Trevejo, un lugar para perderse

16/01/16, 17:44

Trevejo es uno de esos lugares en el que el cuerpo nos invita a perdernos. Ubicado sobre un pequeño monte, con una raíz en su topónimo que nos recuerda a Tréveris o Treviño, posiblemente de la misma raíz de la que procede la palabra: “trebia” o tribu, el municipio de Trevejo impone su presencia sobre uno de los valles más occidentales de la Sierra de GataCuando el viajero se encamina a través de los caminos pedregosos que ascienden desde Villamiel, pueblo que actualmente ostenta la alcaldía sobre la pedanía de Trevejo, se siente empequeñecido ante las mole que se alza sobre él. Un monte escarpado sobre el que posiblemente se alzara un pequeño recinto fortificado y de vigía allá por la Edad del Bronce o quizá antes, sólo la arqueología ausente del entorno podría sacarnos de dudas. Característica defensiva y de observancia que jamás hubo de perder. Desde esta fortaleza de Trevejo, antes que el Comendador Juan Piñeiro hiciera esculpir su noble heráldica sobre la Torre del Homenaje de la fortaleza, ya hizo sus tropelías el pícaro Hernán Centeno que asoló las tierras desde el Rappapelo hasta el oriente serragatino con sus mesnadas y hombres de armas. Nunca fue quizá un gran bastión, mucho menos un baluarte. La Edad Moderna pasó por él como viento lejano sin apenas modificar sus estructuras o darle mayor poderío del que tuvo durante la Guerra de Restauración Portuguesa. La Guerra de las Naranjas no le dio el mismo protagonismo político, los castillos perdían su importancia, aunque desde luego si que fue la antesala de su sepultura. Unos años después, durante la Guerra de la Independencia y ante la pérdida de la guerra, los soldados franceses no dudaron en volar la Torre del Homenaje, derruyendo gran parte de sus muros y haciendo saltar por los aires una maravillosa techumbre a cuatro aguas que servía de aderezo perfecto al majestuoso edificio, tan asentado en la roca que cuenta casi con tanta parte sumergida bajo el terreno en lóbregas bodegas como piedra se levanta sobre el roquedo sobre el que se levanta el pueblo de Trevejo.

Ante el peso de la historia, en Trevejo como decimos, perderse es necesidad. Uno esos lugares imprescindibles si queremos conocer de verdad una comarca y no perdernos sus cosas más importantes. Tal vez el viajero demande eso sí una serie de cosas que no podremos encontrar en Trevejo y que siguen haciendo de Sierra de Gata esa comarca en la que pese a la vocación sincera de parte de sus habitantes, no se acaba de despegar como foco turístico regional. Mala panelización, mala conservación y escaso interés por parte de la administración hacen del Castillo de Trevejo un diamante en bruto por explotar pero que sin duda acabará siendo bandera del Parque Cultural Sierra de Gata y de las posibilidades de la zona oeste peninsular de continuar apostando por su desarrollo rural y capacidad productiva. Más o menos encontraremos lo que se puede ver en el castillo de Santibáñez el Alto, aunque el castillo de Trevejo sea inferior en tamaño, su estado de conservación es similar. La pérdida de la Torre del Homenaje del castillo de Santibáñez y su desmantelamiento piedra a piedra posiblemente vendida y para construir parte del pueblo, si bien generaron una arquitectura bellísima, supusieron también un verdadero desastre para el patrimonio arquitectónico de Sierra de Gata.

La administración debería favorecer la reconstrucción o al menos consolidación del castillo de Trevejo si no quiere perder otro de los símbolos militares y culturales de la historia de Sierra de Gata.

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