El pirata roberto Cofresí y Ramírez de Arellano
Mucho se ha especulado y se ha mitificado la muerte de Roberto Cofresí y Ramírez de Arellano y su enterramiento en el cementerio Santa María Magdalena de Pazzi. Gran parte de esta mitificación de su enterramiento se basa en las palabras que Cayetano Coll y Toste dedicó a este pirata caborrojeño. Nos dice el ilustre don Cayetano sobre Cofresí:
“Roberto Cofresí y Ramírez de Arellano(11), natural y vecino de Cabo Rojo, era un joven altivo, de veintiséis años de edad, robusto, valiente, audaz y de bravo aspecto. Unido a quince compañeros de la piel del diablo, eran el terror de estos mares antillanos con sus piraterías.
Para satisfacer a la vindicta pública y asegurar el reposo y tranquilidad de estas islas, fueron pasados por las armas en la mañana del 29 de marzo de 1825. Un gentío inmenso presenció el horroroso espectáculo en el Campo del Morro. Un destacamento del Regimiento de Infantería de Granada formó el cuadro para conservar el orden. Una descarga cerrada de un piquete de tiradores, a una señal sigilosa convenida, hizo que once de aquellos desgraciados pasaran a la eternidad. Los otros habían muerto en los combates sostenidos con las Milicias.
[...]
Las hermanos de la caridad [sic], que no comulgan con el odio social, previo permiso del Gobierno, dieron sepultura a aquellos cadáveres en el cementerio Santa María de la Magdalena.
Así terminaron el valiente Cofresí y sus intrépidos compañeros de correrías pirática”.
El problema de este testimonio de segunda mano (que no implica que queramos restarle mérito a la iniciativa de don Cayetano por entender sobre Cofresí) es que no coincide con toda reglamentación de la época que prohibía la inhumación de no católicos, párvulos y criminales dentro de tierra consagrada. Sin embargo, parece ser que razones económicas, la mediación religiosa y su condición de corsario empleado por el gobierno colonial hizo posible que fuese enterrado en el cementerio. Además de que Coll y Toste confirma su inhumación en el Boletín Histórico, también el acta de defunción de Cofresí de 1825 hace lo mismo como fuente de primera mano.
Analicemos todo el panorama, es decir, dónde pudo haber sido enterrado dentro o hasta fuera del cementerio ante este problema de investigación. Una buena herramienta teórica que nos puede ayudar para llevar a cabo esto es analizando el cementerio desde la Arqueología del paisaje y la memoria social.
Antes que todo, es necesario que tener claro cómo era el cementerio en 1814. En primer lugar, a Crofresí lo enterraron según C. Coll y Toste el 29 de mayo de 1825. Esto quiere decir que el cementerio se encontraba aún en su fase provisional, en la que el Cabildo de San Juan estableció en 1814. Esta fase provisional estaba localizada en la actual primera sección que uno mira al entrar al cementerio, antes de la entrada monumental hacia la capilla y la galería de nichos. Si nos dejamos llevar por Coll y Toste y el acta de defunción del pirata, en alguna parte de esta sección fue donde pudo haber sido enterrado. En caso de que no haya sido allí, el pirata tuvo que haber sido enterrado en el cementerio nuevo que se construyó en 1863, donde está actualmente la capilla y la galería de nichos.
Aun así con esta evidencia y análisis arqueológico, no tenemos una lápida que nos indique dónde se encuentran los restos de nuestro pirata. ¿Cuáles son las razones por las cuales no se ha conservado hasta nuestros días una lápida que indique dónde fue enterrado el pirata? Son muchas las razones por las cuales no tenemos una lápida que marque su tumba. En primer lugar, que su familia haya dejado de pagar la renta correspondiente para mantener su tumba, lo que haría que sus restos hayan sido exhumados y tirados en un osario. Segundo, el propio estado de deterioro en el que se encontraba el cementerio, debido a que fue muy odiado por los vecinos en aquel entonces, impidió que su tumba se conservase. Tercero, la proximidad del cementerio al mar. Hay muchos testimonios que nos revelan que muchos cadáveres se perdían en el mar por el oleaje.
