PÚBLICO. 29/03/2020 [Noticia seleccionada y comentada por Karima Oudriss Campoy. Grado en Trabajo Social]
La noticia refleja las precarias situaciones en las que se encuentran los refugiados de la isla de Lesbos (Grecia), donde el riesgo tanto de contraer como de propagar el Covid-19 es muy alto, tanto por el hacinamiento como por la inexistente asistencia que reciben las personas allí instaladas.
Los refugiados están incluso recibiendo ataques por parte de grupos de extrema derecha y, además, la sospecha de que las personas refugiadas son portadoras del virus alimenta aún más el racismo del entorno.
Es muy importante ser conscientes de la actuación del Gobierno griego frente a esta realidad, que ha tomado como medida principal el aislamiento total del campo (sin tener ningún tipo de plan de emergencia en el caso de detección de Covid-19), prohibiendo así la recepción de medicamentos y otros productos básicos, así como el aplazamiento del pago mensual que reciben las familias en esa situación, lo que los vuelve aún más vulnerables.
Esto, además, se está convirtiendo para el Gobierno de Grecia en una excusa para detener a las personas que han llegado “posteriormente” en las últimas pateras y desplazarlas a campos de detección cerrados (alegando la necesidad de una revisión médica previa), cuando lo cierto es que ya estaban llevando a cabo estas acciones previamente.
En definitiva, ante esta situación estamos observando una ausencia total de empatía por parte del entorno y un abandono por parte del Gobierno griego hacia estas personas que se encuentran en una situación tan vulnerable, dejando claro, una vez más, que la prioridad de la vida y el fomento de su calidad no es, en la práctica, el mismo derecho a ejercer para todos según estos organismos.
