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Universidad de Salamanca
Blog dedicado al fenómeno migratorio y étnico
 

La historia de María Pereira

Historia de vida realizada por LETICIA GUIMARAES DA SILVA (Grado en Trabajo Social)

  1. Presentación del entrevistado

La persona a la que he elegido para llevar a cabo esta entrevista, se llama María Pereira, una brasileña de 46 años que decidió emigrar a España con tan solo 28 años. Antes de empezar a contar cómo fue su proceso migratorio, creo necesario relatar de manera breve cómo fue su infancia y adolescencia para situarnos en su contexto y entender a más profundidad las dificultades por las que ha pasado a lo largo de su vida.

María nació al norte de Brasil, concretamente en una aldea del estado de Maranhao, en una familia humilde que se componía de la madre y padre, junto con 6 hermanas y 4 hermanos, siendo ella la quinta más joven. Desde muy pequeña edad creció sabiendo lo que era la pobreza extrema.

Las paredes de la casa en la que vivía junto con su familia eran hechas de barro y madera y el techo con la fibra de los cocos, por lo tanto, los malos temporales podrían causar estragos hasta tal punto de deshacerles la casa. Al no contar con electricidad, tenían que cocinar en una hoguera que posteriormente utilizaban para tener algo de luz por las noches. La casa tampoco disponía de baño, por ello, tenían que ir a un lago a ducharse. María señala que nunca llegaron a vivir toda la familia completa en casa, debido a que cuando los hijos cumplían alrededor de los 12-13 años, el padre les solía echar de casa para que fueran a la ciudad y comenzaran a trabajar cuidando de los hijos de otras familias o limpiando casas. Según comenta ella, “era una vía para sobrevivir y que los de casa pudieran comer más”.

 

 

A la hora de realizar esta entrevista, intentamos buscar su aldea en el mapa de Google y para su sorpresa, vimos que se había convertido en un pequeño pueblo de 11.000 habitantes. Por lo tanto, al no poder obtener una imagen exacta de su aldea, ya que todas las casas actualmente estaban hechas de ladrillos, siguiendo sus indicaciones y descripciones, pudimos encontrar una casa parecida a la que pasó su infancia, para poder hacernos una idea.

Al vivir en el campo, menciona que se alimentaban de los huevos de las gallinas, de lo que pescaba su madre en el río a las afueras de la aldea, de lo que llegaban a cazar en la selva y de las plantaciones de caña de azúcar, de frutas y verduras que tenía su padre y en la que todos los hijos tenían que ayudar una vez llegaran del colegio.

De hecho, María comenta que uno de los peores recuerdos de su infancia fue cuando tenían que ir a la selva en busca de una clase de coco llamado Babaçu, que era utilizado para hacer aceite industrializado. Para ello, tenían que ir partiendo los cocos y cuando recolectaban alrededor de 2kg por persona, se desplazaban a la ciudad para venderlos y así poder comprar más alimentos, como sardinas en lata, por ejemplo. El problema de todo esto se hallaba en que las selvas de Brasil no son como los bosques españoles, allí era muy común encontrarse con serpientes venenosas como la Phyton o incluso jaguares. Por lo tanto, cada vez que iba no sabía si iba a ser capaz de volver a casa.

Cuando María cumplió los 7 años, su familia junto con los 6 hermanos que vivían con ellos por entonces, se desplazaron a una casa ubicada en la ciudad llamada San Luis do Maranhao y en la que viven hasta el día de hoy. Se trataba de una zona de tierras ilegales, sin ser de propiedad de nadie, por lo tanto, los habitantes de la zona las comenzaron a utilizar y a fabricar casas. En un principio eran de barro y madera, por lo que el padre de María vio una gran oportunidad para obtener dinero y comenzó a vender la fibra de cocos que conseguía de la selva para que los vecinos pudieran construir sus tejados. Poco duró su venta, ya que los vecinos poco a poco comenzaron a implementar el ladrillo en sus construcciones.

