Courrier Expat, 23 Octubre, 2017 [Noticia seleccionada y comentada por Gregorio Soria - Máster en Estudios Latinamericanos]
El 23 de Junio 2016, los británicos decidieron salir de la Unión Europea. Este voto histórico impacto la vida de las comunidades europeas en el Reino Unido. Durante los 45 años en que el país fue parte de la Unión, millones de ellos migraron hacia el atractivo archipiélago. Londres por gran parte acogió esta mosaico de gente, en el que se cuenta por ejemplo hoy unos 300 000 franceses.
Este articulo recogió testimonios de franceses durante los meses que siguieron el voto, y el inicio de las negociaciones con Bruselas. Entre esta jefa de gabinete de consultoría que deja todo para regresar a Francia, o esta señora que decide quedarse “por sentirse londinense”, se nota una gran variedad de conductas. La mayoría de los franceses instalado se sienten pendientes de los acontecimientos. Muchos son incrédulos frente a lo que ocurre.
Sobresale aun el impacto psicológico de esta nueva política: “Ciudadanos del mundo son ciudadanos de ningún lugar” afirmo la Primera Ministra Theresa May. Xenofobia, racismo conjunto con la vuelta de nostalgia hacia el Imperio hace que muchos extranjeros ya no se sienten en casa. La tolerancia, antes parte de la identidad británica que atraía a los extranjero, ya no es tan evidente.
Surge una situación interesante, porque tiene repercusiones sobre inmigrantes privilegiados gracias a la Unión Europea, por gran parte diplomados y abiertos sobre el mundo. No son la clase de inmigrantes en que solemos enfocar. Sin embargo, los franceses temen que su situación empeora, de volverse con los europeos, “ciudadanos de segunda zona”. Es verdad que las expectativas duras de los visas, y los impedimentos del Home Office no están por mejorar la situación.
Más avanzan las negociaciones del Brexit, más está claro que las comunidades inmigrantes europeas, se volvieron una moneda de cambio. Para el gobierno británico, esta estrategia para defender sus intereses.
