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Universidad de Salamanca
Blog dedicado al fenómeno migratorio y étnico
 

La historia de Elisabeth, una mujer peruana que llegó a España hace más de 20 años

Historia de vida realizada por Eva García Martín (Grado en Trabajo Social)

Esta es la historia de Elisabeth (nombre ficticio), una mujer peruana de 52 años que vivió en Lima con su familia hasta el año 1999. Tiene 5 hermanos en total: 2 hermanos, uno de ellos fallecido recientemente a consecuencia del COVID-19 y 3 hermanas.

Sale de Lima a finales de noviembre del año 1999 cuando tenía 29 años y llega a Madrid en un vuelo directo.

En ese momento en Perú gobernaba Alberto Fujimori, presidente de la República de Perú durante el periodo de 1900-2000. Era un presidente a quien el pueblo humilde votaba porque hizo muchos “puestos de salud” en los lugares más pobres. Sin embargo, a pesar de ser un gobierno caracterizado por la modernización del país y haber conseguido durante unos años una estabilidad económica, la realidad era otra, puesto que se vio envuelto en casos de corrupción junto a su asesor Vladimiro Montesinos.

Elisabeth cita que, en 1998, la situación económica de su país era muy mala. Sí había trabajo pero duraban 3 meses como máximo y después tenía que buscar otro nuevo, además de que la remuneración era muy poca y casi todo el dinero era destinado a pagar impuestos y esto, no le permitía apenas ahorrar.

En general, “las reformas implementadas en los primeros años de la década de los noventa lograron revertir la crisis existente al comienzo de dicho decenio pero no solucionaron los problemas de la economía de una manera integral y eficiente” (CEPAL, 2001, p.31).

El proceso de apertura económica y la devolución de confianza de los organismos internacionales, hizo posible la entrada masiva de flujos de capital extranjero que sostuvieron el crecimiento económico durante el periodo 1990-1997 (CEPAL, 2001, p.32). Por lo tanto, el periodo 1900-1997, se caracterizó por una importante estabilidad económica y social.

Sin embargo, el periodo 1998-2000 se caracterizó por “una gran crisis económica que puso en evidencia la debilidad de las reformas caracterizadas por: una falta de un plan integral en la reestructuración del Estado, la carencia de autonomía de las instituciones gubernamentales, y los niveles de corrupción existentes” y que finalmente, salieron a la luz (CEPAL, 2001, p.32).

El impacto social fue muy significativo traduciéndose en una reducción de sueldos y salarios reales y un decrecimiento del empleo formal. De ahí, que los trabajos tuvieran una duración de 3 meses máximo siendo empleos caracterizados por ser informales e inestables.

Por otro lado, en España, durante el año 2000, según el Consejo Económico y Social, “la economía española mantuvo, por cuarto año consecutivo, un elevado ritmo de crecimiento, del 4,1 por 100, ocho décimas por encima del alcanzado por la media de la UE. Este resultado, en términos de crecimiento, no puede calificarse más que de positivo” (p.3).

El fuerte crecimiento del PIB en el año 2000, se tradujo, según la Encuesta de Población Activa (EPA), en una significativa creación de empleo que permitió disminuir la tasa de desempleo hasta el 14,1 por 100 de la población activa (Consejo Económico y Social, 2000). “La energía y la construcción fueron los sectores líderes en términos de crecimiento durante el año 2000 y destacó, asimismo, la aportación positiva del sector primario al crecimiento del PIB” (Consejo Económico y Social, 2000, p.22).

En lo relativo a las medidas de política económicas establecidas durante 2000, “el Gobierno aprobó mediante cinco Reales Decretos-Ley un amplio plan que tenía como objetivo la consolidación del crecimiento y la creación de empleo para dotar a la economía española de mercados más flexibles y competitivos en determinados sectores”  (Consejo Económico y Social, 2000, p.29).

Por lo tanto, de este resumen acerca de las circunstancias socio-económicas de ambos países, podemos comprobar cómo la situación en Perú en ese momento era muy complicada, sobre todo en el ámbito laboral, mientras que en España, había más trabajo y estabilidad. Dice que recuerda que cuando llegó y, hasta la entrada del euro en España en el año 2002, ganar su sueldo en pesetas le cundía mucho y le permitía ahorrar y mandar dinero a su familia.