La siguiente imagen es una foto real de la casa en la actualidad que hemos obtenido a través de Google maps. Algo que María no se imaginaría nunca era que, haciendo zoom se lograría ver dentro de la vivienda a su madre.

Con 12 años, se enteró de que Cristina, una de sus hermanas mayores había conseguido emigrar a España, ya que comenzaron a llegar cartas a su casa de vez en cuando informando de cómo le iba. Esta hermana va a ser primordial para el proyecto migratorio de María unos años más adelante.

A los 16, el padre de María se enfadó con ella y la echó de casa, por lo que empezó a vivir con una de sus hermanas que le pidió ayuda para el cuidado de sus hijos mientras ella trabajaba en una tienda de alimentos pequeña. Poco a poco María mientras intentaba sacarse la secundaria, fue incorporándose al mercado laboral, primero trabajando en una droguería y posteriormente en un supermercado. Durante ese periodo, conoció a su primera pareja y con 18 años tuvo a su primera hija, pero al cabo de un año y medio se separaron, quedándose ella a cargo del bebé.

Tras separarse, comenzó a trabajar limpiando un banco y se fue a vivir a un cuarto alquilado en el mismo barrio en el que conoció a su segunda pareja y con el que tuvo a su segundo hijo al cumplir los 23 años. María unos meses más tarde, comenzó a trabajar limpiando un hospital, la zona del quirófano en concreto mientras que su pareja en una empresa de alimentos en el aeropuerto. Se mudaron juntos a un barrio que era muy pobre, no había asfalto, pero por suerte tenían agua y luz y la casa era de ladrillos. Se trataba de un barrio muy peligroso debido a la delincuencia que se podía presenciar cada día, ya que los robos, las violaciones y los asesinatos eran muy comunes. De hecho, según señala María era muy peligroso salir de madrugada para ir a trabajar, pero “era lo que tenía que hacer para salir adelante”. Tenía que coger cada madrugada dos autobuses para llegar a su trabajo cada uno de 1 hora (4 al día) y como ambos trabajaban, no tenían a nadie que pudiera cuidar de sus hijos, por lo que frecuentemente le pedía a su vecina que les echara un ojo.

Hubo un momento en el que la pareja de María se cayó en el trabajo y se rompió la pierna, por lo que al perder el trabajo comenzó a beber con frecuencia y poco a poco los malos tratos comenzaron a salir a la luz.

  1. Situar la historia del proyecto migratorio

El proyecto migratorio de María comienza cuando su hermana Cristina desde España le paga el viaje a su madre para ir a visitarla. Por lo tanto, tras volver de España, decide pasarse por la casa de María, que por entonces tenía 28 años, para contarle cómo fue su experiencia y le menciona que Cristina tenía una tienda estilo bazar en Cáceres y que estaba necesitando de alguien que le ayudara a cuidar la tienda.

Cada vez los malos tratos por parte de su pareja eran más frecuentes y tenía claro que se quería separar de él. Por lo tanto, María al ver tan buena oportunidad de huir del país, no se lo pensó dos veces y aceptó la oferta. En un principio su idea era migrar con sus dos hijas, pero el padre de su segundo hijo no quería firmar el permiso de viajar, por lo tanto, tuvo que incluirle en el proyecto migratorio, ya que era su única opción.

María entonces vendió la casa en la que vivía con su pareja e hijos con muebles incluidos a una familia humilde. El dinero obtenido apenas le dio para comprar los cuatro billetes de avión y la estancia en sus últimos días en Brasil.

La idea del proyecto migratorio fue muy breve, de hecho, especifica que no duró más de dos semanas, puesto que compró los billetes más cercanos a la fecha. También, una pequeña parte del dinero que sobró fue destinado a comprar las maletas, ya que como menciona, hasta ahora nunca tuvo una oportunidad de emigrar “a lo grande” y añade posteriormente que estaba acostumbrada a mudarse con bolsas de plástico, debido a que según ella “las buenas mudanzas se hacen así”.

