Historia de vida realizada por Marta González Delgado (Grado en Trabajo Social)
Nadia es una mujer marroquí de 28 años, nacida en Chauen, un pueblo del interior de Marruecos conocido por el característico color azul de las paredes de sus casas. Junto a su hermano mellizo es la primogénita de una familia constituida por madre, padre y dos hermanas pequeñas más.
Su padre se dedicaba a la agricultura, aunque también realizaba algún trabajo dentro de la economía sumergida. Su madre, por el contrario, se dedicaba al cuidado del hogar y a la crianza de sus hijas y su hijo, siguiendo las tradiciones marroquíes.
La historia de vida de Nadia está marcada por varias experiencias migratorias, hecho que la convierte en una biografía corta pero peculiar: desde los 12 años ha estado viviendo entre España y Marruecos. Su familia y ella emigraron por primera vez a Ceuta en el año 2005, pero, tras un tiempo, regresaron a Marruecos. Actualmente, Nadia lleva más de 6 años residiendo en España de manera continuada con permiso de larga duración después de emigrar por voluntad y cuenta propia tras su vuelta a Marruecos.
Primera experiencia migratoria: de zona rural a zona urbana de Marruecos
Cuando Nadia tenía 6 años (año 1999), sus progenitores decidieron migrar a Tetuán para labrarse un futuro mejor. La vida en Chauen suele ser austera, por lo que muchas personas optan por viajar a ciudades grandes en búsqueda de mayores oportunidades económicas. El padre de Nadia tenía familia en Tetuán y esperaba encontrar allí trabajo como mecánico, una profesión mejor pagada que les permitiría mejorar sus condiciones de vida.
Nadia reconoce ahora que la situación económica de su hogar no era tan precaria como las de otros marroquíes, pero que no alcanzaba los niveles de una familia media española. Para ella esta fue su primera experiencia migratoria, pues pasó de vivir en una zona rural a vivir en una ciudad con más de 380.000 habitantes (Royaume du Maroc. Haut Commissariat au plan, 2014). Todavía tiene ligeros recuerdos de aquella época, como su asombro al caminar por una ciudad con edificios tan grandes y sin animales de carga por las calles, o la primera vez que vio el mar. Dice que esta ciudad todavía tiene gran influencia española, y que no es raro escuchar a personas hablar en castellano.
“Mi pueblo estaba en medio de la naturaleza, había muchos campos alrededor, todo para cultivar. Incluso marihuana, algo que a mis amigos españoles les hace mucha gracia. Cuando llegué a la ciudad todo era diferente. Solo había edificios y más edificios. Muchos coches y mucha gente. Era una niña, nunca había visto algo así”.
Los planes de su familia se frustraron cuando su padre no encontró trabajo como mecánico y la situación del país no les permitió prosperar económicamente1. Ante esta tesitura, el padre de Nadia decidió viajar solo hasta Ceuta para buscar empleo, como tantos otros marroquíes en aquella época. Lo consiguió y obtuvo una autorización de residencia y trabajo, así que la familia tuvo que permanecer separada durante un tiempo. El padre mandaba remesas a su esposa e hijos a través de las oficinas de envío de dinero2, y ahorraba una parte con la esperanza de que todos pudieran reunirse en Ceuta en un futuro.
Anotaciones:
1No obstante, hay que destacar que la primera década del siglo XXI trajo consigo una mejora de la economía de Marruecos, aunque existían (y existen) factores de carácter estructural que limitan este desarrollo, como la fuerte dependencia de la economía al sector agrícola, el alto nivel de trabajos no formales, el sector industrial poco avanzado y competitivo, la elevada tasa de desempleo, el alto nivel de pobreza y la alta tasa de analfabetismo (Oficina de Información Diplomática, 2020). En cuanto a España, la primera década de este siglo constituyó el periodo de crecimiento económico más alto de los últimos tiempos. Ello se debe a dos motivos: la incorporación del país a la Unión Económica y Monetaria de la Unión Europea, y la llegada masiva de inmigrantes (De la Dehesa, 2009).
