Historia de vida realizada por Mónica Morales Moreno (Grado en Trabajo Social)
Presentación
La persona que he elegido para realizar la historia de vida es Adrián, un hombre de 46 años. Nació en Bamako, capital de Mali. Con tan solo 8 años, emigró a Europa y ha pasado aquí la mayor parte de su vida.
En 1983, Adrián emigró de Malí a Francia, por decisión de su familia. Su hermano y su mujer vivían en Francia y les pareció una buena idea llevarlo allí con ellos a estudiar.
Posteriormente, con 15 años, volvió a Malí. El retorno fue debido a que no se sentía identificado con el país de destino y a que la integración a nivel académico le estaba siendo muy complicada. En Malí, cursó durante 2 años estudios, que se corresponderían con el ciclo formativo de grado medio en España, sin llegar a finalizarlos.
Con 17 años, volvió a Francia, con su hermano y su mujer. Su familia se dio cuenta de que la vuelta a Malí no había sido una buena elección y que si quería tener un buen futuro tendría que ser en Europa.
Con 19 años, Adrián junto a unos amigos franceses y en busca de un cambio de vida, emigró a Escocia. Allí, a los 21 años, conoció a la que sería su mujer, Alicia, una joven española, nacida en Burgos y que estaba en Escocia como au pair. Con ella, poco después, decidió irse a vivir a la República Irlandesa, lugar en el que pasaron, aproximadamente, 6 meses. El motivo que les llevó a elegir Irlanda como destino fue la búsqueda de nuevas experiencias juntos.
Finalmente, teniendo en cuenta que su mujer era española, decidieron venir a España, en busca de una vida mejor. Establecieron su residencia definitiva en Aranda de Duero, donde vivían los padres de su pareja. Habiendo pasado tan solo 4 meses en España, decidieron casarse, con lo que obtuvo el permiso de residencia. La nacionalidad no la ha solicitado porque hasta el momento no lo ha considerado necesario.
En España lleva viviendo 24 años, actualmente acompañado de su hijo mayor.
Situación de la historia
La República de Malí es un país que se sitúa en el interior de África Occidental y cuya capital es Bamako. En 1983, su población rondaba en torno a los 7,5 millones de habitantes y su esperanza de vida era de 41,9 años. Desde 1968 hasta 1991, Traoré, militar y político, ejerció la jefatura de estado de Malí, instaurando un represivo régimen militar que devino, posteriormente, en una dictadura de partido único. Actualmente, cuenta con 19.553.397 habitantes y es uno de los países más pobres del mundo, ocupando el puesto 182 de 189 en el Índice de Desarrollo Humano de 2018.
Adrián vivía en el seno de una familia polígama. Su padre tiene varias mujeres e hijos a los que tiene que mantener. Se dedicaba al comercio, siempre estaba de viaje por lo que pasaba mucho tiempo fuera de casa, pero la situación económica de la familia, en el momento en el que emigró, no era mala.
En el país de destino, Francia, en 1983, la situación económica pasaba por un momento complicado, como consecuencia de las dos devaluaciones del franco efectuadas en 1981 y en 1982, respectivamente, y del aumento de la tasa de inflación, cuya reducción era muy difícil de lograr. A pesar de ello, Adrián, me comenta, como es de esperar, que las condiciones de vida de un país y otro no se pueden comparar, que la vida en Francia está en un nivel muy por encima de la de Malí.
El proyecto migratorio
El proyecto migratorio no fue preparado con mucha antelación, más bien fue un poco improvisado. El hermano mayor de Adrián y su mujer acudieron a Malí de vacaciones. Cuando estaban allí, pensaron que sería una buena idea que Adrián se fuera con ellos a vivir a Francia, lugar en el que las condiciones de vida eran mucho mejores y que permitiría que estudiara y se formara de cara a tener un buen futuro. Fueron ellos, quienes prepararon el proceso de migración. Consiguieron los papeles para que pudiera acudir a Europa y organizaron el viaje. Por lo tanto, los motivos que le llevaron a emigrar fue la mejora de las condiciones de vida, de manera que se trató de una migración voluntaria.