Comenta que no fue fácil llevar el proyecto migratorio a cabo, ya que desde extranjería les ponían muchas pegas para proporcionarles sus pasaportes y menciona que acudieron tantas veces que al final cedieron. Este periodo fue muy estresante para ella, debido a que ya tenía los pasajes comprados y tenía miedo y sentía presión de perderlos si no obtenían la documentación necesaria para viajar, puesto que había vendido hasta su casa y no había vuelta atrás.

María señala que fue un viaje muy largo y agotador, de entre 12 a 14 horas y que venían asustados porque no sabían qué se iban a encontrar en España ni cuáles iban a ser las consecuencias de haber huido. Tenía miedo a fracasar y haber hecho todo aquello en vano, porque no podrían volver a Brasil puesto que lo habían perdido todo y esta era su única oportunidad. Esta clase de sentimientos son muy comunes en las personas que migran a otros países.

Al llegar a Madrid en febrero de 2005, menciona que los guardias pararon a su familia y los metieron en una sala durante horas para realizarles interrogatorios por separado. Las preguntas eran “a qué venían, por qué venían, quién vivía en España, cuánto tiempo iban a pasar, si venían de vacaciones o no” y posteriormente, anotaron todos sus datos. No tuvieron problemas para comunicarse, ya que había un intérprete en la sala que se encargaba de traducir lo que decían ambas partes. María obviamente tuvo que mentir para que les pudieran dejar pasar.

Su periodo en Cáceres duró aproximadamente 3 meses, ya que la tienda que tenía Cristina en donde vendían utensilios de cocina, material escolar, productos de limpieza, etc., no estaba obteniendo muchas ventas, por lo cual, si de por sí ya era difícil llegar a fin de mes con ventas estables, todo comenzó a complicarse una vez dejaron de vender.

Un día comenta que encontró entre las cosas de su hermana, el teléfono de una de sus tías que emigró en el pasado con ella a España. La contactó sin pensarlo dos veces y esta le mencionó que vivía al norte de España, en el País Vasco concretamente, y que trabajaba en un restaurante, por lo que intentaría conseguirles un trabajo para que pudieran todos ir allí, debido a que las condiciones laborales eran mejores y había más ofertas de trabajo. La familia de María con la ayuda de su tía en una semana volvieron a dejarlo todo en Cáceres y tomaron rumbo al País Vasco, ya que en menos de una semana su tía ya les había conseguido a ambos trabajo en dos restaurantes diferentes.

Según menciona, ahí fue cuando su situación migratoria comenzó a mejorar, ya que pudieron alquilar su primera casa y no tenían problemas para comprar los alimentos necesarios. Además, añade que consiguió escolarizar a sus hijos. También comenta que los malos tratos cada vez iban a peor, pero que conoció a los servicios sociales y estos le dieron el apoyo necesario tanto psicológicamente como económicamente para separarse de su pareja.

  1. Explicar el proyecto migratorio

Antes de emigrar a España, María no conocía nada sobre el país, lo único que sabía era que su hermana y una de sus tías vivían ahí. Por lo tanto, en lo más profundo tenía cierta confianza en que si su hermana había conseguido adaptarse al cambio, ella también podría hacerlo, ya que sentía que tendría un apoyo de su parte.

Además, cuando su madre la visitó con la propuesta, le mencionó que la comida en España era muy barata, que la gente iba bien vestida y que había lugares muy bonitos para visitar. La idea que tenía no coincidió con lo que se esperaba, fue mucho mejor, según comenta era todo lo que buscaba, le ha encantado la cultura, la comida y sobre todo verse capaz de garantizarles un futuro a sus hijos, algo que en Brasil era inimaginable.

Lo más duro para ella de todo su proyecto migratorio fue separarse de su familia y principalmente de una de sus hermanas menores, ya que eran como uña y carne porque le solía ayudar mucho en momentos de necesidad, sobre todo alimentando a sus hijos.

