El País (23/03/2020). [Noticia seleccionada y comentada por Arne Schön; alumno ERASMUS Grado en Sociología]
Gonzalo Fanjul, el autor del artículo, hace una balace devastador del modelo europeo de cooperación internacional, refiriéndose en particular al Fondo Fiduciario de Emergencia de la UE para África, que se creó en 2015 para abordar las “causas” de los desplazamientos del continente africano, tanto forzados como voluntarios, y para coordinar la protección y facilitar la migración legal. El fondo comprende aproximadamente 4.000 millones de euros en 5 años.
Un punto que encuentro particularmente crítico, que Fanjul describe, es que no son las personas que quieren emigrar, sino las que pueden hacerlo. Así pues, plantea la tesis de que el éxito de los “programas de desarrollo” en lo que respecta al fortalecimiento del capital económico y educativo de las personas dará lugar a una mayor movilidad de las personas, de modo que habrá un mayor movimiento migratorio de África a Europa. Esta observación me parece bastante peligrosa. Apoyo el argumento de Fanjul de que el desplazamiento forzado no puede ser prevenido significativamente con unos pocos proyectos o pequeñas cantidades de dinero. ¿Pero cuál es la conclusión? ¿No debería financiarse ningún proyecto ahora? ¿Deberían las personas dejar de tener acceso a la educación? ¿Debería Europa dejar a África a su suerte? No, no debería ser así, pero la forma en que entendemos la “ayuda al desarrollo” debería cambiar. Hasta ahora, ha supuesto una situación que estigmatiza a los países del Sur Global como subdesarrollados y al mismo tiempo presenta al Norte Global como “white savior”. Este entendimiento deja claro que esta relación suele ser asimétrica y que los cooperantes determinan las reglas del juego de la cooperación.
Las naciones occidentales, en lugar de seguir tratando de lavarse las manos con el dinero y alejarlo lo más posible de ellas, deberían examinar críticamente su posición privilegiada en las relaciones de poder mundiales y sus enredos coloniales que aún persisten hoy en día. Sobre todo porque la industria europea de armamento, entre otras, está ayudando a que no disminuyan los conflictos en varias regiones del continente africano.
¿Cómo se puede utilizar el dinero de manera sostenible en interés de la población y no en interés de Europa, la defensa de Europa? En cuanto a las causas de la huida, el dinero de lo que se conoce como “ayuda al desarrollo” se ha visto hasta ahora más bien como soborno y chantaje de ayuda para el cierre de las fronteras de Europa. Es hora de que Europa se dé cuenta de esto y reflexione sobre ello.
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