Queda por investigar por qué su familia, si era de Cabo Rojo, no se lo llevó a ese pueblo, sobre todo cuando la misma era muy prominente (su padre trabajaba con las aduanas, por tanto, trabajaba para el gobierno colonial y él mismo fue corsario real). Lamentablemente nuestro alcance documental de momento se encuentra un tanto limitado como para corroborar esta posibilidad.
Ver:
Fuentes primarias:
Acta de defunciones de la la Parroquia Nuestra Señora de los Remedios, Defunciones, 1824-1826, folio 86 v.
Caro Costas, Aida ed. Actas del Cabildo de San Juan de Puerto Rico, 1812-1814. San Juan: publicación oficial del municipio de San Juan, 1968.
________________. Actas del Cabildo de San Juan de Puerto Rico, 1814. San Juan: publicación oficial del municipio de San Juan, 1968.
Carroll, Henry K. Report on the Island of Porto Rico: Its Population, Civil Government, Commerce, Industries, Productions, Roads, Tariff, and Currency, with Recommendations. Puerto Rico, Ediciones Puerto, 2005.
Luis Martínez Fernández, Protestantism and Political Conflict in the Nineteenth-Century Hispanic Caribbean. United States, Rutgers University Press, 2002.
Circular que dirige el Señor gobernador de la Sagrada Mitra á los parrocos, eclesiasticos, y fieles cristianos del arzobispado de Mexico, sobre Ereccion de Cementerios fuera de las Poblaciones. Mexico Oficina de Doña Maria Fernandez de Jaurequi, calle de Santo Domingo, año de 1809.
Real Academia de la Historia. Informe dado al Consejo por la Real Academia de la Historia en 10 de junio de 1783 sobre la disciplina eclesiástica antigua y moderna relativa al lugar de las sepulturas. En Madrid, en la oficina de Don Antonio de Sancha, impresor de la Academia, año de 1786.
Reglamento para la administración, cuidado y conservación del Cementerio Municipal de San Juan Bautista de Puerto Rico. Puerto Rico, A. Lynn Imprenta del municipio, Fortaleza, 24 y 26, 1888.
Planos:
“Plano y perfiles en que se manifiesta el pie de la muralla desde el ángulo flanqueado del Baluarte de Santo Domingo hasta el de San Antonio, el terreno comprendido entre ellos y la Mar, el desnivel del mismo terreno, la batería, cuerpo de guardia, y almacén de San José, la situación de las cercas del Cementerio estable y las del provisional”.A.G.I. MP-Santo Domingo, 708\1\1.
“Plano no. 1o. del cementerio proyectado para la plaza de Sn. Juan de Puerto Rico”. A.G.P.R. Municipio de San Juan. Caja 325, leg. 96, pieza 1, núm. 1.
“Expediente sobre saneamiento del terreno destinado a ensanche del cementerio de la ciudad, 25 de febrero 1889- 6 febrero 1890”. A.G.P.R. Municipio de San Juan. Caja 325, leg. 96, pieza 1.
“Construcciones municipales”. A.G.P.R. Municipio de San Juan. Caja 325, leg. 96, pieza 1, núm. 7.
“Expediente sobre destinar un lugar fuera del mismo convenientemente cerrado, para los cadáveres de las personas, que no pertenezcan al seno de la Religión Católica. 21 sept. 1875-5 marzo 1878”. A.G.P.R. Municipio de San Juan. Caja 325, leg. 96, pieza 1, núm. 7.
Sobre Arqueología del paisaje y la Memoria social:
Halbwachs, M., La memoria colectiva, Zaragoza, 2004.
Geary, P. J., “Memoria”, en Le Goff, J. y Schmitt, J.-C. (eds.), Diccionario razonado del Occidente medieval, Madrid, 2003, pp. 527-536.
Jones, A., Memory and Material Culture, Cambridge, 2007.
Fentress, J. y Wickham, C., Memoria social, Valencia, 2003.
El paisaje en perspectiva histórica. Formación y transformación del paisaje en el mundo mediterráneo, Zaragoza, 2008.
Otras fuentes:
Coll y Toste, Cayetano. Boletín histórico de Puerto Rico.