EL PAÍS Fecha: 05/12/2019. [Noticia seleccionada y comentada por: Estela Lorenzo Julián. Grado en Trabajo Social]
Lo sucedido en Europa entre los años 2014 y 2017, no fue una crisis de refugiados, sino una crisis de acogida y protección. En Madrid, al igual en otras ciudades europeas, cundió la histeria nacional-populista, donde la manipulación de la información de partidos como Vox llega a destrozar la vida de las personas más vulnerables. Como el caso de estos dos menores no acompañados de origen venezolano, que tuvieron que dormir a la intemperie por la incapacidad de administraciones locales para ofrecer la protección más básica. A esto debemos añadir campañas de odio contra los inmigrantes por partidos políticos que han desembocado en la desarticulación de una granada por parte de los Tedax a un centro de menores de Hortaleza.
La obligación moral de los ciudadanos con condiciones más óptimas debería ser la de ayudar a aquellas personas que se encuentran en situaciones desfavorables. La existencia de partidos que arremeten contra los derechos humanos sí debería ser una censura. Emitir comunicados que aportan comunicaciones falsas, promover el odio y la xenofobia, no debería estar en auge, necesitamos aprender de nuestros errores, no recaer en ellos, nosotros que nos consideramos como una sociedad avanzada ¿lo somos realmente?. El problema reside en que un elevado porcentaje de la población vote, consolide y apoye la supresión de derechos y la obstrucción de vías de escape para personas que buscan una vida mejor. Me pregunto si aquellas personas que votan estos partidos han pensado en su situación, si realmente son conscientes de lo que hacen, pero sobre todo me aflige hasta qué punto somos capaces de llegar.
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