Historia de vida realizada por Patricia Curto Gutiérrez (Estudiante del Grado en Trabajo Social).
José Luis, de 47 años, es el nombre del protagonista de esta historia en la que se narran las experiencias que este ha vivido como inmigrante peruano desde el año 2003, año en el que emprendió su viaje a España para asentarse en Salamanca, una provincia de Castilla y León.
José Luis procede de Lima, la capital de Perú, un país localizado al oeste de América del Sur y rodeado por Ecuador, al norte; Bolivia, al sur; y Brasil, al este. Su padre también es limeño, mientras que su madre es natural de Piura, una provincia de Perú ubicada al norte del país. Asimismo, tiene tres hermanos varones (él es el segundo mayor), dos féminas y varias hermanastras por parte de padre, pues sus progenitores se separaron en 1989. Esta situación refleja claramente el patrón reproductivo característico de América del Sur, por el que las familias acostumbran a tener numerosos descendientes.
En la actualidad, está casado con Brígida, de 44 años, una mujer originaria de Abancay, una provincia localizada al sur de Perú. Con ella concibió a sus hijas, Jessica y Josselyn, de 21 y 26 años, dos limeñas a las que se sumaría posteriormente Anaid, de 14 años. Esta última nació en España, en el año 2006, te lo pongo lo que determina que su nacionalidad sea española, a diferencia de sus progenitores y hermanas que actualmente cuentan con doble nacionalidad.
La aventura que emprendió José Luis, como se ha comentado al principio, dio comienzo en el año 2003. Un año que se enmarca en un período migratorio de gran auge que dio comienzo en el 2000. Un hecho que, a su vez, resulta contradictorio ya que, desde entonces, y de la mano de su presidente Alejandro Toledo, se consolidó un importante desarrollo macroeconómico de Perú. Ahora bien, que un país marche bien económicamente no significa que la situación de toda su población sea buena. En Perú, la desigual distribución de los ingresos, y la concentración de los mismos en un pequeño porcentaje de la población deviene en altos niveles de pobreza para muchos sectores poblacionales, por lo que este se convierte en uno de los motivos principales de migración (Abusada y Pastor, 2008).
Dicho desplazamiento se asocia también a otros factores: “la inestabilidad o la fragilidad de los regímenes democráticos, la existencia de conflictos armados internos, la incapacidad del sistema productivo de absorber adecuadamente la mano de obra disponible” (Abusada y Pastor, 2008, p. 4); u otros como la existencia de una cadena familiar previa, las expectativas relativas al futuro profesional, la inseguridad experimentada en el país o el deseo de mejorar su calidad de vida tanto para ellos como para sus familias (OIM, 2012)
Por su parte, la situación en España era bien distinta. Desde los años noventa, se embarcó en una etapa de crecimiento económico expansivo, encabezado por Aznar, presidente del Gobierno del Partido Popular (1996-2004), durante la cual impulsó una serie de reformas estructurales de la economía de carácter liberal, que permitieron liquidar el déficit público, disminuir la tasa de desempleo y consolidar la adopción del euro que empezó a circular el 1 de enero de 2002. Por tanto, en España por aquel entonces había bastante empleo, en especial en el sector de la construcción, lo que se convirtió en un atractivo para los extranjeros, entre ellos los peruanos (Ortiz, 2021).
José Luis tenía 30 años cuando emprendió este proyecto migratorio hacia España, y había trabajado de manera irregular en un pequeño taller de fabricación de cuadros ubicado en Lima, durante aproximadamente 13 años. Durante este tiempo, él, consciente de que envejecía, pidió a su jefe en repetidas ocasiones que le diera de alta en la Seguridad Social, para de esta manera empezar a cotizar y acceder a la protección social cuando alcanzara la edad de jubilación: 65 años. Sin embargo, el jefe nunca accedió a ello, pues en Perú es muy habitual trabajar de manera irregular, porque el salario que se percibe es superior al que podría obtenerse de manera legal. Por ejemplo, el padre de José Luis, quien actualmente tiene 70 años, continúa participando en negocios de venta de chatarra y otros objetos. No es el caso de su madre, de 69 años, quien dejó su ocupación como empleada de hogar antes de la edad de jubilación a causa de una serie de enfermedades óseas, producidas por la humedad característica de la costa de Perú.
