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Universidad de Salamanca
Blog dedicado al fenómeno migratorio y étnico
 

UNA EMIGRACIÓN HACIA ALEMANIA

Historia de vida realizada por  MARI ÁNGELES ACEDO GARRIDO  (Grado en Trabajo Social)

  1. Presentación del entrevistado.

Las historias de vida que voy a contar en este trabajo son las de mis abuelos maternos, Antolina de 79 años y Carlos de 81. Ambos de nacionalidad española, nacieron en Hornachos, un municipio de 3.812 habitantes perteneciente a la provincia de Badajoz, donde residen actualmente.

  1. Situar la historia.

Carlos se dedicaba a la siembra de trigo, cebada y recolección de uvas; lo cual le ofrecía ingresos insuficientes para cubrir todas las necesidades de los seis miembros que conformaban la unidad familiar, más su familia extensa.  Mientras Carlos se ocupaba del mantenimiento económico del hogar, Antolina se dedicaba al ámbito privado relacionado con la crianza y el cuidado de sus hijos; esta situación era común en las familias debido a la fuerte presencia de los roles.

El proceso migratorio se produjo desde España a Alemania, en diferente época; en primer lugar, en noviembre del año 1973, fue Carlos quien emigró solo hacia la ciudad de Giessen, situada a 70 kilómetros de Frankfurt. En aquel momento, Carlos tenía 33 años, estaba casado con cuatro hijos, de siete, cinco, tres y el más pequeño de un año. Al ser el hijo mayor de cuatro hermanos ayudaba económicamente a sus padres y a dos de sus hermanas.

En aquel entonces la situación entre ambos países era muy diferente. Por un lado, Alemania se caracterizaba por ser un país de acogida de inmigrantes por motivos económicos, debido a la escasez de mano de obra para su industria. Mientras, España se trataba de un país emisor por ese mismo motivo.

En la década de los 50, España vivía en situación de pobreza, desempleo y tensión social.  En el año 1960 se firma un Acuerdo entre el Gobierno del Estado Español y el Gobierno de la República Federal de Alemania sobre migración, contratación y colocación de trabajadores españoles en la República Federal de Alemania. Todas las semanas entre 1960 y 1973 alrededor de 800 españoles emigraron a Alemania. Los que procedían del Sur España se trasladaban a Madrid, donde esperaban la salida del tren hacia su destino en Alemania, este viaje duraba varios días. El Gobierno de Madrid estaba interesado en evitar que emigraran obreros especializados, imprescindibles para la industria nacional, trataba que el perfil del emigrante medio fuera un hombre joven, de escasa formación, que enviara dinero a su familia en España. El nivel profesional de los españoles era uno de los más bajos. En torno al 80% de los españoles se emplearon como peones y únicamente un 20% como obreros cualificados y especialistas. Si bien, después de varios años trabajando en la misma empresa, muchos españoles lograron ascender a obrero cualificado, la tendencia global no se modificó (Sánchez, 2012).

Hasta el año 1973 emigraron más de medio millón de Españoles (Fleta 2005).

Frente a la situación de crisis y precariedad laboral en la que estaba sumergida España, el país de destino disponía de altas tasas de demanda de empleo, lo cual contribuía a la mejora de la calidad de vida que Carlos buscaba.

La migración fue de carácter voluntaria, los motivos fueron exclusivamente económicos. Si bien, Carlos aún recuerda lo complicado que fue tomar la decisión junto con su mujer, de emigrar a un país desconocido. La noticia causó en su familia mucho temor, nerviosismo e incertidumbre, necesitaron un tiempo de asimilación, en un primer momento su familia no estaba a favor de la decisión, sin embargo, durante el proceso Carlos siempre se sintió apoyado.

  1. Explicar el proyecto migratorio.

Las llamadas Hermandades Sindicales de Labradores y Ganaderos, a través de sus organismos locales pusieron a disposición de los ciudadanos de la localidad la opción de trabajar en otros países europeos, entre ellos Holanda, Francia, Alemania, para ello únicamente era necesario apuntarse a un listado.

Tras meditar la decisión y haber rechazado acudir a la citación meses anteriores, debido al miedo que le producía a su esposa la idea de emigrar. Carlos volvió a inscribirse, dos meses después recibió una carta donde se aceptaba la propuesta, es ese momento empezó a realizar los trámites correspondientes, entre ellos solicitud, entrevista y reconocimiento médico.