Antes de comenzar a contar su historia, quiero matizar que durante su relato ha habido frases que, desde mi punto de vista, son muy importantes e impactantes, y son clave para entender sus sentimientos más allá de su historia. Por ello, he decidido introducir citas textuales a lo largo de la redacción.

Esta historia comienza en el año 1998, en ese entonces, su hermano llevaba más de 5 años en España viviendo y trabajando en el sector de la hostelería en Madrid. Su madre vino como turista para conocer España y a raíz de eso, cuando regresó, comenzó a insistirle para que se fuera a España. Le decía y repetía que había mucho trabajo y que Madrid era una ciudad muy bonita. A partir de ese momento, sus padres se pusieron de acuerdo y junto con su hermano intentaban convencerla para que fuese a trabajar a Madrid con un contrato de trabajo que su hermano podía conseguirle.

Ella afirma que desde el primer momento no quería venirse, cita textualmente – “no me nacía” – y tardaron en “convencerla” cerca de un año porque realmente nunca estuvo convencida, simplemente aceptó por ser un deseo de sus padres.

El contrato que le ofrecían era para cuidar de dos niños –“cuando te hacen un contrato de trabajo en España, para salir del país tienes que tener un visado en el que consta el motivo de salida”–. La preparación de su proyecto migratorio tardó 1 año puesto que tardaron este tiempo en hacerle el visado por ser un trámite que requería de mucha documentación. Dice que ella pasaba todos los días por el consulado para ver si aparecía su nombre en las listas que iban poniendo y que en el momento menos esperado, pasó por el consulado y vio su nombre – “no me lo podía creer porque no quería” –.

– “Una vez que sale tu nombre tienes que estar pendiente para las entrevistas que tienen que hacerte y entregar mucha documentación” –. Cuando ya finalizó todo el proceso, ya podía salir del país, dice que mucha gente en ese entonces salía de Perú por la situación económica.

La realidad es que la decisión de migrar la tomaron sus padres puesto que ella nunca quiso, era su madre quien llegó deslumbrada a Lima tras visitar España. Le repetían cada día que iba a tener la oportunidad de conocer otro lugar, ella no les decía nada, se iba a entrenar después de desayunar porque –“no quería escuchar siempre la misma canción” – . Finalmente, se mentalizó auto-convenciéndose de que se iría a España solamente por un año y volvería a Lima al año siguiente con la ilusión de haber podido ahorrar y tener una vida con el que pensaba que era su amor aunque años más tarde, se daría cuenta de que no era así.

Acerca de los duelos, afirma que lo más duro “fue todo”, pero sobre todo, separarse de su familia. Siente devoción por su madre, de hecho es su principal motivo para regresar a Perú. También fue duro separarse de sus amigos, de su tierra, de la comida, incluso la forma de vivir porque, pese a ser una persona muy activa, confiesa estar en muchas ocasiones desorientada. –“Madrid era tomar el metro, el tren, luego el autobús…”– y no podía al principio desenvolverse sola, por lo que tenía que preguntar constantemente a la gente. Cuando llegó a Salamanca, dice que incluso se aburría porque se había acostumbrado al sistema de Madrid de ir corriendo, de tantas personas, tanto tráfico… y en Salamanca podía hacerlo todo caminando.

Cita una frase que, a modo de opinión personal, lo resume todo, –“siento que he tenido que volver a empezar de cero muchas veces” –.

La vida en España

Cuando llega a España comienza su proceso migratorio lleno de dificultades y de fortalezas aprendidas a raíz de la superación de todos los obstáculos que encontró.

Dice que, nada más llegar, desde el aeropuerto hasta Móstoles, lugar donde vivió con su hermano, cuñada y dos sobrinos, solo se veían parcelas y naves y ella pensaba “¡qué horror!”. No le gustaban los pisos porque le gustaba vivir en una casa grande como allí en Lima, le gustaba escuchar su música a gran volumen y sabía que no iba a poder hacerlo.

Ella vino con un contrato para trabajar cuidando niños, pero cuando llegó aquí, el médico que le había ofrecido ese contrato la dio de baja en la Seguridad Social y el jefe de su hermano la contrató como camarera en el hospital donde él trabajaba. Este contrato le daba permiso de residencia por un año y al cumplirse tenía que renovarlo.