Ante estas circunstancias, y en este contexto, José Luis, cansado de vivir en un país en el que imperaba la corrupción y la delincuencia, y temiendo no cumplir con el período mínimo de cotización (20 años) que le diera acceso a la pensión de jubilación, tomó una decisión: su vida no podía seguir así.
Sorprendentemente, la oportunidad para transformar esta situación vino de la mano del hijo del jefe de la empresa para la que trabajaba, pues a pesar de la negativa a darle de alta en la Seguridad Social, mantenían una buena relación. El hijo del jefe emigró a España en el año 2002, y se llevó consigo a varios trabajadores de la empresa, entre ellos el tío de José Luis, Juan Carlos. A finales de ese mismo año, su tío le comunicaba la noticia: su jefe le había ofrecido la posibilidad de traer a varios familiares y amigos a trabajar a España.
Podría decirse entonces que José Luis recibió esta noticia en el momento preciso, pues decidido a mejorar su situación agarró esta oportunidad que pareció haber caído del cielo. Decidió partir voluntariamente junto a un primo y un tío a trabajar a España. Por tanto, emprendieron una migración laboral que sin duda repercutiría en la mejora de la calidad de sus vidas y las de sus familias.
El apoyo de su tío Juan Carlos ante esta decisión, una persona a la que admiraba y admira, fue fundamental, pues no solo se encargó de hacerle llegar al jefe la documentación necesaria (la copia del pasaporte) para tramitar el permiso de residencia y trabajo temporal (actualmente denominado autorización, fruto de la reforma de la Ley 4/2000 del año 2003), sino que además le informó tanto a él como al resto de los familiares sobre España, sobre la cultura, la forma de vivir de los nacionales y otros aspectos que debían conocer antes de llegar al nuevo país. Asimismo, José Luis recibió el respaldo de todos sus familiares, tanto por parte de padre como de madre, pero en especial de estos últimos quienes accedieron a prestarle dinero para poder emprender un proyecto que inicialmente suponía un alto coste económico: el billete de vuelo, el sustento de la familia (mujer e hijas) y la estancia de José Luis en España durante los primeros meses. Una cuantía que les devolvería en cuanto comenzara a percibir su nuevo salario.
Ahora bien, este período preparatorio supone, más allá de la existencia de los apoyos y los trámites administrativos, un proceso de asimilación de la partida que, en este caso, fue de corta duración (recibieron la oferta de trabajo en octubre de 2002). Durante ese período de tiempo, José Luis se dedicó a preparar su equipaje, principalmente; también leyó bastantes libros, en especial sobre política, un tema que siempre le ha apasionado. Por su parte, no experimentó nervios ni preocupación excesiva, ya que no solo partía en una situación administrativa regular, sino que además tenía conocimiento de la existencia de vínculos históricos previos con España, un país del que en determinados momentos de la Historia también emigraron muchas personas hacia Perú. De hecho, José Luis tiene raíces españolas tanto por parte de padre como de madre, un hecho que justifica que algunos de sus familiares presenten rasgos característicos europeos: altos, ojos y cabello claros. Un gen que José Luis ha detectado en su hija menor, la que nació en España.
La migración, cuya culminación estaba prevista para el mes de febrero/marzo de 2003, se retrasó, pues los trámites duraron más de lo previsto. José Luis y sus familiares llegaron a España en el mes de julio, cuando su jefe ya no los necesitaba, por lo que se encontraron sin empleo. No obstante, José Luis y sus familiares mostraron su agradecimiento al jefe de la empresa, ya que gracias a él tuvieron la oportunidad de viajar hasta España.
