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Blog dedicado al fenómeno migratorio y étnico
 

Historia de Monir, un joven tangerino en Cantabria

Historia de vida realizada por Cristina González Sarabia (Estudiante del Grado en Trabajo Social)

Monir es un joven de 19 años de Tánger, ciudad al norte de Marruecos. Tánger es una de las ciudades más grandes del país. Su localización geográfica en el estrecho de Gibraltar ha contribuido a la creación de un gran puerto, lo que ha favorecido el desarrollo industrial de la ciudad. Es un importante destino turístico, de manera que una gran parte de la economía se basa en la industria hotelera de la costa. Es una ciudad que ha recibido mucha población en las últimas décadas debido al éxodo rural, lo que ha provocado la creación de barrios o distritos de poca capacidad económica. Hay un gran contraste entre estos distritos y la zona turística. Monir dice que la ciudad acoge a turistas que llegan y se van, y se olvida de sus habitantes.

Monir vivía en Beni Makada, uno de estos distritos, con su familia. Terminó la enseñanza obligatoria y con 15 años empezó a ayudar a su padre con el comercio de fruta. Tenía amigos en el barrio y su familia tenía suficiente dinero para cubrir las necesidades de todos, aunque vivían con lo justo. A Monir le gustaba esa vida, aunque solía sentirse aburrido de la rutina de la vida en el barrio. Comenzó a plantearse emigrar a España con 16 años, después de que un hermano de su madre emigrase a Cádiz. En el colegio había aprendido algo de español y se sentía conectado con ese país. Al principio la idea no fue bienvenida por su familia. Tanto su padre como su madre preferían que se quedase en Tánger, ayudando en la frutería. La idea de Monir, que tenía contacto con otros jóvenes que habían emigrado a España, en un principio era ir siendo menor de edad para poder regularizar más fácilmente su situación y ponerse a trabajar cuanto antes para mandar dinero a su familia. Sin embargo, su familia no creía necesario tener más dinero, y mucho menos a cambio de que su hijo se fuese del país. Monir insistió durante un tiempo hasta que consiguió el apoyo de su familia, quienes pensaron que cuando llegase a España, si las cosas no iban bien podría contar con el apoyo de su tío. Él sabía que podría vivir en un centro para menores de edad extranjeros como él y pensó que con sus conocimientos básicos de castellano podría encontrar un trabajo rápidamente.

Con 17 años recién cumplidos, en octubre de 2018, Monir se subió a una patera y emprendió su viaje a España. El viaje le costó mucho dinero a su familia. Llegó a Cádiz, y estuvo viviendo en un centro de menores extranjeros no acompañados en Jerez de la Frontera. Poco a poco se fue dando cuenta de que trabajar con un contrato no iba a ser tan fácil como él pensaba. En la casa en la que vivía le obligaban a estudiar algo, pero al llegar en octubre los cursos ya habían empezado y no quedaban plazas en los cursos a los que podía acceder. Comenzó a acudir a un programa de apoyo socioeducativo de Cruz Roja, donde conoció a una voluntaria con la que viviría más adelante.

Vivió en el centro hasta que se fugó en mayo de 2019. Le dijeron que le tenían que hacer una prueba para determinar su edad, y, aunque en ese momento aún era menor, ante el miedo de que saliera que era mayor de edad, decidió irse. La voluntaria de Cruz Roja, María, le acogió en su casa durante unos meses, pues recientemente habían empezado una relación sentimental.

Monir siempre ha sido muy independiente y no quería ser una carga para nadie, ni para su tío ni para María, de manera que emprendió un segundo viaje hacia Cantabria, pues algunos compatriotas le habían dicho que allí no realizaban pruebas de edad. En agosto de 2019 llegó a Santander. Comenzó a vivir en una de las casas de MENA en un pueblo cerca de Santander. Allí conoció a Anass, otro chico de Tánger con el que mantiene amistad. Monir dice que Anass es su mejor amigo y que sin él no aguantaría en España.

En septiembre de 2019 comienza un programa de formación profesional básica de alojamiento y lavandería con Anass.  Aprende muy rápido y tiene buen nivel de castellano. A pesar de que es mayor de edad, dispone de una tarjeta MENA en la que pone que cumple 18 años en agosto de 2020, lo que le permite seguir viviendo en el centro.

Su idea de futuro es regularizar su situación administrativa por arraigo social, porque no tiene pasaporte. Sus educadores del centro le dicen que se lo mande su familia desde Marruecos, pero eso supondría descubrir que es mayor de edad y quedarse sin lugar en el que vivir. Sin pasaporte no puede conseguir un contrato de trabajo, con lo que regularizar por esa vía es imposible. Espera cumplir los 3 años de permanencia en España que requiere la ley mientras termina este curso y realiza otro en la misma institución en la que está ahora, pues allí se encuentra muy a gusto, le orientan y apoyan. Esa institución le ayudará a buscar un lugar en el que vivir cuando cumpla los 18 años en agosto según la tarjeta MENA. Cuando consiga un permiso de residencia quiere volver a Cádiz para poder estar cerca de María, a quien echa mucho de menos, y, cuando consiga algunos ahorros, quiere ir a ver a su familia. No quiere volver a vivir a Marruecos, pero sí le gustaría ir cada cierto tiempo, pues también echa mucho de menos a su familia.

A día de hoy se arrepiente de haber emigrado. Dice que si hubiese sabido cómo era la realidad antes de marcharse no lo habría hecho. Antes de hacerlo sabía que iba a ser duro, pero nunca pensó que después de casi dos años no conseguiría trabajo. Dice que, aunque su familia quiere que vuelva a Tánger, él no se lo permite, porque sería fracasar. Les dice que todo va bien para no preocuparles.

 

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