En mi último año de carrera, realicé un cuatrimestre (desde Septiembre de 2017 a Enero de 2018) en Cork, Irlanda. Me decidí por Cork porque era el único de los destinos ofertados en el que se hablaba inglés, y me parecía una forma perfecta de practicar el idioma.
Allí estudié en el Cork Institute of Technology, una universidad orientada principalmente a las ciencias y a las ingenierías, y también a la música.
Estudiar allí me permitió ver un enfoque totalmente distinto de la titulación que yo estudiaba. Aquí en España, el Grado en Química es una carrera muy teórica. Si bien es cierto que se imparten numerosas prácticas de laboratorio, la realidad es que se le dedica muchísimo más tiempo, en comparación, a las clases teóricas y a las de resolución de problemas o seminarios. Al contrario que en Irlanda, que las clases prácticas tienen muchísimo más peso que las teóricas. Me sorprendió mucho observar que, aunque mis compañeros de clase contaban con una formación teórica inferior a la mía, a la hora de entender según qué teoría y conceptos, cuando entraban en el laboratorio tenían muchísima más autonomía y soltura que yo, y que cualquiera de mis compañeros de carrera en España. La verdad es que me fui en un momento en el que no me convencía del todo lo que estaba estudiando, casualmente porque lo veía todo demasiado teórico y poco práctico, así que estudiar allí me hizo cogerle un poco del cariño que le había perdido a la química, ya que me permitió estudiarla de forma distinta a lo que estaba acostumbrada.
