en Madrid y podían transportarse en cualquier momento al aeropuerto, pero les hicieron esperar allí. Antes de llegar a su destino pasaron por varios lugares y como no entendían el idioma no sabían si ese sería su destino final. Cuando llegaron a las 4 de la tarde estaba nevando y ya era de noche, vieron que cada vez había menos personas en el tren y solo quedaban ellos y un matrimonio gallego, puesto que pensaron que el lugar donde iban a trabajar era ese, un restaurante muy típico de los Alpes. Al llegar la patrona les explicó a base de señas que se fueran a dormir un rato hasta las 6, cuando tenían que bajar para comer. Ellos pensaron que era muy buen recibimiento ya que les dieron de cenar y después les dijeron que se fueran a dormir y que al día siguiente a las 6 de la mañana tenían que estar en la sala de abajo con las maletas. Se dieron cuenta de que ese no era el sitio donde iban a trabajar, puesto que un señor les recogió en un coche y se fueron de viaje a través de los Alpes con él, hasta que paró el coche y les señaló una pequeña casita en lo alto de una montaña y les decía repetidamente una palabra en alemán que más tarde comprendieron que decía “trabajar”, refiriéndose a que ese era el sitio donde estaban destinados.
Allí les recibieron muy precipitadamente y comenzaron a trabajar.
En el mismo hotel en el que trabajaban, tenían las habitaciones para dormir, por lo que no necesitaron buscar otro alojamiento.
Fueron a la Suiza alemana, concretamente a un pueblo en el norte con una pista de esquí, sin conocer el idioma. Les contrataron en un hotel de friegaplatos y en la lavandería con otros pocos españoles, italianos, alemanes y suizos.
Se encontraron con la barrera principal que era el idioma. Por otra parte, las comidas eran diferentes (abundaba el pan negro y había muy poca comida por lo general) y pasaron mucha hambre. La patrona, dueña del hotel, les hablaba en italiano y se comunicaban a través de la compañera italiana, la cual le transmitió que pasaban hambre y le exigieron que, como mínimo, querían patatas y pan. Ella se negó y finalmente habló con el jefe de cocina y se solucionó durante tres días hasta que volvieron a dejar de darles comida y volvieron a pasar hambre.
La jefa era muy estricta y estuvieron a punto de rendirse, pero el hermano de Francisca les animó a que se quedaran porque quedaba poco para que terminara la temporada de esquí.
Finalizó el contrato de 4 meses y ella rompió aguas. Un señor que no conocía le llevó al hospital a 29 km del pueblo más cercano (Meiningen) ella sola, ya que su marido estaba trabajando y no la pudo acompañar. Allí tuvo a su segundo hijo, Manuel Francisco. Tuvo que pagar todos los gastos del hospital porque el seguro de la empresa no se hacía cargo al venir ya embarazada de España. Ella no tenía ese dinero, pero una amiga de su hermano se lo dejó para pagarlo. Estuvo 14 días y en el precio se incluía la habitación, medicamentos para ella y para el niño. La sanidad allí era privada aunque ella tenía el seguro de la empresa pero no se lo cubría.
Su marido terminó el contrato y se fueron a Zúrich. Cuando llegaron les habían perdido en el hotel toda la documentación, la carta de trabajo y el pasaporte.
Ella entonces no buscaba trabajo, así que le recogió una amiga de su hermano y la tuvo escondida en el hotel que trabajaba, pero al bebé no le podía esconder por si hacía ruido. Al niño no le permitían tenerlo en Suiza porque ella estaba embarazada ya en España y aunque hubiera nacido en Alemania le consideraban español.
Buscaron una guardería que era demasiado cara y tuvieron que trabajar los dos, pero tenía que sacarlo de Suiza hasta que ellos llevaran allí un año y medio trabajando con contrato anual y le permitieran traérselo, por lo que cuando el niño tenía 3 meses se lo tuvo que llevar a España con los abuelos maternos.
Ellos se fueron con la intención de ir 4 meses para ahorrar 40.000 pesetas para la entrada de un piso en España y volver, pero los 4 meses pasaron y no habían podido ahorrar, por el contrario, estaban endeudados y tuvieron que quedarse para obtener dinero con el fin de pagar la deuda que contrajeron con la amiga de su hermano y mandar dinero a España para sus hijos y familiares.
Ella cambió de trabajo a una tintorería y su marido en una fábrica y les fue mejor porque ganaban el doble de lo que estaban ganando en la montaña.
Al año y medio se trajo a los niños y buscaron un apartamento y vivían un poquito mejor, pero continuaban con la barrera del idioma, aunque con los años se fueron adaptando al idioma y a la gente.
Su hermana Isabel le animó a que volviera a España, y su hermana Mari se fue con ella a Alemania durante un corto periodo de tiempo. Francisca tuvo que ayudar a sus hermanos moral y económicamente, aunque ellos no se adaptaron a la vida suiza y fueron Francisca y su marido los que se quedaron 32 años.
Un verano se llevó a su madre a pasar unas vacaciones con ella allí, y le hizo un seguro durante esos tres meses para que le cubriera cualquier cosa que le pudiera pasar. A la vuelta se fueron todos juntos dirección a España, pero a la altura de Ginebra su madre se encontraba mal y Francisca llamó al seguro, y llevó a su madre a un hospital, donde quedó ingresada por tener una apendicitis. Su marido y sus hijos continuaron el camino hacia España mientras Francisca se alojaba en una habitación que le costaba 100 euros cada noche, la cual no se podía permitir, y su madre se quedó en el hospital. Luego le dieron una habitación de estudiantes dentro del hospital donde podía hacerse la comida y vivir hasta que le dieran el alta a su madre. El seguro que había contratado le mandó a un cubano para que le hiciera de traductor para explicarle las condiciones del seguro. Le explicaron que la operación de su madre le iba a costar 35.000 francos y el seguro solo cubría 3.000. Ella, preocupada y angustiada por no tener el suficiente dinero para pagarlo, habló con su hermana Isabel y su hermano Demetrio y se volvió a España mientras a su madre la operaron de urgencia y se quedó un mes ingresada. Los hermanos organizaron todo para que un avión de urgencias trasladara a su madre de Ginebra al hospital Severo Ochoa de Leganés en Madrid y el seguro de vida español cubrió todos los gastos que en Ginebra no le cubrían.