2Como expone Koroutchev (2012), estas remesas constituyen un gran vínculo que une a los inmigrantes con sus familiares y se tratan de estrategias de supervivencia para muchas personas que viven en países pobres. De hecho, la economía de Marruecos depende en gran medida de la migración internacional y del flujo de transferencias monetarias, por lo que es uno de los países receptores de remesas más importante.
Primera migración de Nadia a España
Pocos meses después de su llegada a España, el padre de Nadia llevó al resto de la familia a Ceuta. Entraron legalmente en calidad de turistas sin dificultades (con pasaporte y visado Schengen), aunque su intención era quedarse a vivir en el país.
Nadia por aquel entonces tenía 12 años (año 2005). Recuerda con claridad su entrada a España, a un territorio completamente desconocido del que solo había oído hablar a su padre y a su tía. A ella le entristecía, pues significaba dejar todo atrás, en Marruecos: su pasado, su hogar y sus amistades.
Nadia dice que lo más difícil para ella fue el idioma, aunque acabó aprendiéndolo, igual que su hermano y sus hermanas. Sus padres, sin embargo, no sabían hablar ni escribir en español (su madre, al menos, ni siquiera hoy día). Al principio, el aprendizaje de la lengua dificultó su trayectoria académica en el colegio. Tenía buena relación con sus compañeros, pero, en parte por este problema, no mantenía mucho contacto con los autóctonos. No tardó en entablar una fuerte amistad con otras dos niñas marroquíes que iban al mismo instituto y, después de un año (y con autorización para residir al menos otro año más), su padre inició el proceso de reagrupación familiar, así que todos comenzaron a residir legalmente en España.
Sobre otras costumbres, Nadia recuerda algo que le llamó mucho la atención: “En Marruecos comíamos cordero, muchas verduras, dátiles, dulces caseros… En España no. La compra era muy diferente. En Marruecos íbamos al mercado de la calle, que allí se vende todo. Incluso carne. Aquí todo cambia. Vas al supermercado y lo tienes todo en un mismo edificio, en estanterías, todo ordenado”.
Pese a que la economía familiar mejoró mucho con el trabajo de su padre, este acabó dedicándose al contrabando fronterizo. Nadia indica que se trafica con productos en ambos sentidos: tanto de Marruecos a España como de España a Marruecos, aunque sea habitual pensar en el transporte de droga de sur a norte, únicamente3.
Anotación:
3Por ejemplo, hay muchos productos que en España no tienen casi valor, como móviles antiguos con teclas, que allí se venden fácilmente. Hay noticias como la siguiente, del Faro de Ceuta, que enuncian que Marruecos endurece su postura contra “las mafias del contrabando” (año 2018), ante el problema que supone esta actividad ilegal en ambos países.
Regreso de Nadia a Marruecos
Por diversos motivos que Nadia prefiere no contar, la familia perdió parcialmente el contacto con su padre. Ante este hecho y la crisis financiera mundial que afectaba en aquel momento a España, la madre de Nadia, que nunca llegó a sentirse cómoda, decidió volver con sus hijas y su hijo a Tetuán en el año 2008.
Nadia y su hermano no querían volver a Marruecos, pues les gustaba la vida que llevaban en Ceuta. Iban a clase con otros compañeros marroquíes y ya se habían adaptado al idioma. Como la distancia que separa Ceuta y Tetuán es de apenas 40 kilómetros, y tanto ella como su hermano estaban empadronados en el municipio español, decidieron cruzar la frontera todos los días (en la aduana del Tarajal, donde también cruzan diariamente trabajadores transfronterizos con autorización) y continuar asistiendo a las clases del instituto ceutí. Sin embargo, los viajes y las conexiones de transporte los obligaron a abandonar la rutina y perder definitivamente la relación con España en todos los sentidos. Nadia no dejó de sentir que en Ceuta vivían en mejores condiciones y siempre deseó volver.
En Tetuán se reencontró con amistades de cuando era pequeña, pero la relación ya no era la misma. La economía familiar empeoró porque el peso de la cultura impedía a su madre trabajar. “No es fácil la vida en Marruecos para una madre soltera con hijos”, comenta. “Allí hay muchas mujeres que no tienen oficio formal, pero todas trabajan en el hogar (no pagado)”. Algunas lo hacen fuera, pero suelen emplearse en puestos infrarremunerados que apenas mejoran sus condiciones de vida. Tras este regreso a Marruecos, Nadia asumió el papel de proveedora de su familia y trabajó como empleada de servicio doméstico y vendedora ambulante, además de aplicar ocasionalmente la henna para bodas.
