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Facultad de Filología
 
Desierto arena negra

El dramaturgo Darío Fo: “No hay conciencia social para sacar adelante al mundo”

A sus 88 años, Darío Fo publica su novela Lucrecia Borgia, la hija del Papa.

Photo ALBERTO CRISTOFARI. El País 18/09/14

“Cinco siglos después de aquella época, Dario Fo (Sangiano, 1926) desenreda el entuerto de la infamia alrededor de la hija del papa Alejandro VI y asegura que casi todo ha sido mentira, que ella fue víctima de la corrupción y la ambición de su familia que la usó como una mujer-objeto. Que era casi todo lo contrario de lo que las lenguas viperinas han dicho hasta hoy.

‘¿Ahhh?’. Cruces se han hecho algunos, por ella y por quien lo cuenta.

Él se encoge de hombros en su casa rodeada de silencio, en una vera del camino de Sala di Cesenatico, en Bolonia, donde habla de su primera novela: Lucrecia Borgia, la hija del Papa, editada en primavera en Italia y prevista en España en noviembre bajo el sello de Siruela. Está sentado en una mesa de comedor con el eterno gesto al borde de su sonrisa que lo ha acompañado desde niño y que no desapareció ni cuando de joven fue alistado como miembro de la fugaz República de Saló, de Mussolini, y ya siguió como pintor, arquitecto, dramaturgo, comediante, crítico de arte y Nobel de Literatura en 1997″.

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La novela se abre con una frase de Maquiavelo, contemporáneo de Lucrecia: “No son tan simples los hombres, y hasta tal punto obedecen a las necesidades del momento que aquel que engaña encontrará siempre alguien dispuesto a dejarse engañar”. Es una verdad. Las verdades nunca son absolutas, porque la misma realidad se encarga de desmentirla y contradecirla. Maquiavelo decía que el pueblo que se defiende por sí mismo y no tiene que ser defendido por armas extranjeras es un pueblo libre. Pero se ha demostrado con el tiempo que no basta con tener una armada propia”.

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Lucrecia es un ejemplo extremo de cómo la difamación, el rumor y la desinformación cambian la imagen de una persona, y cómo a pesar de los siglos el error no solo se mantiene sino que aumenta. Sí, especialmente en el último siglo se ha destruido su dimensión humana, se han censurado sus virtudes y propagado una idea falsa sobre todo su comportamiento general”.

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Lucrecia recuerda a tantas otras mujeres que han sido maltratadas por la historia, de una u otra manera, desde Cleopatra hasta Ana Bolena, pasando por María Magdalena, y otras más recientes y varias en la vida pública actual. Eso es producto de la literatura. Es más importante una puta redimida que una mujer que no da ningún escándalo. Nosotros no hicimos esta historia porque nos gustaran las intrigas, sino porque era una buena historia y vimos que se ha escrito mucho, pero todo tergiversado. Hay incluso telenovelas y series de televisión que han contado cosas obscenas del personaje; aunque lo más obsceno es el éxito que ha tenido todo eso en la gente”.

Al preguntarle sobre el papel de la mujer en la sociead actual, Darío Fo recuerda a su esposa, la también dramaturga Franca Rame, fallecida hace unos meses:

“Tuve la suerte de tener una mujer excepcional. Fue mi profesora, mi maestra en el teatro y la vida. Vivimos juntos, superamos dramas graves, ambos vivimos la violencia, la censura por parte del poder y la policía. Estuvimos 16 años fuera de la televisión por temas que abordábamos. Incomodábamos. Franca Rame, sin falsa modestia, fue una mujer con una moral especial en los teatros. Ahora que ha salido esta novela de Lucrecia, muchos me han preguntado si es un homenaje a ella. Me he quedado perplejo, porque poner a Franca a ese nivel… Aunque hizo cosas con mucho coraje, creó un grupo para ayudar a la gente de la cárcel, a sus familias. Quiero decir que Franca luchó y cuando hubo guerra entre árabes e israelíes escribimos juntos, pero quien llevó todo adelante fue ella. Ella sabía de la situación de la mujer. El poder siempre quiso que ella lo pagara. Lo que me hizo a mí el poder y la vida no es nada comparado con lo que le hicieron a ella (en 1973 fue secuestrada y violada por un grupo de extrema derecha). Esa es la verdadera presencia escénica de Franca en mi vida”.

Para ver artículo completo de El País, pinchar aquí.

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