Su primer trabajo fue en la barra del bar sirviendo cafés, tés y licores, trabajaba de lunes a domingo con horarios partidos. Ella no sabía nada de hostelería y ahí empezaron las primeras dificultades porque no podía aprenderlo todo tan rápido. Dice que alguno de sus compañeros la apoyaban y ayudaban pero que otros la hacían llorar por comentarios como “porqué viene ella pudiendo estar un español en su lugar”. Afirma que eso le ha servido para cambiar y hacerse más fuerte porque cuando llegó era muy inocente.

Su jefe tenía otro local fuera de Madrid y le sugirió irse a trabajar allí, de esta manera podría descansar los fines de semana. Su hermano se alegró mucho por ella, sin embargo, ella no estaba alegre porque ese sector no le gustaba. Allí tenían mucho trabajo porque atendían a mucha gente cada día y durante el tiempo que estaba ocupada no pensaba nada más pero cuando salía del trabajo, lloraba muchos días, no se lo contaba a nadie porque no quería preocupar a su familia.

A los dos meses, decide irse tras una discusión con su jefe, no le gustó su manera de dirigirse a ella y tomó esta decisión. Recuerda que al día siguiente, cuando se lo comunicó a los obreros que iban al bar, le dijeron que no se fuera ya que era una mujer muy alegre y risueña.

Ella sintió que se iba a empezar de cero de nuevo, leía los periódicos cada día y vio que podías anunciarte sobre lo que habías estudiado. Estudió auxiliar de enfermería durante 3 años en Perú, su cuñada le decía que se anunciara, que presentara en “casas de reposo”  (lo que son las residencias en España). Finalmente, puso el anuncio y empezaron a llamarla algunas familias. Empezó con una mujer que padecía alzhéimer, trabajaba desde las 9-14h todas las mañanas. Estuvo durante 3 meses pero no le salían más trabajos por la tarde, que era cuando ella tenía tiempo. Al ver que no le salían, había que cubrir gastos y ayudar a su hermano y cuñada, además tenía que ahorrar para mandarle dinero a su familia y no le alcanzaba con el dinero que ganaba.

Estando en Lima, conoció a una chica en la cola del consulado de Perú quien iba a ir a Salamanca y Elisabeth le dio el teléfono de su hermano. Ella no se daba cuenta porque solo la había visto un par de veces en el consulado pero de repente, un día esa chica llamó al teléfono de su hermano y le dijo que en Salamanca había mucho trabajo para personas mayores. Como en Madrid no le salía ningún trabajo más, unido a los conflictos que por ese entonces tenía con su cuñada, se animó a marcharse a Salamanca para evitar discusiones innecesarias. Estuvo en total 6 meses en Madrid.

Cuando llegó a Salamanca, empezó a vivir en el Barrio de San José junto con su amiga y otras dos chicas más, una peruana y otra colombiana. Igual que cuando llegó a Madrid, no conocía nada y su amiga le explicó cómo era Salamanca, le sorprendió mucho que al salir a la calle, en comparación con Madrid, no había casi gente por la calle, era totalmente diferente.

Su amiga trabajaba de noche y de día, ella empezó a buscar trabajo, se anunció de nuevo en los periódicos y empezaron a salirle muchos trabajos. Decidió comenzar con una mujer de 90 años, a quien ella menciona siempre con mucho cariño como “su abuelita” porque no tenía hijos y estaba sola. Le hizo un contrato de trabajo, necesitaba una persona para que la ayudara en su día cotidiano a hacer las tareas de casa, la compra, etc. Entraba a las 9:00h y salía a las 20:00h de lunes a domingo. Esta señora tenía amigas que le empezaron a decir que si podía ir a ayudarlas aunque fuera una hora al día en las tareas domésticas y ella empezó a aceptarlos. Así empezaron a llegar – “¡hasta 20 trabajos!” – iba corriendo a todas las casas con el permiso de la señora para la que trabajaba, la llamaban porque le gustaba mucho el trato y cómo la señora hablaba de ella.

Al cabo de 2 años el hermano de la señora quería que Elisabeth se quedara a dormir con ella porque no podía quedarse sola. Ella no quería porque le gustaba compartir con su amiga aunque fuera el rato que le quedaba al salir de trabajar pero finalmente aceptó, dejó el piso y empezó a dormir con ella. Reflexiona que antes había mucho más trabajo porque la gente prefería que atendieran a las personas mayores en sus casas que en una residencia.