Estaba organizado por el Gobierno de Alemania, Carlos se fue con un contrato de trabajo en una empresa de materiales de construcción, que además proporcionaba alojamiento donde residían más españoles. Se trataba de una residencia de reciente construcción, compuesta por 20 habitaciones individuales y zonas de uso común, como la cocina o comedor, en ella donde podían hospedarse sus familiares durante unos días.

El viaje hasta Alemania lo hizo en tren, acompañado de más personas que emigraban,  además de un guía y un intérprete que puso a disposición la empresa. Ese mes, emigraron dos personas más del municipio, para ambas era una experiencia totalmente desconocida pues hasta ese momento apenas habían salido del municipio.

Carlos lo único que sabía de Alemania era que la situación en el país era mejor. Percibe el proceso migratorio como una experiencia muy positiva y enriquecedora. Sin embargo, aún recuerda las despedidas tan dolorosas de sus hijos y su mujer, el no ver crecer a sus hijos en el día a día, la soledad en un país en momentos difíciles o no poder celebrar los acontecimientos agradables.

Sin lugar a dudas lo más duro para él fue separarse de su mujer, sus cuatro hijos, del resto de su familia y amigos. Así como, el miedo ante el posible fracaso. Su mayor preocupación era que a su familia no les volviese a faltar nada, trataba de enviar la mayor cantidad de dinero todos los meses; venía dos veces al año, todos los domingos llamaba a casa, frecuentemente enviaba cartas y muchas fotografías, para que su familia viera que se encontraba bien.

  1. La vida en el país de destino

En un principio, Carlos recuerda que experimentó un choque cultural, necesitó un periodo de adaptación debido a los grandes cambios producidos en un corto periodo de tiempo: pasó de vivir en un pueblo a una ciudad con señaladas diferencias y un puesto de trabajo hasta entonces, sin experiencia en él. Con el paso de los años lo ascendieron de categoría laboral en la empresa, y ocupó puestos que desempeñaban también los alemanes, era un trabajo más cómodo, aunque con mayor responsabilidad.

En Alemania Carlos trabajaba en una fábrica de materiales de construcción, con turnos de mañana, tarde o noche. Además, buscaba otros empleos complementarios. Así, la mayor parte de su estancia compaginó el trabajo fijo de la fábrica con otro empleo en un vivero de flores, sin tener tiempo apenas para el descanso. Carlos recuerda su vida allí enfocada en el trabajo, ya que era un gran sacrificio para todos estar separados y su objetivo era recibir la máxima cantidad de ingresos posible para poder reencontrarse cuanto antes con su familia.

Los dueños de este vivero eran de nacionalidad alemana, con el paso de los años lo fueron tratando como alguien de su familia, le tenían mucho afecto; tanto es así que la relación continua telefónicamente después de su regreso a España, se llaman varias veces al año. Los momentos de ocio los compartía con otros emigrantes españoles, actualmente algunos de ellos continúan viviendo en Alemania con los que sigue manteniendo contacto.

Una de las mayores dificultades que experimentó fue el idioma, después de un largo periodo de tiempo comenzó a entenderlo. Sin embargo, tras recibir clases de alemán para el conocimiento básico, el dominio del idioma mejoró considerablemente.

Carlos tuvo una inclusión muy favorable, según señala, gracias en gran medida a las personas con las que coincidió. Había muchos trabajadores españoles, con los que creó grandes vínculos.

A los pocos años de su llegada, se planteó que su mujer e hijos se trasladaran allí a vivir y empezar una nueva vida todos juntos. Sin embargo, escuchar los consejos de sus compañeros le hizo cambiar de idea, ya que algunos de ellos tuvieron ciertas dificultades para adaptarse al sistema educativo y país. Carlos tenía miedo de no tomar una decisión correcta y no quiso arriesgar el futuro de sus hijos; hoy en día dice que adoptó la mejor decisión, que sus hijos vivieran y estudiaran en España.

Carlos destaca de su estancia en Alemania, la generosidad, profesionalidad de sus trabajadores y su afán de ofrecer ayuda. Allí se sintió muy bien acogido, también a nivel institucional.

Para cualquier duda que tenía siempre solía concertar cita en Cáritas, era un servicio de atención para personas emigrantes. También le atendían en el sindicato de trabajadores que estaba afiliado y en una oficina del Gobierno Alemán en Frankfurt. Recuerda con mucho cariño lo mucho que le ayudó una trabajadora social que hablaba español, llegando incluso a acompañarle para realizar gestiones importantes para el día a día como trámites administrativos, bancarios, gestión de prestaciones que él no sabía hacer sobre todo al principio de su estancia.