A pesar de todo, la situación no se prolongó mucho en el tiempo. En septiembre de ese mismo año, 2003, una empresa de construcción (PAZ) necesitaba trabajadores, por lo que fue la oportunidad para José Luis y otros compatriotas de reincorporarse al mundo laboral. Una alegría para José Luis, quien días antes vivió un hecho cuando menos milagroso que no olvidará nunca. En uno de los paseos que daba por la ciudad asiduamente, decidió sentarse en un banco. Se encontraba muy disgustado por su situación de desempleo. De un momento a otro surgió de la nada una mujer, también peruana, que decidió sentarse a su lado. Le preguntó qué le sucedía, y José Luis se expresó abiertamente con ella. En respuesta, aquella, como si de una vidente se tratara, le dijo: “Te van a llamar, tú tranquilo, trabajo hay”. Y así fue, tres días más tarde recibió la llamada.
José Luis permaneció en esta empresa de manera ininterrumpida hasta el año 2005, momento en que decidió ejercer su derecho a la reagrupación familiar, pues residía en España desde hacía dos años. Es decir, cumplía ampliamente los requisitos, que eran dos: (1) haber residido en España durante mínimo un año y (2) haber obtenido autorización para residir durante al menos un año más. Por tanto, con este objetivo José Luis dejó la empresa en la que se encontraba actualmente y partió a Perú a buscar a su familia: su mujer y sus dos hijas. Sin embargo, estando allí, le fue imposible alcanzar su meta. Debió regresar a España sin su familia, puesto que la baja voluntaria había paralizado los trámites de expedición del visado de residencia por reagrupación familiar.
Por tanto, José Luis retornó a España sin empleo y sin su familia, pero fue por poco tiempo ya que, de nuevo, la vida puso en su camino una nueva oportunidad: durante los primeros días tras su regreso su tío le informó de que la empresa que les había traído a España (Ferralla) necesitaba personal. Sin dudarlo, José Luis aceptó y se incorporó de inmediato a su nuevo puesto de trabajo. El alta laboral permitió la reactivación de los trámites de expedición del visado, por lo que finalmente su mujer e hijas pudieron venir a España, en este caso solas. Su llegada tuvo lugar el 24 de junio de 2005, un año antes del nacimiento de su hija menor, Anaid.
José Luis permaneció en la empresa hasta el año 2008, en el que quebró como tantos otros negocios a causa de la crisis económica que estalló en este año debido al boom de la burbuja inmobiliaria. Por suerte, José Luis fue trasladado a otra empresa de Ferralla, en Garcihernández (un pueblo salmantino), donde pudo seguir trabajando por un año más.
En el año 2009, José Luis se quedó en el paro nuevamente, hasta 2010, cuando se incorporó por un año a una empresa de montaje de parques infantiles, y el consecutivo a otra de carpintería en Miranda del Castañar. En el año 2012, experimentó un nuevo parón, hasta 2014, cuando fue contratado por una empresa de pavimentos (Adosan), donde permanecería hasta 2020, año en el que dio comienzo la pandemia de la COVID-19. Actualmente, trabaja para una empresa de construcción.
Al tiempo que José Luis ejercía laboralmente en el mundo de la construcción, sus hijas comenzaron su formación, pasando por la educación básica obligatoria, hasta alcanzar la formación superior en distintas ramas. Mientras tanto Brígida dedicó los primeros años de residencia en España al trabajo doméstico; hasta el año 2009, cuando fue contratada por una empresa de catering. Este último es un acontecimiento importante, ya que el hecho de que Brígida se incorporara al mundo laboral de manera formal, así como de que José Luis lo hiciera un año más tarde, en 2010, les permitió ahorrar, algo que hasta el momento les había resultado imposible, puesto que la cantidad de dinero que entraba en su casa solo les permitía cubrir sus necesidades más básicas.