También, añade que no fue duro dejar el país en sí, porque la zona en la que vivían como he mencionado anteriormente, era muy peligrosa y violenta. Añade posteriormente que uno de los sucesos que más han marcado su vida fue cuando trabajaba limpiando el banco, ya que una vez mientras se encontraba limpiando la zona de la cafetería, entraron unos cuantos hombres encapuchados y armados para atracar el banco. Comenta que llevaron al gerente amenazado hasta la caja fuerte, cogieron el dinero y huyeron. Esta clase de atracos son muy comunes, pero no solo en los bancos, sino también en plena calle o incluso dentro de los autobuses, por ello no puedes estar seguro en ninguna zona.

  1.  La vida en el país de destino

En cuanto a las dificultades que se ha encontrado en España, en un primer lugar, podemos mencionar el venir y no tener papeles. Según menciona, el no disponer de esta documentación te priva de muchas oportunidades en la sociedad, ya que no puedes acceder a un préstamo, no puedes comprar un coche, una casa y además tienes que vivir con la incertidumbre y miedo de si te pillan, debido a que te pueden reportar y mandar al país de origen. También, debido a ello tienes muchas dificultades a la hora de acceder al mercado laboral, ya que las empresas no suelen contratar a gente sin papeles, puesto que nadie quiere correr el riesgo de ser pillados por la inspección y ser multados. En el caso de obtener un trabajo, las condiciones laborales no suelen ser buenas, porque trabajas de manera ilegal y cobrando en negro, sin derecho a la seguridad social, a cotizar y a acceder al paro. Esto supone un gran problema, ya que, al no tener ningún derecho reconocido, muchas empresas se aprovechan y explotan a los inmigrantes con jornadas de muchas horas sin descansos y por un salario muy bajo. María señala que en varias ocasiones ha trabajado y no le han pagado nada o si le han pagado ha sido muy poca cantidad, debido a que saben que no se pueden quejar en ningún lado, si no descubren que están de manera ilegal y son capaces de deportarles a su país de origen.

Otra dificultad es el proceso de integración, puesto que hay muchos prejuicios, racismo y en general un gran rechazo en la sociedad hacia los inmigrantes. María menciona que fue explotada en el trabajo en varias ocasiones y que la gente piensa que los inmigrantes no se cansan y que son de acero. También, suelen sufrir un mal trato por parte de la gente, con mucho desprecio, indiferencia e incluso con insultos, ya que alguna vez se han dirigido a ella por el apodo de “negra”. En general, señala que los inmigrantes suelen aspirar a menos en comparación a los autóctonos y que cuando llegas a un nuevo país en un principio te matas a trabajar solamente para acceder a la alimentación y que se trata de un largo proceso hasta poder llegar a estabilizarte y poder alquilar un piso propio. También, en cuanto al trato recibido menciona que cuando sale de trabajar del restaurante y va manchada de la cocina por la calle, la gente le suele mirar de arriba abajo con desprecio, pero que cuando se acerca a su coche se quedan perplejos insinuando “¿de dónde habrá sacado ese coche?”, como si los de fuera no tuvieran derecho a tener uno, o directamente lo relacionan con el tráfico de drogas o incluso prostitución.

El idioma también en un principio fue un gran obstáculo para María por más que el portugués se parezca un poco al español. Al principio lo pasó muy mal en el trabajo, porque no sabía cómo se llamaban los utensilios de cocina, las verduras, etc. Menciona que el cambio fue brutal y que en muchas ocasiones se sentía incapaz de llevar su día a día, como por ejemplo a la hora de hacer la compra, solía apuntar con el dedo los alimentos con la esperanza de que los trabajadores de los supermercados le entendieran. En la calle en cambio comenta que apenas notaba la barrera del idioma, porque intentaba hacer vida independiente para no tener que relacionarse. Con el tiempo, poco a poco se fue integrando gracias a sus hijos que estaban escolarizados y con lo que aprendían en el colegio le ayudaban a comunicarse con la gente.