En todo ese proceso, cada año se iba a Perú porque ganaba suficiente dinero como para comprarse los billetes, se iba 1 mes y regresaba. Teniendo el permiso de residencia, al tercer año obtuvo la nacionalidad, tuvo que ir a Madrid 3-4 veces hasta realizar toda la documentación que conlleva.

A los 3 años, le convalidaron el título de auxiliar de enfermería pero tuvo que hacer un curso de UGT que duraba de lunes a viernes de 8h-14h. Fueron dos meses de prácticas en la Santísima Trinidad y 3 meses de clases teóricas. En ese entonces, vivía con la señora, trabajaba en otras casas por horas y aparte tenía el curso. No sabe cómo llegaba a todo pero lo hizo.

Como ella ya había trabajado en Perú como auxiliar, sabía hacerlo todo perfectamente. En ese par de meses, había pacientes que exclusivamente querían que fuera ella quien los atendiera porque les gustaba mucho su trato. Allí hizo una buena amiga que se marchó a vivir a Valencia y a quien recuerda con cariño.

Una vez que obtuvo finalmente la homologación, comenzó a enviar su Currículum a las residencias. La llamaron de una residencia en Salamanca porque necesitaban personal pero, previamente, le habían hablado mal de esta residencia con respecto a los salarios, pero aun así se animó a ir. La contrataron para su sorpresa, pero al recibir tantos comentarios negativos y como no podía dejar sola de la noche a la mañana a la señora mayor, finalmente lo rechazó. La llamaron de otra residencia, pero en relación a todos los trabajos que tenía, prefirió rechazarlo de nuevo, por lo que finalmente la idea de trabajar en una residencia fue desapareciendo.

Hizo pequeños cursos que salían en el Ayuntamiento para seguir formándose y poniéndose al día con las novedades que salían para el cuidado de personas mayores. Puesto que también llegó a trabajar con personas discapacitadas, tenía que saber cómo tratarlas, movilizarlas, cómo pasear, etc.

Así pasaron 10 años hasta que “su abuelita” murió. Volvió a compartir de nuevo piso con dos amigas, tenía sus trabajos programados y –“empecé a vivir un poco más mi vida y me apunté al gimnasio” – . En todo este tiempo en España, ella siguió entrenando a partir de las 10 de la noche, que es cuando podía. Nunca lo dejó porque le servía de ayuda para la salud y poder descargar el estrés de todo el día. Dice que no hubiese soportado todo lo que hacía sin la ayuda del deporte, –“no había tiempo para la tristeza, solo un montón de cosas que hacer cada día” –.

Siempre estuvo muy agradecida porque no le había faltado trabajo desde que llegó aunque siempre pensaba que volvería a su país, a pesar de haber venido para estar un año y llevar 10.  – “Me resigné a vivir aquí, siempre con la esperanza de volver y la ilusión de tener un amor allí que pensaba que me quería”–. Ella quería que viniese a España, él era arquitecto y quería que trabajase aquí como arquitecto. Así pasaron 15 años, con la falsa promesa de que iba a venir. En el último viaje, coincidiendo con la muerte de su padre, quería volverse a Perú definitivamente y fue cuando se dio cuenta, tras una conversación con él, que había mantenido esa falsa ilusión durante 15 años hasta que asumió que ya no. – “Pienso que todo lo que he vivido era con la esperanza de seguir trabajando, tener dinero y hacer mi vida allí con él” –.

Al no dejar nunca de entrenar y conocer a gente, por una amiga del gimnasio conoce a un hombre aquí que, pese a no querer en un primer momento, lleva siendo su pareja desde ya hace 6 años. Al cabo de dos años, comienzan a vivir juntos, – “recién conociéndole, empecé a conocer Salamanca, yo conocía los sitios porque competía en carreras, pero el resto del día trabajaba, empecé a ir al cine, a tener tardes de amigos…” –. Su vida cambió mucho y en un principio no quería porque llegaba muy cansada y reconoce que le costó mucho porque durante 15 años su vida había sido otra y se había acostumbrado.

Poco a poco, tuvo que acondicionarse a “otro estilo de vida”, –“él estaba pendiente de todo lo que yo necesitaba sin que le dijera nada, entonces, ¡ostras! pensé, este es un hombre bueno!” –. Ha ido dos años con ella a Perú, conoce a su familia y aunque reconoce que le gusta más España, va con ella y se adapta.