A partir de este momento, comenzaron a plantearse entonces la posibilidad de hacer un viaje a Perú, para reencontrarse con su familia, algo que les hacía mucha ilusión. Esta idea finalmente se consolidó: tomaron la decisión de partir a Perú en el verano del año 2012. Una decisión que no resultó baladí, pues ese mismo año una de las sobrinas de José Luis cumplía 15 años, una edad que marca el paso de la niñez a la edad adulta de las mujeres en América Latina. Este evento en el que se reúnen amigos y familiares para dar la bienvenida a una nueva etapa en su vida devino pues en una gran oportunidad para reencontrarse con los suyos.
Ante esta decisión, José Luis y su familia se sintieron muy entusiasmados, especialmente sus hijas. Rápidamente comenzaron a hacer los preparativos, incluso adquirieron los billetes de vuelo con seis meses de antelación. Ahora bien, esta no era la primera vez que José Luis retornaba a su tierra de origen, ya había vuelto en otras dos ocasiones: (1) en 2005, a buscar a su familia y (2) en 2006, para asistir al entierro de un familiar: su abuela materna. Este mismo año, poco después, también falleció su abuela paterna, pero en este caso no puedo viajar para asistir al funeral.
El año 2012 fue también un período importante para ellos, puesto que antes de partir para Perú iniciaron los trámites para la adquisición de la nacionalidad española. Un proceso que culminó con éxito en el año 2013, cuando José Luis, su mujer y sus dos hijas mayores obtuvieron la doble nacionalidad: peruana y española. No fue el caso de Anaid, la hija menor, ya que como se ha comentado en líneas anteriores nació en España, por lo que adquirió directamente la nacionalidad española.
Ahora bien, ¿esto es todo? Obviamente no. Cuando una persona viaja a otro lugar, sea cual fuere, tiene que hacer frente a un proceso de adaptación al nuevo entorno cultural. Para José Luis no resultó demasiado difícil, pues no solo tenía información sobre su lugar de destino, sino que además tanto él como sus familiares llegaron a España predispuestos a integrarse.
Sin embargo, y a pesar de su buena intención, las dificultades no dejaron de aparecer. Una de ellas ya ha sido citada anteriormente, y es que cuando llegaron a Salamanca no pudieron empezar a trabajar porque su jefe ya no los necesitaba. Como consecuencia, entre los meses de julio y septiembre (cuando José Luis fue contratado), él, sus familiares y otros compatriotas venidos a España comenzaron a recorrer a pie Salamanca y sus alrededores en busca de empleo.
Durante este tiempo, José Luis y sus familiares tuvieron un apoyo fundamental en todos los sentidos. Se llama Javier. Este chico estudiaba en la Universidad de Salamanca, y a diario jugaba junto a otros chicos de diferentes nacionalidades en el pequeño campo de fútbol ubicado en el Instituto de la Vaguada de la Palma. Uno de esos días, cuando José Luis y los demás regresaban de sus paseos, se percataron de ese grupo de jóvenes jugando al fútbol y no dudaron en acercarse. Javi, como José Luis lo llama, les invitó a jugar sin pensárselo dos veces y desde ese momento cogieron la costumbre de acercarse a jugar a la Vaguada prácticamente a diario. Javi, José Luis y los demás hicieron muy buenas migas; aquel se convirtió rápidamente en un pilar fundamental por el apoyo y la ayuda que les procuraba. Les hizo regalos, salió con ellos por Salamanca, les encontró pequeñas tareas para que se ganaran algo de dinero, les presentó a su familia… en definitiva, les integró.
Otro soporte fundamental durante ese tiempo lo protagonizó la Iglesia de San Marcos, ubicada actualmente en la Puerta de Zamora, donde se realizaban encuentros de inmigrantes varios días al mes, y a los que José Luis y sus familiares se incorporaron poco después de llegar a Salamanca. Era un espacio donde podían compartir sus experiencias, sus sentimientos, su vida… todo aquello que desearan. Un espacio donde, para su sorpresa, José Luis se encontró tiempo después con Victoria, la mujer que predijo su futuro laboral aquel día de septiembre de 2003.