Por último, otra de las dificultades que se encontró fue en el ámbito laboral, porque tuvo que aprender el oficio de cocinera desde cero, porque nunca lo había ejercido antes y, por lo tanto, no tenía ninguna experiencia. Comenta que ha sufrido muchos cambios de trabajo con el fin de mejorar su situación, pero no siempre ha obtenido buenos resultados. Señala que intentó otra rama de la hostelería y comenzó a trabajar como camarera de pisos en un hotel, pero resultó ser una experiencia durísima, ya que es un oficio que requiere mucha fuerza física y que siempre acabas con dolores grandes de espalda. Sus horarios tampoco eran los mejores, entraba cada madrugada a las 5 de la mañana y salía a la 1 de la tarde y tenía que limpiar 17 habitaciones por su cuenta, a cambio de poco dinero. Como he mencionado anteriormente, las jornadas laborales que ofrecen a los inmigrantes son de muchas horas hasta el punto de que no tienen tiempo para formarse, ampliar sus estudios o lo más importante, descansar.

En cuanto a las fortalezas, menciona que una vez consiguió legalizar su situación aquí y obtuvo el permiso de residencia, consiguió más ofertas de trabajo por más que fueran todas del sector de hostelería. Sintió que poco a poco se le iban abriendo las puertas, como por ejemplo acceder a una jornada completa, la opción de cotizar y la protección del trabajo. También comenta que su estrés disminuyó debido a que huyó de los trabajos cobrando en negro y que comenzó a sentir la seguridad de tener un trabajo estable.

Gracias al trabajo tuvo la oportunidad de comprarse un coche con el que desplazarse y optar a nuevas ofertas de trabajo. También, el poder desplazarse hizo que conociera las ciudades de alrededor y, por lo tanto, expandiera su grupo de iguales y aprendiera más aún el español.

El separarse de una pareja supone un cambio enorme tanto emocionalmente como económicamente, debido a que en su caso tuvo que empezar a pagar todo sola, las facturas, el alquiler, la compra, el colegio de sus hijos, etc. Según comenta “La responsabilidad se duplica, ya que sabes que debes trabajar aún más porque hay meses en los que llegas a fin de mes, pero otros en los que no”. Este país le ha dado la oportunidad de independizarse y poder estabilizarse sola y garantizarles un futuro a sus hijos, algo que no podría en su país de origen. Los servicios sociales jugaron un papel esencial en la independización de María, puesto que le proporcionaban tanto ayuda psicológica para tratar los malos tratos sufridos por su pareja como económicamente a través de ayudas económicas.

España le proporciona seguridad, ya que hay mucha menos violencia y delincuencia en comparación con Brasil. Ahora, puede andar con más tranquilidad y, además, ir al cajero por la noche sin que le pase nada, algo que antes era imposible. Asimismo, siente que la justicia apoya mucho más a las mujeres en todos los ámbitos, puesto que se ha sentido muy acogida por los servicios sociales cuando los ha necesitado. También señala que los españoles por más que se independicen de casa más tarde, en Brasil en plena adolescencia deben abandonar sus casas y son muy frecuentes los embarazos a los 16, por lo que están completamente normalizados, así que se siente más tranquila al no haber expuesto a sus hijos a dichos peligros.

Gracias a las oportunidades que le ha ofrecido este país, ha podido garantizar un futuro a sus hijos, puesto que han podido completar sus estudios, incluso ambos terminaron la universidad y tienen trabajos estables, algo que sabe claramente que no podría proporcionarles estando en Brasil. Allí, una gran cantidad de jóvenes abandonan los estudios secundarios o nunca los llegan a empezar y solamente la gente con recursos acaba accediendo a estudios superiores como la universidad. Por lo tanto, teniendo en cuenta la tasa de pobreza en Brasil y que la mayoría vive en un estado de pobreza severa, nos podemos hacer una idea de que solo los afortunados y con dinero tienen el privilegio de estudiar. En España en cambio, siente que se le da mucha más importancia a los estudios, ya que la mayoría de los jóvenes terminan los estudios secundarios y, además, el Estado se preocupa más en invertir en la educación y da más oportunidades a las familias sin recursos a través de las becas para que los menores no abandonen su formación.

