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Universidad de Salamanca
Blog dedicado al fenómeno migratorio y étnico
 

RAMÓN, UN SALMANTINO QUE EMIGRÓ A SUIZA

Historia de vida realizada por  MARÍA BARTOLOMÉ NÁCAR (Grado en Trabajo Social)

La historia que voy a contar a continuación, trata de la vida de Ramón Nácar. Este hombre es mi abuelo materno.

Ramón nació en el año 1931 en el seno de una familia humilde, en el pueblo de Vitigudino, un pequeño municipio de la localidad de Salamanca.

Desde muy pequeño tuvo que trabajar para poder salir hacia delante y ganarse la vida, ya que como bien él me cuenta, la vida en esa época era muy dura, había mucho hambre y pobreza. En su infancia y adolescencia trabajó en muchos lugares, aunque las condiciones no fueran buenas, lo importante era poder ganar un poco de dinero para sobrevivir.

En el año 1950 se comenzaron a construir los saltos de Saucelle y Aldeadávila. En este momento, es cuando mi abuelo comienza a trabajar aquí, donde estuvo más de diez años.

“Se ganaba bastante dinero, pero te jugabas la vida cada día, yo he visto morir a muchos compañeros”, afirma mi abuelo. Las condiciones de trabajo eran muy duras, se trabaja muchas horas bajo tierra, y debido a la época en la que se encontraban, las medidas de seguridad eran mínimas, esto provocaba que existieran numerosos accidentes laborales. Además, la mayoría de las personas que se dedicaban a este oficio terminaban sufriendo silicosis, y falleciendo debido a esta enfermedad.

Fuera de este oficio, el empleo era escaso y la economía débil. El jefe le propuso irse a Madrid a la construcción del túnel de Guadarrama, pero mi abuelo dijo que no, que se negaba a pasar más años de su vida “debajo tierra”, ya que le terminaría costando la salud.

En este momento, es cuando toma la decisión voluntaria de emigrar en busca de un futuro mejor, no por falta de trabajo, pero sí para tener mejores condiciones.

El proceso migratorio comenzó en el año 1963, y el destino elegido fue Suiza. La elección del país se debió a la buena situación laboral que tenía. Además, en abril de 1959, España y Suiza firmaron un convenio de supresión de visados entre ambos, este hecho dio pie a que la emigración de españoles fuera mayor.

Una vez tomada la decisión, a pesar de la pena por dejar en España a su mujer y a su hija, comienza a preparar el proyecto. En todo momento contó con el apoyo de su familia.

Mi abuelo se apuntó a una lista de “emigraciones a Suiza”. Aquí se encargaban de buscarte el trabajo, preparar el viaje, realizarte un reconocimiento médico y todos los trámites respecto al permiso de trabajo.

No conocía a nadie en el país de acogida, y tampoco realizó el trayecto con ningún conocido. No obstante, en el tren que les llevó hasta Suiza iban varios españoles en las mismas condiciones que él.

Incertidumbre, miedo, angustia… fueron los sentimientos que sintió cuando se subió a ese tren. Sabía el día que partía, pero no sabía por cuánto tiempo iba a ser, cuando iba a regresar y cuando volvería a ver a su familia. Pero lo que no le faltaban eran ganas de trabajar y aprender.

Ramón durante su vida había estado por varias ciudades de España, pero nunca había salido del país, y tampoco conocía nada de Suiza, no sabía lo que se iba a encontrar cuando llegara.

Una vez que llegaron a la ciudad en la que se quedaría, el “intérprete” que viajaba con los españoles inmigrantes, los iba dejando a cada uno por la casa del patrón dónde iban a trabajar. Aquí, comenzaba su nueva vida en Suiza.

En un primer momento, su primer trabajo era cuidando vacas, el jefe le proporcionaba una habitación y comida. Los primeros meses no fueron fáciles. Echaba de menos a su familia, no conocía a nadie allí, las costumbres del país eran diferentes, no sabía el idioma, etc. Los duelos migratorios que sufrió fueron múltiples, pero sus ganas por seguir luchando nunca se vinieron abajo.