La ciudad era muy grande, disponía de muchos servicios y era entonces muy segura. Además, la sanidad era muy buena, las veces que necesitó atención el trato añade que era excelente, tenía opción de elegir el médico o el especialista que quisiera y las citas para consultas eran inmediatas.

Carlos, habla de Alemania con mucho aprecio, se siente muy agradecido a ese país que dice que le acogió cuando más lo necesitaba, le proporcionó una buena calidad de vida, la posibilidad de dar una buena educación a sus hijos y donde vivió 28 años.

Cuando él se fue, pensaba en volver pronto, sin embargo, el tiempo pasó. Llevaba ya 17 años cuando su mujer Antolina, en marzo de 1990 emigró a Alemania, al cumplir el menor de los hijos la mayoría de edad. Esta vez el proceso migratorio era muy diferente, sus tres hijos mayores ya estaban trabajando fuera de la localidad donde residía y el menor iba a comenzar los estudios universitarios. Al quedarse ella sola en su domicilio familiar y entendiendo que sus hijos ya eran independientes, decidió emigrar con su marido a Alemania, añade que era el momento de estar juntos.

Carlos y Antolina alquilaron un piso, sus hijos en vacaciones de verano siempre iban a visitarlos, incluso los nietos más mayores. Ambos recuerdan lo feliz que eran cuando recibían estas visitas y podían disfrutar de ellos. Carlos añade que la compañía de su mujer le cambió su vida, solían quedar con otros españoles para tomar café, pasear o hacer turismo. La adaptación de Antolina fue muy rápida, le gustó mucho la ciudad, recuerda con cariño su estancia allí. Ella quería trabajar para ocupar su tiempo libre, cuidaba a una niña pequeña unos días a la semana.

  1. El mito del retorno

A Carlos la empresa donde trabajaba le ofreció al cumplir los cincuenta y cinco años dejar su puesto de trabajo para pasar a situación de desempleo y optar a los sesenta años al cobro de la pensión de jubilación. Un requisito para cobrar el desempleo era continuar residiendo en Alemania.

En ese momento Carlos pensó que era la mejor opción, hasta entonces debido a la complementariedad de trabajo, con largas jornadas laborales, había trabajado a un ritmo que no era lo habitual, era momento de descansar un poco y dedicar ese tiempo a sus seres queridos.

En el en el año 2000 regresan a España, tras arreglar Carlos su pensión de jubilación y después de vivir en Alemania durante 28 años. Esta vez lo hace junto con su mujer Antolina, que vivió en Alemania durante 11 años.

Ambos comentan que regresaron a España por sus hijos y sus nietos. En Alemania estaban muy bien integrados y les gustaba la vida que allí tenían, tras vivir allí durante tantos años Carlos afirma que volver a España fue como una segunda migración.

Era prácticamente media vida para Carlos viviendo en Alemania, por lo que decidieron contratar un servicio de mudanzas para traer las pertenencias acumuladas durante tantos años. Ellos mientras tanto, regresaron en avión.

REFLEXIONES FINALES SOBRE LA EXPERIENCIA MIGRATORIA

Carlos y Antolina no dudan en afirmar con contundencia su satisfacción con las decisiones tomadas, por lo que señalan que volverían a actuar de la misma forma. Carlos habitualmente habla de Alemania con mucho cariño, gratitud y orgullo por ser el país que le acogió y le dio la oportunidad de vivir dignamente, eso sí, al precio muy elevado de no estar con sus hijos.

Antolina, cuenta que al principio fue muy duro, ella que quedó sola con cuatro hijos pequeños pero su fortaleza hizo que la situación prosperase. Antolina reconoce que ella estaba relativamente tranquila cuando se fue ya que sus hijos eran muy responsables y estaban muy unidos; las hijas mayores de 23 y 21 años se encargaban de atender cualquier necesidad de los hermanos más pequeños y todas las semanas se veían en el domicilio familiar.

Ha sido una experiencia que ha marcado tanto a padres como a los hijos. Carlos y Antolina manifiestan que es fundamental que la sociedad no olvide esa época en la historia de nuestro país, nosotros también hemos sido emigrantes; hemos residido en un lugar lejano, mientras el corazón permanecía en España.

Quiero despedir este trabajo agradeciendo a mis abuelos su esfuerzo y sacrificio, por enseñarme que las cosas se consiguen con mucha dedicación y trabajo.

BIBLIOGRAFÍA

Sánchez, A. M. (2012). Una introducción a la historia de la emigración española en la República Federal de Alemania (1960-1980). Iberoamericana (2001-), 23-42.

Fleta, C. (2005, 27 marzo). El éxodo de los 600.000. El País.

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