Por tanto, este fue un período de tiempo que, si bien es cierto que José Luis carecía de empleo, resultó próspero desde el punto de vista social, lo que le animó a permanecer en España. Aparte de ello, dedicaba su tiempo libre a otras tareas, por ejemplo, los fines de semana aprendía, junto a sus familiares y Juan Carlos (convivían en el mismo piso), a manejar el ordenador, algo que le fue de gran utilidad para cuando en el año 2009 decidió realizar un curso relacionado con la cuestión.
La otra dificultad a la que tuvo que hacer frente fue “la más grande y la que se sigue viendo”. ¿Os imagináis cuál es? Sí, la discriminación. José Luis y sus familiares recibían miradas de rechazo e incluso eran víctimas de situaciones diversas, como la de una señora que recoge el bolso por miedo a que le roben. Una situación triste que se extiende al plano laboral, en el que los extranjeros como José Luis trabajan mucho y, sin embargo, reciben un peor trato que los autóctonos. Una realidad que cambia poco incluso cuando han adquirido la nacionalidad, como es el caso de José Luis y su familia. Por tanto, ser inmigrante parece convertirse en un lastre que no solo le arrastra a él, sino también a su familia, y a sus descendientes.
En añadidura a estas dificultades, José Luis tuvo que hacer frente a una serie de “batallas” que, si bien están ligadas al proceso migratorio, no son externas a él, sino que se desencadenan en su interior: los duelos.
La mayor preocupación de José Luis era la de dejar a su familia en Perú: su mujer e hijas, su madre y hermanos… pero en especial sus abuelos, a quienes ha ayudado y apoyado mucho siempre. Un duelo que se explica sobre todo por el afecto que es natural en su familia, pues José Luis dice ser uno de los miembros más queridos de una familia de “querendones”, lo que dificultó aún más la separación.
Otro de los duelos que debió afrontar fue el de dejar atrás su país, su “sitio”, su “lugar”. No obstante, él sabía que podía regresar y, de hecho, pensaba que algún día lo haría, como así sucedió. Además, la decisión de partir también desprendía cierto atractivo para José Luis ya que, cansado de las circunstancias de corrupción y delincuencia de su país, quería ofrecer una mejor calidad de vida a su familia.
La gastronomía, la música, la danza…también fueron ámbitos que se vieron alcanzados, puesto que la cultura española presenta ciertas disparidades respecto a la peruana. José Luis destaca dos aspectos que echó en falta en especial: (1) la libertad para poder organizar festejos en su casa sin que los vecinos se quejaran, y (2) los mercadillos al aire libre donde podían comprar los alimentos y especias que les gustaban y que no podían adquirir en los supermercados de Salamanca.
Por tanto, una migración es un compendio de beneficios, dificultades y duelos que la persona ha de atravesar. Un reto que José Luis emprendió con ganas y del que asegura que no se arrepiente. Lo volvería a hacer otra vez porque ello supuso un cambio que en ese momento quería en su vida y que ha mejorado tanto su calidad de vida como la de su familia. Ahora bien, sí se arrepiente de algunas cosas y sí habría cambiado otras.
Por un lado, se arrepiente de haber alejado a su mujer e hijas del resto de la familia; de no haber hecho algo más por su país, porque como se ha mentado a lo largo del relato le gusta la política; y de no haber hecho todo lo posible para traer a más familiares a España. Por otro lado, le hubiera gustado emigrar más joven y, por supuesto, haber ahorrado para poder haber vivido aún mejor.
De cara a futuro, José Luis y su familia quieren permanecer en España, pues se sienten felices, tranquilos y satisfechos con su nivel de calidad de vida, tanto por los salarios que perciben, que les han permitido hacer u obtener cosas que nunca hubieran imaginado (viajar o comprarse un coche); como por la calidad del sistema sanitario y la Seguridad Social existentes en España.
ALGUNAS FOTOS
Foto 1. José Luis y su primo Alejandro en una cabina telefónica de la Plaza de los Bandos contactando con su familia.
Foto 2. José Luis junto a la Glorieta de San Juan Bosco a finales del mes de septiembre del año 2003. Ya estaba trabajando.