Una vez planificado el viaje, Adrián se fue con su hermano y su mujer a Francia.
Al ser tan pequeño, no conocía absolutamente nada ni de Francia ni tan siquiera de Europa.
Desde el momento en que llegó, todo lo que veía y vivía era nuevo y extraño. Me cuenta que hay diferentes aspectos que le llamaron la atención, destacando, sobre todo, el frío y la nieve. También, me comentó que las costumbres respecto a la comida, los horarios, los utensilios… eran muy distintas a las de su país de origen, lo que, en un principio, complicó su adaptación a Francia.
Adrián me explica que, a pesar de que era muy pequeño, dejar su país le supuso un duelo importante. El no volver a ver los paisajes característicos de Malí, no correr bajo la lluvia como siempre hacía… en definitiva, el hecho de abandonar su tierra fue algo muy complicado para él. Sin embargo, sin duda alguna, lo que recuerda como más doloroso fue la separación de su familia y de sus amigos. En ocasiones, se ponía en contacto con sus padres para sentirse más cerca de ellos y de su tierra, lo que, en un principio, tenía el efecto contrario, le hacía sentir más lejos aún y echar más de menos a su tierra y a su entorno. A medida que pasaba el tiempo, Adrián se iba adaptando al país y acostumbrándose a su nueva vida. Contaba con la esperanza de volver algún día, lo que le ayudó a ir superando el duelo migratorio.
Después de regresar a Mali y pasar dos años allí, volvió a Francia. Fue de nuevo la familia la que le animó a emigrar porque pensaron que allí tendría un mejor futuro. Viajó con su hermano y no le fue difícil preparar la salida de su país. En este caso, volvía con la intención de trabajar, ya conocía el país y tenía amigos de su estancia anterior. De nuevo, vive con su hermano y trabaja en el restaurante de éste, como cocinero. Me cuenta que el duelo fue menor, seguía extrañando a su familia, pero estaba rodeado de gente conocida que le ayudaba y era consciente de que su vida allí sería mejor.
Desde Francia viajó a Escocia, donde estuvo 2 años, a Irlanda, 6 meses, y a España, donde finalmente fijó su residencia y comenzó a trabajar en diferentes sectores (construcción, cocina…) hasta que, con ayuda de la familia de su mujer, logró crear su propio negocio, una panadería.
Todas y cada una de las migraciones que Adrián ha llevado a cabo a lo largo de su vida han sido voluntarias y se ha debido a motivos muy diversos (búsqueda de experiencias, mejora de las condiciones de vida, estabilidad…).
La vida en el país de destino
Para Adrián, el viaje no supuso ningún problema, ya que su proyecto migratorio fue organizado por su familia. Además, antes era mucho más sencillo salir de su país y conseguir los papeles, lo que, según él, ahora habría sido muy complicado e, incluso, imposible.
Por otro lado, la adaptación a Francia sí que fue complicada. Familiarizarse con las costumbres propias del país no fue una tarea fácil. Por ejemplo, algo tan normal para nosotros como es comer con cubiertos, a él le costó mucho aprenderlo y asimilar que era lo adecuado. En su país, en aquella época comían con la mano, por lo que, con 8 años, le era muy difícil entender que no podía comer así, que era necesario emplear los cubiertos.
Respecto a las fortalezas, en Francia le acogieron bien, nunca se sintió discriminado. Es cierto que se sentía diferente, pero nunca recibió ningún gesto malo por ser extranjero. También, me comenta que su estancia en Francia le ayudó a evolucionar personalmente y a valorar la oportunidad que su familia le había brindado. Adquirió grandes aprendizajes a nivel cultural que, sobre todo, le han ayudado a conocer el proceso de migración y a lograr que la adaptación al resto de países a los que ha emigrado fuese más sencilla.
Por otro lado, en cuanto a la integración:
A nivel social, Adrián me cuenta que, en un principio, se le hizo un poco difícil. Él se sentía solo, diferente y que no encajaba, lo que le hizo tener una actitud defensiva frente los demás. A medida que pasaba el tiempo, la situación iba mejorando y consiguió adaptarse muy bien y tener muchas relaciones, llegando a mantener, a día de hoy, algunas de ellas.
