En El País Semanal del pasado 2 de junio, Almudena Grandes escribía sobre la auténtica literatura, no sobre los libros que simplemente venden. Dejo aquí algunos fragmentos de su artículo:
“… exise un plano más profundo, una vocación que desafía a las etiquetas y subyace bajo las estrategias de marketing de las editoriales. Una ambición, una pasión, un oficio. La voluntad de mirar el mundo y contarlo desde la propia mirada. La necesidad de formular preguntas sin buscar ni ofrecer respuestas. La aventura de inventar una isla desierta, un minúsculo punto capaz de modificar los mapas conocidos ara invocar el amoroso naugragio de los lectores. Y eso, sólo eso, es ser novelista”.(Negritas mías)
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“Hablo de mis semejantes, mis hermanos. Exigentes, perfeccionistas, obsesivos, capaces de dejarse arrebatar por una ficción originada en ellos mismos, de vivir dentro y fuera de su propia vida durante años, persiguiendo una imagen, una idea, el exacto significado de una palabra. No salen en la televisión, no son famosos, no tienen más presencia pública que las fotos de las solapas de sus libros. Pero son los guardianes del tesoro, los depositarios de una herencia ancestral (…)” . (Negritas mías).
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“La literatura es el sudario que la reina Penélope teje de día y desteje de noche desde hace muchos siglos. Desde que ella ideó esa estratagema, mucho antes de que se inventara la televisión, muchos hombres y mujeres han consagrado sus vidas a continuar su labor, tejiendo y destejiendo un relato universal imprescindible. Ese tejido está ahora en sus manos. Por favor, no corten los hilos”. (Negritas mías)
Almudena Grandes recomienda las lecturas de tres escritoras: Nada se opone a la noche de Delphine du Vigan, Las poseídas de Betina González y Daniela Astor y la caja negra, de Marta Sanz. En palabras de Grandes, “tres miradas diferentes, desde París, desde Buenos Aires, desde Madrid, sobre el universode las mujeres erróneas, esas que nunca acertamos a ser lo que se espera de nosotras. Tres desgarradores relatos sobre la amistad, la relación entre madres e hijas, y la confusión compartida (…)”