A menudo la gente se sorprende cuando les dices que uno de los grandes dones y habilidades que un buen científico debe tener es la creatividad, y te miran raro, como pensando que eso es cosa de artistas. No les falta razón en que el método científico constriñe de alguna forma el desarrollo de la ciencia, pero por otro lado todos los grandes avances de la ciencia surgen de un impulso creativo y a menudo de una intuición o de una noción de belleza que a veces recuerda a la de los artistas.
Nos guste o no, somos diferentes, pero acabamos pensando todos igual, y este es un problema grave de la educación, porque no se está incentivando el pensamiento propio, si no que normalmente en los institutos y particularmente en las materias de ciencias todo lo que hacemos es mecanizar ciertos procedimientos, para resolver determinados problemas tipos. Es un problema difícil, pero debemos partir de la idea de que no todos pensamos igual: En el siguiente vídeo podemos ver cómo el genial Feynman reflexiona sobre el proceso mental que el lleva a cabo cuando cuenta, y el que lleva a cabo otro compañero científico. (Feynman utiliza un proceso en el que se cuenta a sí mismo en silencio, y por ello dice que es capaz de leer, pero incapaz de hablar al mismo tiempo que está contando. Sin embargo, otro amigo científico, cuando cuenta visualiza un contador de números, por lo que le es imposible leer a la vez, pero no tiene ningún problema en hablar.)
https://www.youtube.com/watch?v=ADiQaL2DxNw
Este ejemplo, nos sirve para ver lo diferentes que somos, y lo valiosa que es nuestra diversidad, a la que debemos desarrollar a través de la creatividad.
Una de las principales lacras que tenemos en nuestras sociedades y en particular en nuestro sistema educativo es el de la apatía, y la creatividad es el mejor antídoto contra la apatía!, se la podrá criticar de improductiva o ineficiente, pero desde luego que si proponemos actividades más creativas los alumnos responden con más entusiasmo. No debemos olvidar, que en última estancia la creatividad es esa parte de la inteligencia a la que las máquinas nunca podrán llegar porque la creatividad se mueve en el mundo de los conceptos, de las imágenes y del lenguaje, cosas que una máquina podrá aprender a manejar, pero nunca entenderá y que al vivir en un mundo cada vez más tecnológico las habilidades mecánicas se van a ir necesitando menos, y las creativas más.
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