La lectura del texto a la hora de traducir del Inglés

5/11/15, 15:56

El traductor de inglés inicia la primera etapa del proceso traductor, la etapa de la comprensión (designada también, según los autores, con los términos «análisis», «exégesis» y «descodificación»), con una lectura atenta del texto. Esta lectura se realiza dentro de un marco comunicativo y con una finalidad distintos de los del lector común, puesto que se lleva a cabo desde una posición de responsabilidad múltiple: ante el texto original en inglés, ante la intencionalidad —en la medida en que se puede averiguar— del autor, ante el «iniciador» de la traducción, ante la lengua , la cultura y el público receptores del texto traducido. El objetivo es extraer todo el contenido y el valor expresivo del texto para luego reformularlos en la lengua de llegada.

El traductor de ingles para empresas madrid, se diferencia del lector común en varios aspectos importantes. Normalmente, la lectura de un texto constituye una finalidad en sí. En ese encuentro con el autor, el lector aporta sus conocimientos lingüísticos y culturales, sus experiencias y opiniones personales a la comprensión e interpretación del texto. De este modo, puede decirse que construye su sentido. Al leer, el traductor también pone al servicio del texto todos los resortes de su conocimiento y su experiencia, pero, en este caso, la captación y la comprensión del texto no finalizan el proceso comunicativo abierto por el autor, sino que lo reinician, con lo cual el lector/traductor se convierte en portavoz del autor del texto original y, a la vez, en autor del texto traducido en otra lengua. En esta construcción y posterior reconstrucción del texto, debe evitar cualquier omisión o añadidura que no sea exigida o bien por el esclarecimiento del sentido del texto original (por ejemplo, la explicitación de elementos subyacentes basados en supuestos culturales compartidos por el autor y los lectores originales, pero desconocidos por el público al que se dirige la traducción) o bien por las características sintácticas o estilísticas específicas de la lengua a la que se traduce.

El traductor es también un lector atípico en la medida en que suele realizar unas lecturas en una lengua que no es la propia, ya que la mayoría de los traductores no son bilingües y trabajan preferentemente hacia su lengua materna, que es la que mejor conocen y aquella cuyos recursos expresivos mejor dominan. Dicho dominio es un requisito imprescindible para llevar a cabo la fase final de la traducción al inglés, la reformulación en otra lengua del contenido y sentido global del texto de partida y la consiguiente creación de un nuevo texto, que constituye un injerto de ideas, conocimientos y expresividad en la cepa de la lengua y la cultura receptoras. El texto traducido aporta y aclimata algo nuevo y enriquecedor por lo cual —y con la salvedad de los textos estrictamente instructivos— carece de sentido postular que todo texto traducido deba guardar la misma relación con su lengua de expresión que el texto original con la suya, o que el impacto que provoque en su público inmediato sea enteramente análogo al que el texto primitivo causó en el público coetáneo del autor original que compartió lengua y cultura con éste.

En cada una de las dos fases principales, comprensión y reexpresión, el traductor debe contar con una competencia lingüística óptima en sus idiomas de trabajo y, de forma no menos importante, con un amplísimo acervo de conocimientos, especialmente en lo referente a las culturas que nutren el texto de partida y al público receptor de la traducción. Además, si —a diferencia del lector original— el traductor no está versado en el tema específico del texto que le toca traducir (por ejemplo, la avicultura), se verá obligado a documentarse sobre él antes de emprender la traducción y, seguramente, a lo largo de todo el proceso, recurriendo a enciclopedias y obras de consulta especializadas en las dos lenguas o a textos y formatos paralelos (en el caso, por ejemplo, de documentos legales, comerciales y técnicos). El traductor debe esforzarse por ser el mejor lector del texto, puesto que tiene la enorme responsabilidad de acercar a un autor y un público, los cuales, sin su mediación, permanecerían en un estado de mutua inaccesibilidad. Es, por lo tanto, una pieza clave en la transferencia y comprensión de informaciones, opiniones e ideas entre personas, lenguas y culturas.

En su primera lectura el traductor se familiariza con el texto en su conjunto, con la materia expuesta en él y con las características del discurso del autor. También identifica los posibles problemas planteados por la traducción. Éstos pueden ser de índole textual o extratextual. Los problemas de tipo textual (relacionados con elementos léxicos o conceptos desconocidos; citas, alusiones u otros elementos polifónicos, es decir, ecos o glosas intertextuales no explícitos; ambigüedades) exigen una solución específica mediante la consulta de diccionarios, obras especializadas, expertos en la lengua y el tema del texto original y, en casos privilegiados, el autor del mismo. Los problemas de tipo extratextual (relacionados con el motivo y la función deseados de la traducción; la especifidad del lector o los lectores de la traducción; la distancia cultural, ideológica o temporal entre el autor del original y los receptores de la traducción) influyen en la estrategia traductora adoptada frente al texto en su totalidad. Una lectura intensiva es la base de un análisis sintáctico, semántico y pragmático del texto, de modo que todo traductor principiante debe ser especialmente cuidadoso en esta etapa de comprensión y, según el grado de complejidad del texto, realizar una, dos o más lecturas para satisfacer todos los objetivos de la exégesis. Con la práctica y la experiencia que ésta conlleva, la lectura exegética se irá convirtiendo en un reflejo instintivo y, en ocasiones, ante textos que se ajusten claramente a unas especificaciones convencionales de formato (género) y que no presenten especiales problemas léxicos o discursivos, el traductor profesional puede llevar a cabo esta lectura de modo simultáneo a la traducción y añadir en la fase de revisión una plusvalía de intensidad que haga más escrupulosa su relectura.

 

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