  1.  El mito del retorno

María regresó a Brasil en 2007, dos años después de estar viviendo en España, ya que tuvo que ir sola en busca de los documentos necesarios para poder tramitar su permiso de residencia. Entre los documentos que le pedían, señala los antecedentes penales, un justificante del consulado de Brasil, etc. Su estancia allí fue de 4 meses, debido a que estuvo esperando a que le dieran una respuesta por parte del consulado. Esta vez le resultó mucho más fácil ahorrar el dinero para el billete, en comparación a cuando emigró a España, ya que por entonces tuvo que vender su casa.

También señala que viajó con mucho miedo de volver a su país de origen porque se fue ilegal y si no le daban una respuesta desde el consulado, no podría volver a España y tendría que dejar a sus hijas solas.

Lo bueno del regreso a su país de origen fue que tuvo la oportunidad de estar con su familia nuevamente, por lo que no descarta otro viaje en un futuro, ya que sus condiciones han cambiado no solo económicamente, si no porque tiene garantizado de que, si se va a Brasil, tiene todo el derecho de volver a España.

  1.  Reflexiones finales sobre su experiencia migratoria

María comenta que, si volviera al pasado y se le presentara la misma oportunidad de emigrar a España, lo volvería a hacer sin duda alguna, ya que le ha cambiado completamente la vida tanto a ella como a sus hijos.

Como he mencionado anteriormente, Brasil se caracteriza por tener una población en su mayoría muy por debajo del umbral de pobreza y unas tasas muy altas de delincuencia. María siente que emigrando a este país ha conseguido darle una seguridad y estabilidad a su familia a largo plazo y a la vez puede ayudar a sus padres cada mes enviándoles dinero para mejorar su condición de vida en Brasil, debido a que, al tratarse de un país carísimo, solo los que tienen recursos y una vida económicamente alta pueden acceder con facilidad a la sanidad, educación y alimentación, siendo estos los pilares básicos para la supervivencia y progreso.

Allí, el no invertir en la educación, fomenta que cada vez accedan menos jóvenes a estudios superiores y, por lo tanto, se genere una gran falta de personal cualificado en todos los sectores de la sociedad, siendo uno de ellos la más necesaria, la sanidad pública. Según comenta María, al haber tan poco personal y material insuficiente, es muy común que los hospitales y ambulatorios siempre estén colapsados y hayan colas inmensas. Además, añade que, si quieres una cita con tu médico de cabecera, tienes que esperar por lo menos 3 meses y que solo te atienden de emergencia si realmente te encuentras en una situación entre la vida y la muerte. Por lo tanto, si realmente necesitas que te atiendan con rapidez, tu única vía es accediendo a la sanidad privada, algo que muy pocos se pueden permitir.

  1.  Testimonios de otro familiar

A la hora de realizar esta entrevista con María, he tenido la oportunidad de hablar con su hija mayor, fruto de su primera relación, acerca de cómo ha vivido ella todo el proyecto migratorio, ya que vino a España con apenas 10 años. Además, me parecía muy interesante preguntarle acerca de cómo llegó a afectarle en su infancia y adolescencia, debido a que ambas son unas etapas muy importantes en el crecimiento de una persona y que, si no se realiza de la manera adecuada, puede generar efectos muy negativos en su desarrollo y en la etapa adulta.

Según comenta Adriana, al principio se sentía muy sola porque estaba muy unida a la familia de su padre y que el separarse de sus tías le resultó muy duro, pero más aún crecer sin una figura paterna, debido a que se separó de su padre cuando apenas tenía 4 años. Comenta que esa soledad le ha afectado hasta el día de hoy, porque siempre piensa en ellos y recuerda momentos felices de su infancia como por ejemplo cuando hacían barbacoas con su familia paterna.