En los años posteriores comenzó también a dedicarse al contrabando en territorio fronterizo. Sospecha que la tenían “fichada” ya en aduanas por su aspecto (llevaba velo y chilaba), pero que nunca la llegaron a “pillar” porque “no suelen parar a todos”. Para ella, ganar dinero propio supuso un cambio en el rol que se esperaba por ser mujer y reconoce que, en su país, ante la ausencia de su padre, era su hermano quien debía haber aportado dinero al hogar. Así, este jornal cumplía una doble función que, como indica Alcalde et al. (2002), supone tanto un apoyo económico como un símbolo de emancipación de la mujer marroquí
“Tenía mucho miedo de que se enterara mi padre. No sé. Él tenía contactos en ese mundo y podía responder de cualquier manera. La verdad es que no lo sé, pero me asustaba más eso que me pillara la policía”.
Segunda migración de Nadia a España
Con 22 años (2015), cuando la economía española comenzaba a recuperarse de la crisis de 2008, Nadia decidió volver a España por motivos económicos sin la aprobación de su madre, que tan solo animaba a su hermano a salir del país en busca de un futuro mejor. Este hecho refleja las nuevas tendencias migratorias, pues cada vez son más las mujeres que migran por motivos laborales y económicos (Castilla, 2017). La emigración de la mujer marroquí se vincula, habitualmente, a la del grupo familiar (a través de reagrupación), mientras que la del hombre se relaciona con la aventura individual (Melero y Benamar, 2011).
A pesar de que sea muy poco común que una mujer migre sola de Marruecos, Nadia lo hizo. Conocía bien el idioma y la ciudad de Ceuta, y sabía desenvolverse. Las semanas viajando de Tetuán al instituto en España y el breve tiempo dedicado al contrabando en la frontera le habían quitado el miedo a viajar y vivir sola.
Necesitaba un contrato para obtener un permiso de residencia por trabajo, así que se puso en contacto con su tía, que le consiguió un empleo en una pequeña frutería de barrio que regentaba una familia marroquí en Ceuta. Se reencontró con viejas amistades del instituto, igual que le sucedió en su vuelta a Marruecos años atrás, y comenzó una relación a escondidas con una chica que conoció durante estos primeros meses de regreso a España.
Hasta entonces, ella nunca había reflexionado acerca de su sexualidad. “Los hombres no me gustaban, pero en mi familia nunca se habló de que pudiera no casarme con uno. No es que no supiera que era homosexual, es que no me lo planteaba. No sé, es difícil de explicar”.
Nadia dice que la homosexualidad, sobre todo la femenina, es tabú en Marruecos. Allí nunca se le hubiera ocurrido “salir del armario” y, como temía que su tía o algún conocido de su familia se enterara de su orientación sexual, decidió irse a vivir con su pareja a Algeciras.
Aunque la historia de Nadia no esté exenta de adversidades, esta segunda emigración le resultó más sencilla gracias a su anterior residencia en Ceuta. El idioma, que fue un problema para ella años atrás, se convirtió entonces en un arma. No tuvo problemas para trabajar en la frutería ni para trasladarse posteriormente a Algeciras porque su castellano era bastante fluido.
“Di gracias por todas aquellas horas estudiando español. Cuando era pequeña, al principio, no me gustaba, pero si no llega a ser por eso, no sé si habría venido a España otra vez. Saber hablar y escribir me daba mucha confianza”.
Además, contaba con la ayuda de su tía. Ya no era tan fácil entrar en España como cuando tenía 12 años, y el trabajo que le consiguió su tía le permitió instalarse sin problemas con el permiso de residencia. La familia marroquí que regentaba la frutería era amable con ella y no la juzgaba por haber emigrado, como sí había hecho su madre.