“Ay, hija, no sabes lo duro que fue estar ocho meses sin poder hablar con nadie” testifica Ramón, hoy entre risas. Al principio, no entendía absolutamente nada, pero con empeño en ocho meses podía defenderse con el idioma.

En este primer empleo, le trataron muy bien, “Era uno más de la familia” alega. Gracias a tener esta buena primera experiencia, se cargó de ganas para seguir hacia adelante.

Una vez ya integrado en el país, buscó otro trabajo y se fue a vivir a un piso, donde podía tener más libertad.

El siguiente empleo que tuvo fue en la construcción. Aquí estuvo varios años, y en este periodo de tiempo emigró mi abuela.

Ella tuvo más fácil el asentamiento en Suiza, debido a que en esta época varios amigos españoles también habían tomado la decisión de emigrar, por lo que la red de apoyo era mayor. Además, de que mi abuelo tenía varios amigos y conocidos. Asegura que la gente allí era muy simpática y agradable, sobretodo tenía mucha relación con los italianos. Realizaban excursiones por diferentes ciudades de Suiza y tenían varios momentos de ocio y diversión, de los que, a día de hoy, recuerda varias anécdotas.

Mi abuela comenzó a trabajar en una fábrica de costura, se encargaba de coser ropa de mujer para una gran empresa. Le encantaba este trabajo y estuvo muy contenta. También aprendió el idioma, aunque en menor medida que mi abuelo.

Tras unos años, mi abuela se queda embarazada, a pesar de la insistencia de mi abuelo que quería tener a su hijo en Suiza, mi abuela decide regresar a España y tenerlo allí. Este fue el motivo por el que mi abuela retorna a España, pero no fue el caso de mi abuelo, que, tras la recuperación de mi abuela, regresó a Suiza a seguir trabajando allí.

Una vez al año, mi abuelo tenía un mes de vacaciones, por lo tanto, iba a España a pasarlo con su familia. Además, mi abuela regresó a Suiza varias veces más, pero solo por vacaciones.

En su último periodo en Suiza, trabajó en una fábrica de bebidas internacionales, donde ocupaba un buen puesto de trabajo.

En una de las veces que regresó a España a pasar unos días, le ofrecieron un puesto de trabajo en el ayuntamiento del pueblo para ser “sereno”, las condiciones eran buenas, pero tenía que ser votado por los ciudadanos del pueblo.

Tras finalizar sus vacaciones, mi abuelo regresó a Suiza, y después de unos días, recibió la noticia de que había sido seleccionado para ocupar el puesto de trabajo en el ayuntamiento.

Después de casi siete años en Suiza, llegó la hora de abandonar el país, para retornar a España. Con una sonrisa me cuenta que tenía ganas de regresar a España para poder estar junto a su familia, pero a la vez sintió pena por dejar a todas las amistades que había formado en Suiza, que durante los siete años se habían convertido en su familia.

A sus noventa años de edad, Ramón no piensa regresar a Suiza, pero lo que sí asegura, es que, si volviera el tiempo atrás, volvería a tomar la decisión de emigrar. De su estancia en Suiza, destaca las buenas condiciones laborales y económicas que había en comparación a España, gracias a que siempre se mantuvo trabajando, podía enviar remesas a su familia. Además, afirma que era muy querido, y que tenía muchos amigos.

Ramón termina esta conversación testificando que a los españoles se nos ha olvidado que nosotros en su día tuvimos que emigrar a otros países, porque en el nuestro no había oportunidades laborales… y ahora parece que nos molesta, que vengan a nuestro país, les cerramos las fronteras y tenemos actitudes racistas contra ellos. “Hija, hay que estar en la situación, para saber lo duro que es dejar el propio país para buscarse la vida”, afirma.

Gracias a la realización de la historia de vida he podido conocer más sobre la vida de mis abuelos, me ha contado cosas que no sabía ni me imaginaba, sin duda ha sido un trabajo muy enriquecedor.

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