Historia de vida realizada por Nerea Ramírez Bravo (Grado en Trabajo Social).
PRESENTACIÓN DEL ENTREVISTADO:
Rafaela de 41 años, con nacionalidad dominicana, vivió en Santo Domingo durante toda su vida, hasta que con 34 años decidió emprender un viaje hacia Plasencia, una pequeña ciudad del norte de Extremadura.
SITUAR LA HISTORIA:
Rafaela, emigró de República Dominicana a España, afirma que Santo Domingo es una pequeña isla que no se encuentra tan desarrollada como España, además de que es el epicentro de números terremotos y volcanes, donde hay una gran cantidad de desigualdades y donde se sufre mucha precariedad.
La situación de Rafaela y su familia no era del todo mala, ella afirma que con respecto a las situaciones de precariedad que se viven en su país que su situación familiar, era normal, no pasaban penurias, pero tampoco tenían lujos, ella tenía trabajo, pero quería buscar una situación mejor para poder sacar adelante a sus dos hijas. Su hermana mayor, Luciana, emigró previamente a España y fue ella la que le animó a venir. Por lo que la migración la realizó de manera voluntaria.
EXPLICAR EL PROCESO MIGRATORIO:
La hermana de Rafaela fue la primera en emigrar y lo realizó un año antes, en abril de 2016, ya que una de sus amigas de la infancia había emigrado con anterioridad y la animó a que lo hiciera, por lo que tomó la iniciativa y se adentra en el viaje.
Al año siguiente, el 23 de julio de 2017, nuestra protagonista decidió emigrar a España para buscar una mejor calidad de vida para ella y para sus hijas, de 17 y 7 años. En 2017 Rafaela llevaba un año divorciada del padre de su hija pequeña.
Rafaela acudió sola dejando a sus padres y a sus dos hijas en su país de origen, puesto que acudió sin un contrato de trabajo y no quería que sus hijas pasaran por momentos difíciles en el caso de que no encontrara nada. Su familia le ayudó y apoyó en todo momento a que realizará la migración y a su vez, fue su hermana la que con el dinero que ganaba en España le compró el billete de avión para que pudiera venir a nuestro país, a los pocos días de llegar a Plasencia, consiguió un trabajo de interna en la casa de dos personas mayores.
Con respecto a la integración, me relata que fue complicado, puesto que el choque cultural fue duro, afirma que le costó y que aún le cuesta relacionarse con la gente de nuestro país, las costumbres por su parte también le resultaron chocantes, aunque esto, como con la comida le ha resultado más fácil acostumbrarse, aunque realmente me cuenta que se siente afortunada ya que conoce de casos en los que la integración ha sido realmente complicada y de gente que con el paso del tiempo ha tenido que volver a su país de origen por no aguantar la situación por lo que da “gracias a Dios.”
Antes de realizar la migración, Rafaela no conocía apenas nada de España, solo que su hermana les contaba, pero afirma que una vez que llegó, la imagen que se había creado tanto positiva como negativamente de lo que le había contado coincidía, por lo que sentía en cierto modo que si conocía un poco más del país.
Lo más duro de su viaje, fue separarse de sus hijas, afirma que en muchos momentos sintió miedo de no poder volver a verlas, e incluso de no encontrar ningún trabajo en España y no poder darles la vida que ellas se merecían, pero según fue pasando el tiempo esa percepción y sentimiento fue cambiando. También afirma que tras llegar a España lo que más le costó fue acostumbrarse a la vida de aquí, hay que señalar que Plasencia es una ciudad pequeña y bastante envejecida, por lo que el choque cultural es mayor y por ende el proceso de adaptación siempre va a ser más complicado.
Otro gran duelo que pasó fue que aun teniendo a su hermana cerca, el separarse de todas sus amistades de allí le hacía sentirse sola y por ello confiesa, que tuvo ratos de pasarse llorando mucho tiempo en su cuarto.
LA VIDA EN EL PAÍS DE DESTINO:
En España, Rafaela trabaja de interna en la casa de dos personas muy dependientes, afirma que son muy mayores y que sus hijos no pueden hacerse cargo de ellos debido a su trabajo por lo que la contrataron a ella para cuidarlos.
En cuanto a las dificultades, afirma que la más notoria es el poco tiempo que tiene para ella y para relacionarse con la gente autóctona, puesto que al trabajar de interna es un trabajo muy duro y que una vez que acaba la jornada solo le queda tiempo para las actividades básicas, dar algún paseo o tomar algún café con su hermana, pero esto último muy de vez en cuando.
Otra de las dificultades, como he dicho con anterioridad, es que, al ser una ciudad pequeña, los prejuicios sobre la gente inmigrante aumentan, afirmando que ha tenido que soportar algún que otro insulto o “miradas de arriba abajo”, sobre todo de personas mayores. Esto como ya sabemos es muy común en España ya que hay una creencia generalizada de que los inmigrantes vienen a nuestro país a quitar el trabajo a los nacionales, sin ser conscientes de que los inmigrantes en su inmensa mayoría realizan el trabajo que nosotros no queremos hacer, estando peor remunerado y en la mayoría de los casos, explotados, como pasa por poner un ejemplo, en la campaña de las fresas de Huelva.
Rafaela afirma que se aferró a Dios, siendo este el que le dio toda la fuerza para seguir adelante y no hundirse, puesto que, aunque echara de menos su país, sus costumbres y a su familia, sabía que aquí podría darles un mejor futuro a sus niñas.
EL MITO DEL RETORNO:
En diciembre del 2018 Rafaela regresó junto con su hermana a Santo Domingo para celebrar las fiestas de navidad con su familia, puesto que allí la navidad, como en España, es una fiesta muy celebrada y afirma que, tras un año sin ver a sus hijas y a su familia, le hacía mucha ilusión poder volver en esas fechas. Pasó el mes de vacaciones que le correspondía allí con ellos y dice que cuando llegó la hora de volver le entró la tentación de quedarse allí pero que al ver a sus hijas decidió volver para poder como ha dicho con anterioridad darles una mejor vida.
Desde entonces, no ha vuelto a su país puesto que tenía programado volver en sus vacaciones del 2020 pero con la Pandemia le ha sido imposible retornar, por lo que está deseando que pase para poder volver a juntarse con los suyos.
También me cuenta con ilusión que tras varios duros años de trabajo ha podido ahorrar lo suficiente para poder traer a sus hijas a España, las cuales llegaron a España en mayo del 2020 con 21 y 11 años respectivamente, por lo que actualmente sus dos hijas, se encuentran también en Plasencia.
REFLEXIONES SOBRE SU EXPERIENCIA MIGRATORIA:
Tanto Rafaela como su hermana afirman que lo volverían a hacer, pero siempre y cuando sea para tener un futuro mejor y poder proporcionarle uno mejor a los suyos. Por lo que en general, si volvería a hacerlo.
Rafaela afirma que cambiaría el trabajo en el que se encuentra ahora mismo, puesto que como dije con anterioridad, al ser un trabajo tan demandante no tiene tiempo para nada más.
Con respecto al futuro, a corto-medio plazo, prevé quedarse en Plasencia, puesto que dentro de lo malo se encuentra a gusto y está cerca de su hermana, que al fin y al cabo eso siempre es un apoyo, pero que a largo plazo le gustaría mudarse a una ciudad más grande, donde poder optar a un trabajo menos exigente pudiendo de esta forma conocer más cosas sobre la cultura española y disfrutar un poco más de la compañía de sus hijas.