Por otro lado, cuando llegó a España y se escolarizó, solía llorar muchas veces porque no entendía a sus compañeros de clase y a los profesores, “yo no sabía que las personas hablaban otros idiomas, pensaba que solo existía el mío”. También sufrió bullying por parte de sus compañeros de clase, ya que creció oyendo comentarios ignorantes y racistas fruto del desconocimiento como por ejemplo cuando le solían preguntar en varias ocasiones si en Brasil solía vestirse con taparrabos. Por ello, le costó mucho hacer amigos puesto que los niños españoles tenían muchos prejuicios y la consideraban “rara” y añade que solo se le acercaban otros niños inmigrantes.

En cuanto a la educación, notó un cambio muy drástico, debido a que en España se explicaba mucha más materia y a mayor rapidez con respecto a su país de origen, “las cosas que enseñaban yo aún no las había empezado a aprender en Brasil”, por lo tanto, siempre iba con retraso en comparación a sus compañeros de clase.

Por otro lado, la alimentación, por más que ahora ya se haya acostumbrado, al principio le costó mucho adaptarse, sobre todo con las frutas, ya que todo lo que le gustaba en Brasil, aquí no era de su agrado y añade “todo era igual, pero sabía diferente…lejano”.

Por lo general, menciona que ha tenido una infancia solitaria debido a que su madre siempre estaba ausente por motivos laborables y no podía pasar tiempo con ella ni con su hermano menor y esto, le ha generado un sentimiento de nostalgia, ya que siente que ha perdido muchos momentos que no podrá recuperar.

Aun así, no se arrepiente en lo absoluto de haber emigrado a España, ya que sabe que tiene una seguridad que Brasil se veía incapaz de cumplir, debido a la violencia existente. Señala que allí solía vivir con miedo al secuestro, puesto que cuando era pequeña había una gran ola de secuestros de menores. También, añade que aquí recibe una atención médica que no se puede comparar con Brasil y, además, aquí la atienden con rapidez y el acceso a los medicamentos es mucho más asequible. Asimismo, la sociedad española no es tan machista como la brasileña por más que nos quede un gran camino que recorrer para lograr la igualdad. Por último, añade que algo que le sorprendió mucho en España es ver a los hombres realizando tareas domésticas, porque en su país de origen no es algo común.

  1.  Observaciones

Como bien sabemos, el proceso migratorio no es algo fácil y supone un gran cambio en la vida de las personas que lo llevan a cabo, debido a que sufren unos niveles de estrés tan intensos que pueden generar posteriormente síntomas psicopatológicos. Además de ello, es muy común que las personas sufran una serie de duelos o estresores por haber perdido algo significativo con respecto a su país de origen. En el caso de María, podremos señalar que ha sufrido los siguientes duelos:

En primer lugar, María reconoce que ha sentido soledad, debido a la separación forzada de su familia y seres queridos. Es verdad que tuvo la oportunidad de emigrar con su pareja y sus dos hijos, algo que no muchos pueden lograrlo, pero también ha tenido que abandonar su país dejando a sus padres, hermanos y amigos, sin saber si algún día los podría volver a ver o si sería capaz de ayudarles desde el país de destino. Además, España al tener un idioma diferente al suyo, en los primeros meses lo pasó muy mal, puesto que se sentía muy frustrada porque no podía comunicarse bien con los demás y romper la barrera y realizar nuevas amistades por más que lo intentara. Todo a su alrededor cambió, incluso si quería escuchar música o ver la tele, todo era diferente para ella.

En segundo lugar, podemos señalar el duelo por el fracaso del proyecto migratorio, debido a que como he mencionado con anterioridad, todos los trabajos a los que ha tenido acceso María hasta el día de hoy los ha ejercido en condiciones de explotación y por más que se haya cambiado de oficio en diversas ocasiones, no siempre ha obtenido buenos resultados, ya que ha habido veces en las que le han pagado menos de lo que se merecía o incluso ocasiones en las que no le han pagado nada. Por lo tanto, estos sucesos generaban en ella una desesperanza y un gran miedo a no tener los recursos suficientes para conseguir salir adelante junto con su familia y tener que volver a su país de origen. Dichos sentimientos María nunca los consideró como obstáculos, ya que al final del día eran los que le daban fuerzas y motivación necesaria para seguir luchando por un mejor futuro.

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