Actualmente, reconoce que con la pandemia el trabajo se ha reducido a la mitad porque hay muchas señoras mayores que por miedo y preocupación no quieren que nadie vaya a su casa pero aun así, tiene trabajo.

Tras contar e intentar resumir todos estos años de su vida, dice que pensaba que no recordaría muchas cosas pero que al revivirlas, se ha dado cuenta de que recuerda mucho más de lo que pensaba.

De su relato destaco a modo de opinión personal que, lo que a ojos de espectador, pueden percibirse como grandes dificultades, Elisabeth, no ha percibido muchas de las vivencias como tal sino que al contrario, las ha convertido en fortalezas y siempre ha estado muy agradecida. Dificultades que, a modo de resumen, comienzan desde un inicio por ser sus padres quienes querían que ella migrara a España. Una vez aquí, el comenzar a trabajar en el ámbito de la hostelería, mundo que ella desconocía totalmente pero al que se tuvo que adaptar de la noche a la mañana porque el trabajo así lo exigía. Cuando se decide a dejarlo y empieza a trabajar en la formación que ella había estudiado en Perú, se da cuenta de que con ese dinero no puede hacer frente a todos los gastos y decide comenzar de nuevo marchándose a Salamanca donde, ciertamente nunca le faltó trabajo y pudo ayudar a su familia enviándoles dinero, pero no es hasta 6 años después, que conoce a su pareja actual, cuando cita que “empezó a vivir un poco para ella”.

 A rasgos generales, piensa que su integración ha sido buena, siempre se ha juntado con más gente española porque trabajaba en sus casas y porque al principio no tenía tiempo para conocer a gente al trabajar hasta tan tarde.

Destaca como una gran dificultad la envidia de las personas, el egoísmo que ha encontrado en los trabajos, gente que no soporta que sobresalgas por tu propio esfuerzo. Dice que con el paso del tiempo, ha aprendido que en la vida siempre va a haber problemas, – “si en el camino se presentaba gente así, había que sobrellevarlo, y aunque hablen mal de mi y aunque me pongan las cosas difícil, hay que seguir”–.

Sin embargo y, por el contrario, destaca la gran fortaleza que siempre encontró en Dios, – “cuando llegaba a casa hablaba con él, mi almohada era él, yo le pedía y él me daba toda esa fortaleza, si no hubiera sido por la gran fe que tengo, siento que no hubiera podido” –.

Afirma que –“tienes que ser feliz con lo que tienes porque una vida amargada siempre te lleva a una vida malhumorada, enfadada todo el día, pero claro, hay que pasar por esos momentos” –. Dice que en estos años, también ha habido mucha gente española buena,  –“mucha gente con la que he trabajado ha sido gente muy humana y ha sido un privilegio, no solamente han sido maldad y lágrimas aunque también las ha habido”–.

Sin embargo, siempre ha querido volver a Perú, en este momento no por la pandemia. Ahora mismo no sabe cuándo volverá, –“no planifico cómo antes, antes planeaba el vuelo de avión con 5 meses para que saliera más barato”–. La situación en Perú está muy mal, el Sistema Sanitario está colapsado y van a empezar a vacunar a finales del mes de abril.

Cita como reflexión final que a día de hoy no cambiaría nada. Dice que, a pesar de todo, ha tenido suerte, primero por tener un hermano que le dio al llegar un techo y porque considera que ha tenido lo más esencial durante todo este tiempo.

Volvería únicamente por la situación económica pero por todo lo demás no, quiere volver con su madre y poder disfrutar de ella. Dice que mucha gente le dice que tiene que hacer su vida pero que ella tiene claro que quiere estar con su madre, sobre todo ahora, después de haber fallecido tres de sus familiares más cercanos debido al COVID-19.

Referencias bibliográficas

Económico, C. (2000). Memoria sobre la situación socioeconómica y laboral de España 2000. Recuperado de: http://www.ces.es/documents/10180/61220/memoria2000/b2de44ea-c383-4fc2-918b-d4951139a7e3

Otero Bonicelli, C. (2001). Perú: gestión del Estado en el período 1990-2000. Recuperado de: https://repositorio.cepal.org/handle/11362/7264

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