A nivel escolar, la adaptación fue costosa, ya que era un chico muy inquieto y revoltoso, lo que le generó, en los inicios, muchos problemas a nivel académico. Este fue uno de los motivos por los que, años más tarde, regresó a Malí, con el fin de centrarse y comenzar a labrar su vida.
Este primer viaje fue el más duro y el más complicado, por la ruptura que supuso y por la adaptación. El resto de los proyectos migratorios supusieron cambios en su vida, pero ya sabía a lo que se enfrentaba y el cambio no era tan brusco. Nunca estuvo solo, siempre acompañado por personas queridas y siempre se sintió aceptado.
También, me comenta que la vida en cada uno de los distintos países en los que ha vivido es muy diferente (costumbres, cultura, comida, horarios…). Sin embargo, fue en su regreso a Europa, por segunda vez, con 17 años, cuando se dio cuenta de las diferencias abismales que existían en cuanto a oportunidades de vida entre África y Europa.
Se siente muy afortunado de haber podido tener la oportunidad de salir de su país y labrar su futuro en el continente europeo. Me recalca que cada uno de los países en los que ha vivido (Francia, Escocia, Irlanda y España) le han aportado inmensos aprendizajes y que la vida en cada uno de ellos es muy particular y especial.
El mito del retorno
Como ya he comentado anteriormente, Adrián, tras 7 años en Francia, decidió volver a su país de origen.
El hecho de que no se identificaba con el país en el que estaba viviendo (cultura, costumbres…) fue uno de los motivos que le llevó al retorno a Malí. Pero, principalmente, lo que condujo a su retorno fue la falta de adaptación a nivel académico. Su hermano y su cuñada tenían que acudir continuamente al colegio en el que estudiaba debido a su mal comportamiento y a la falta de interés que Adrián mostraba respecto a los estudios. Esto, llevó a sus padres a decidir que Adrián volviera a Malí, con el fin de lograr que se centrara un poco, ya sea estudiando algo que le gustara o empezando a trabajar allí.
Actualmente, ya estando acomodado y perfectamente integrado en España, Adrián me dice que volver a Malí para quedarse de manera definitiva no entra dentro de sus planes. En un futuro, sí le gustaría volver allí a pasar una temporada, ya que recordar las costumbres, el paisaje, conocer cómo ha evolucionado la situación del país… es algo que le llama mucho la atención. Además, allí viven sus padres a los que envía dinero y hace mucho tiempo que no visita. Me cuenta que, en muy pocas ocasiones, se ha parado a pensarlo pero que hablando conmigo le han venido recuerdos muy bonitos de su país y que le ha hecho pensar que sería una buena idea.
Por otro lado, a pesar de que se encuentra muy a gusto en España y que, actualmente, no lo cambiaría por nada, Francia es un país al que no le importaría volver a pasar unos años. A pesar de que, en un principio, le costó la adaptación, le terminó gustando mucho su forma de vida.
Reflexión final sobre su experiencia migratoria
En este apartado voy a recoger las reflexiones que Adrián ha ido realizando a medida que me ha contado todo su proyecto migratorio.
En primer lugar, cree que la decisión que tomó su familia acerca de que abandonará el país a pesar de ser tan pequeño fue la mejor opción sin duda alguna. Me comenta que, de su primera etapa en Europa, si pudiera volver atrás habría cambiado su comportamiento y habría hecho más caso a su entorno cercano. En su opinión, no le hizo pasar una buena temporada y cree que si su actitud y forma de actuar hubieran sido diferentes se habría adaptado perfectamente.
En cuanto a su segunda etapa en Europa, volvería repetir toda su trayectoria de inmigración (Francia- Escocia- República Irlandesa- España) ya que cada proyecto migratorio ha tenido sus motivos (búsqueda de experiencias, mejora de las condiciones de vida…) y cada país le ha aportado grandes aprendizajes, convirtiéndole en la persona que, actualmente, es.
En definitiva, me recalca que, con total seguridad, si volviera al pasado repetiría todas y cada una de sus experiencias migratorias, sin duda alguna.


