El País 20/03/2020. [Noticia seleccionada y comentada por Pablo García Gómez. Grado en Sociología]
La noticia informa sobre la reciente revuelta que ha acontecido en el Centro de Internamiento de Extranjeros de Aluche. Retrata como los internos, en su acto reivindicativo se subieron al techo de una cubierta de un patio pidiendo la libertad y anunciando una huelga de hambre, como acción de protesta en exigencia del tratamiento y/o la libertad de algunas personas que podían presentar síntomas. Han recogido cientos de firmas y en una carta de denuncia insisten en que no están siendo tratados como “personas”. El Centro, tras el Estado de Alarma, suspendió las visitas de las organizaciones humanitarias. No se les ha realizado análisis médicos a las personas internas, siendo las únicas medidas la colocación de botes de gel y el tratamiento “con analgésicos”, tampoco hay medidas de aislamiento ni medidas preventivas al contagio (esto último es una de las grandes quejas de los internos). Varios grupos políticos y colectivos han mostrado su preocupación por la situación y por las posibles medidas disciplinarias severas por parte de las autoridades. Piden también el cese de la privación de la libertad de estas personas y el cierre de los CIEs. Ya en algunos CIEs se ha liberado a varias personas, permitiéndolas volver a sus casas o asistir a plazas de atención humanitaria para cumplir el confinamiento, o, dejados en la calle.
El motivo principal por el que me interesa este tema es porque consiste en una de las manifestaciones más graves que presenta el racismo institucional en nuestro país. Partiendo de la base racista por la cual se define como delito venir de otro país, ignorando todos los motivos los cuales llevan a las personas migrantes a abandonar sus vidas y buscar otra nueva en España, el hecho de encerrarlas y privarles de libertad, es una muestra totalmente grotesca, autoritaria y cruel del racismo que practican las instituciones del Estado Español.
Y ya sin ni siquiera la necesidad de entrar en el debate de la inmigración ilegal, ya que se sabe que muchas de las personas reclusas en los CIEs han sido encarceladas simplemente por su aspecto, pudiendo tener todos los documentos administrativos en regla (también incluiré una referencia para esto al final). Al final, acaban siendo completas cárceles raciales en las que ni se cumple su principal objetivo (la deportación de los ilegales), eternizando el abuso y la degradación sobre las personas ahí recluidas. Me parece evidente, y de tener un corazón latiendo en el pecho, que ante esta situación se proceda a liberar a esas personas y permitirles seguir el confinamiento de la mejor y más segura manera posible. Son uno de los colectivos más vulnerables en esta situación y deben dejar de estar expuestos al peligro que supone el coronavirus.
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FUENTE:
https://elpais.com/politica/2017/02/03/actualidad/1486132000_254307.html