Foto 3. José Luis y su familia en el aeropuerto de Barajas (Madrid) esperando para subir al vuelo destino Perú en el año 2012.
Foto 4. José Luis y su familia junto al avión que los llevaría hasta Perú en el año 2012.
Foto 5. Encuentro con la familia por parte de madre de José Luis en su viaje a Perú del año 2012.
Foto 6. José Luis, su amigo Javi y su primo Alejandro (de izquierda a derecha).
TESTIMONIOS
Testimonio de Jessica (21 años)
Jessica llegó a España el 24 de junio de 2005, con 6 años recién cumplidos, por lo que en septiembre de ese mismo año comenzó primaria, la educación básica obligatoria. Conforme transcurrió el tiempo, perdió su acento y adaptó su forma de expresarse, puesto que algunas de las palabras que usaba allí en su país, tenían otro significado distinto en España. Ahora bien, a diferencia de sus compañeros ella ya dominaba algunas cuestiones básicas, como multiplicar, sumar y restar.
En general, no le costó demasiado adaptarse, pues se sintió muy acogida en el colegio, donde entabló amistad rápidamente con bastantes autóctonos, y donde se iniciaría al baloncesto, una actividad que le permitió mantenerse activa e impulsar su integración. Por su parte, no se relacionó con otros adolescentes latinos hasta los 15 años.
La mayor dificultad para Jessica en este proceso fue dejar a su familia en Perú. Sin embargo, como era pequeña tardó poco en olvidar algunas de las caras; solo recordaría las de sus abuelos. El lugar en el que vivía también se fue difuminando poco a poco, hasta que dejó de pensar en lo que había dejado allá.
En 2012 tuvo la oportunidad de regresar a Perú junto a sus padres y hermanas. La adaptación le resultó complicada, de hecho, al principio no quería saber nada de allí, pero pronto el amor de su familia, los planes y otros le animaron a disfrutar del viaje.
El regreso a España exigió un nuevo período de adaptación para Jessica, tanto por tener que dejar de usar los conceptos que empleaba allá, como por la ausencia del cariño de su familia. No obstante, ha podido disfrutar del amor de su abuela que ha venido a Salamanca en varias ocasiones tras dicho viaje.
Testimonio de Anaid (14 años)
El relato de Anaid fue muy breve, pues se emocionó al empezar a hablar de su primer viaje a Perú, el primer contacto de su vida con la tierra de origen de su familia.
Anaid se sintió rara, porque no era el país en que había nacido, sin embargo, se adaptó mucho más rápido que su hermana Jessica. Por primera vez en su vida recibió el amor de su familia, razón por la que le costó regresar.
Testimonio de Brígida (44 años)
Brígida se sintió muy nostálgica en su llegada a España, en especial porque dos días antes de viajar murió su abuelo paterno, al que quería mucho.
En su primer contacto con España, todo le resultó extraño: ir al supermercado (ya se ha comentado anteriormente que en Perú la compra se hace en mercadillos al aire libre), el lenguaje, el clima…
Asimismo, al principio le costó relacionarse con los autóctonos. Quedaba con otros peruanos, con compatriotas que también habían emigrado a España. Esta situación cambió varios años más tarde, cuando le contrató la empresa de catering a la que se ha hecho referencia anteriormente, y donde comenzó a relacionarse más con los autóctonos.
BIBLIOGRAFÍA
Abusada, R. y Pastor, C. (2008). Migración en el Perú. Instituto Peruano de Economía. Recuperado 10 mayo 2021 de http://ipe.org.pe/wp-content/uploads/2009/06/migracion-en-el-peru-ipe-0510109.pdf
Organización Internacional para las Migraciones (2012). Perfil Migratorio del Perú 2012 (1ª ed.). Lima: Editorial Súper Gráfica E.I.R.L.
Ortiz, R. (2021). José María Aznar López [Entrada blog]. Recuperado 24 mayo 2021 de https://www.cidob.org/biografias_lideres_politicos/europa/espana/jose_maria_aznar_lopez#10


