El mito artúrico desde la memoria histórica: análisis y observaciones iniciales

17/03/14, 11:53

El sueño del rey Arturo en Avalon.  Edward Burne-Jones

 El sueño del rey Arturo en Avalon (de Edward Burne-Jones)

La figura del rey Arturo es una de las más llamativas y comentadas desde la Edad Media hasta la época contemporánea.  La primeras registros escritos en los cuales aparece Arturo son Historia Brittonum y los Annales Cambriae.  Ambas crónicas, relacionan a Arturo con la Batalla del Monte Badón en la cual los bretones vencieron a los sajones en el siglo VI.  Se duda de la veracidad del protagonismo del rey en esa batalla por dos razones: primero, porque ambas crónicas son tardías, siendo escrita Historia Brittonum en el siglo IX y los Annales Cambriae en el siglo X; segundo, porque cronistas contemporáneos a la Batalla del Monte Badón como Gildas en el siglo VI, o Beda el venerable en el VII dieron cuenta alguna de la existencia de Arturo.

Ante la falta de evidencia escrita empírica, muchos historiadores también han insistido en tratar de relacionar al rey Arturo con personajes históricos que sí existieron como Owain Dantgwyn por ejemplo.  Este caudillo anglorromano existió entre los siglos V y VI d. C.  Su sobrenombre era Art (que significa oso), pero con todo y eso, esta vinculación al rey Arturo no pasa del ámbito de la especulación.  Tampoco se ha encontrado evidencia arqueológica hasta la fecha que constate la evidencia de Arturo, lo cual refuerza la tesis de que es un personaje mítico inventado.

La creación mítica sobre el rey Arturo cobró mucho impulso en el siglo XII a manos de Geoffrey de Monmouth con su libro Historia Regnum Britanniae.  La Historia Regnum Brittaniae sentó las bases para la construcción del imaginario monárquico/caballeresco a seguir en la literatura posterior a su escrito.

Según Marie-José Lemarchand, Geoffrey de Monmouth fue el “[...] inventor del mito artúrico, acierto político que proporcionó a la monarquía anlo-normanda un pasado tan venerable como el de los Capetos con los doce pares de Carlomagno.”  Influyente fue la obra de Monmouth en la literatura contemporánea a él, como puede ser apreciado en la recuperación trovadoresca de los cuentos artúricos por parte de Leonor de Aquitania, esposa de Enrique II de Plantagenet.  Sin embargo, va a ser Robert de Boron, pero principalmente Chrétien de Troyes -autor de interés en este trabajo- el que va a llevar la figura artúrica a su punto culminante:

“Serán los autores medievales, como Chrétien de Troyes o Robert de Boron, los que darían el impulso definitivo al rey Arturo y los suyos: el mago Merlín, Morgana, Ginebra, así como los caballeros puros de de la tabla redonda donde estaban Lancelot, Percival… Todos giran en torno a la magia de Excalibur, espada prodigiosa protegida por la dama del Lago, quien en el deseo de dar a Inglaterra el monarca más capaz, la incrustará en una roca a la espera de ser extraída por el joven Arturo, el único elegido para regentar el destino escrito por los dioses celtas.”

Muchos historiadores se han empeñado en estudiar el pasado del rey Arturo “histórico” sin tener en cuenta que el pasado, en casos como estos, es más pensamientos e ideas de él que del fenómeno en sí.  Ya en el propio mito de Arturo pueden ser hallados anacronismos, como bien se  puede a preciar por una parte en su ubicación cronológica, de finales del siglo V y comienzos del VI, pero, por otra parte, su construcción es posterior a sus “hechos”.  El posterior desarrollo del mito artúrico es producto de una ideología e imaginarios que influyó las prácticas socio-políticas.  El desarrollo y el interés por el mito artúrico no se detuvo en la Edad Media sino todo lo contrario.  Con la “academización” de la Historia desde finales del siglo XVIII la Historia medieval no ha dejado de interesarle a los historiadores.

La propia “Historia” del rey Arturo es un ejemplo del problema de dar por sentado la construcción del conocimiento como una cuestión “positivista” y “objetiva”, cuando la realidad socio-cultural es mucho más que una sola versión de los hechos.  Una posible vía a este problema de investigación sería cuestionarse mejor ¿por qué hubo necesidad de crear un mito artúrico desde la memoria histórica que indagar en sus orígenes en sí y tratar de constatar la veracidad del personaje histórico.

La fuerza del mito radica en la necesidad de él.  No es accidente que el mito, con todo y que sitúa a Arturo en los siglos V yVI, cobrara fuerza en siglos posteriores durante gran parte de la Edad Media y en diversos lugares como Francia y Gran Bretaña.  Tampoco se puede perder de perspectiva la apropiación llevada a cabo por los nacionalismos europeos de las tradiciones, los mitos y las leyendas en siglos posteriores, específicamente en el siglo XIX, con el fin de justificar sus proyectos políticos-ideológicos al conformarse los estados nacionales.

Más allá de la veracidad histórica del rey Arturo, toda la construcción mítica sobre el rey ha sido un referente importante para ambos contextos históricos, tanto la Edad Media como la Época contemporánea, que han sido estudiados.  El análisis del mito artúrico se vuelve mucho más interesante en la medida que el mito, en su dinamismo, puesto que su evolución responde a los discursos socio-políticos en los respectivos periodos en los que se construyen.

 

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