En aquella época Francisca ya dominaba más o menos el suizo y el alemán, y manejaba el italiano perfectamente, pero en Ginebra se hablaba francés.
Respecto a los idiomas, el italiano tardó en aprenderlo unos 3 meses, pero el alemán le costó más tiempo a pesar de hacer varios cursos del idioma, porque en el trabajo todo el mundo hablaba suizo, no alemán.
Finalmente, Francisca se pasó 14 años trabajando en una fábrica hasta que cerró y luego se pasó a otra fábrica.
En cuanto a las expectativas, antes de irse ella no conocía nada de Suiza aparte de que allí se ganaba mucho dinero por lo que sabía de su hermano. Conocía también más o menos cómo son los suizos, que dejan los zapatos en la entrada de la calle, que las casas están muy bien acondicionadas, que son muy puntuales, muy correctos y educados, muy serios, trabajadores, etc.
Las expectativas que ella tenía coincidieron con lo que luego se encontró al llegar. Allí hay un 3% de paro, prácticamente inexistente, por lo que nunca le faltó trabajo y estaba muy satisfecha por esa parte.
Lo más duro del transcurso del viaje y la adaptación a Suiza fue tener que separarse de su familia, especialmente de su hija pequeña.
4. La vida en el país de destino.
La mayor dificultad de la vida en Suiza fue principalmente el idioma porque se fueron adaptando a lo demás progresivamente.
Lo que más le gustó fue que nunca faltaba trabajo, que las casas estaban muy bien acondicionadas de forma que nunca pasaban frío y que los suizos eran muy educados y alegres y les trataron bastante bien. Ella explica que los suizos son muy limpios y respetuosos con el medio ambiente, la naturaleza y los animales, lo cual le sorprendió en relación a los hábitos que había en España. Lo que más le impactó en cuanto a diferencias culturales, es que si rompes alguna norma allí te marcan con un sello negro en el pasaporte para que no vuelvas a entrar además de pagar la multa correspondiente y que incluso estaban prohibidas las manifestaciones o mendigar por la calle.
La integración al principio fue muy mal hasta que pasaron los meses y cambió de trabajo y fue aprendiendo el idioma.
En cuanto a derechos laborales, se cumplía el horario firmemente y les pagaban todas las horas extras, no se permitían abusos laborales de ningún tipo. De hecho, la gente con hijos tenía preferencia para escoger los turnos y las vacaciones.
Su horario era de 6 de la mañana hasta las 8 de la tarde, aunque dentro de ese margen podía hacer las horas que le corresponden cuando quisiera, con mínimo media hora para comer y máximo dos horas. Llevaban la cuenta de todos los minutos y horas que iban haciendo y a final de mes o se lo pagaban o le daban días de vacaciones, los cuales aprovechaba para venir a Barcelona a visitar a sus hijos, ya que según fueron creciendo retornaron a España.
Teniendo en cuenta que allí a las 4 de la tarde ya es de noche, al salir de trabajar no podían hacer prácticamente ningún ocio, por lo que su jornada se resumía en trabajar.
5. El mito del retorno.
Volvió a España en diciembre de 1999, porque echaban de menos España y a sus hijos. Llevaban un tiempo hablándolo y siempre habían querido jubilarse en España, pero se cansaron de la vida que llevaban allí y se vinieron antes para pasar más tiempo con su familia. Pusieron un restaurante en España y trabajaron ahí hasta que decidieron jubilarse.
A pesar de que al principio no podían pagar la entrada de un piso, finalmente pudieron comprar tres pisos en España.
6. Reflexiones finales sobre la experiencia migratoria.
Cuenta que cambiaría algunas cosas, pero sí que lo volvería a hacer, no se arrepiente. Lo único que cambiaría es el hecho de haberse separado de sus hijos durante un tiempo, ya que se ha perdido parte de su crecimiento y nunca lo va a poder recuperar. A nivel personal, se fueron con una maleta y volvieron con una tarjeta de crédito, por lo que el balance final ha sido muy positivo, y no sólo económicamente, sino que también han adquirido una experiencia vital que no hubieran podido obtener si se hubieran quedado en España, además del aprendizaje de varios idiomas, conocer a multitud de gente y el bagaje espiritual que han adquirido.
BIBLIOGRAFÍA
Swissinfo. (s.f). 1968: Conmoción en la escuela. https://www.swissinfo.ch/spa/reforma-pedagógica_1968–conmoción-en-la-escuela/44216916
Swissinfo. (s.f). Antes de 1968: cuando la nueva izquierda vibra con la minifalda.
https://www.swissinfo.ch/spa/antes-de-1968_cuando-la-nueva-izquierda-vibra-con-la-minifalda/44031628
Swissinfo. (s.f). También Suiza vivió su mayo del 68. https://www.swissinfo.ch/spa/también-suiza-vivió-su-mayo-del-68—/6549118
Wikipedia. (s.f). Incidentes de 1968 en España. Recuperado de
https://es.wikipedia.org/wiki/Incidentes_de_1968_en_España
Palmero, F. (s.f). Estudiantes contra la dictadura. El Mundo.