Vida de Nadia en España
El principal problema de Nadia en España esta vez fue la sensación de vivir entre dos culturas distintas sin pertenecer por completo a ninguna. No quería llevar el velo, pero todavía sentía la presión familiar y la carga de su cultura, pese a vivir en otro país. Temía sufrir el repudio de sus seres queridos y de la comunidad musulmana.
Le incomodaba llevar ropa muy ajustada o los brazos y las piernas al descubierto. “Con el paso de los años eso ha ido cambiando”, dice, pues ahora ya se atreve a llevar manga corta y no se pone velo, aunque sí gorra. Cuando vuelve a su país de visita, sin embargo, sí viste con velo y chilaba, y a veces se pone esta última prenda con otras propias de occidente, como unos vaqueros.
En Algeciras la contrataron para trabajar en una cadena de comida rápida, donde conoció a unas compañeras con las que comenzó a hacer planes. Los grandes cambios, como su forma de vestir y divertirse, los ha realizado en estos últimos años con ellas y con su pareja (algo que en su país sería impensable que hiciera).
La integración no fue fácil para Nadia, a pesar de sus fortalezas y de su actitud. De hecho, se pueden identificar varias características del estrés y el duelo migratorio definidas por Achotegui (2009) en su proyecto de vida.
“Creo que aquí puedo sentirme más como realmente soy, como la mujer que quiero ser. Puedo trabajar y ser feliz con mi novia sin que me miren mal, pero hay algo que, no sé, no termina de encajar. Es como si me sintiera bien aquí, en España, pero sin sentir que pertenezco aquí. No sé”.
La sensación que tiene Nadia de sentirse tan cerca, pero a la vez tan lejos de su país, y el constante recuerdo de todo lo que se relaciona con él (especialmente su familia) lleva a pensar en que es un duelo parcial y recurrente. Asimismo, para Nadia el proyecto migratorio ha supuesto un cambio en su identidad. Como migró desde pequeña a España y después regresó a Marruecos, no se siente parte de ninguno de los dos países. Dice que aquí siempre va a ser la “mora” y que en su país se siente extraña porque es todo diferente.
“Echo de menos Marruecos, siempre será mi país. Me gustaría poder estar allí con mi pareja, sin miedo a pasear por la calle y con un trabajo que me permita vivir. No quiero sentir que soy menos por ser mujer”.
Nadia tiene sentimientos ambivalentes hacia su país de origen. Sabe que está cerca de “su casa” territorialmente, pero se siente lejos. Le basta con coger un ferry para pasar al otro lado del estrecho y poder ver a su familia. Le encanta Marruecos y, sin embargo, apenas sale de España. “Necesito que mi país cambie, sentir que allí también soy aceptada. Me sentiría mucho mejor”. Aquí siempre será la forastera y en su corazón siempre llevará a Marruecos, pero solo se instalaría allí si la situación económica y social cambiase lo suficiente.
Su proyecto migratorio no solo le ha afectado a ella, también a las personas que dejó atrás en su país, especialmente a su madre. Le agobia pensar que ella está mal por su ausencia y a veces se siente culpable por tener mejores condiciones de vida que ella (“aquí tengo de todo, me lo paso bien. Son muchos lujos para mí. Estoy mal cuando pienso que mi madre y mis hermanas no están como yo”).
Este duelo por pérdida de familiares fue similar al que experimentó ya por la pérdida de amigos años atrás. La primera vez, al emigrar de Marruecos a España, y la segunda vez, al regresar a Marruecos. Las relaciones se deterioran inevitablemente y a la vuelta nunca son las mismas.
A medida que se ahonda en la historia de Nadia, se descubre que su integración en España fue más dificultosa de lo que puede parecer a simple vista. Es cierto que el aprendizaje de la lengua y el cambio de cultura ya los sufrió de pequeña, y que en la segunda inmigración, aunque viajase sola, contaba con el apoyo de su tía, pero su cultura todavía hace mella en su vida diaria. Igual que eligió dejar de llevar velo y chilaba porque para ella son un signo de opresión hacia la mujer, ha elegido mantener ciertas tradiciones, como celebrar el ramadán y no comer carne de cerdo.
“Aquí no puedo dejar de ser la mora mientras vaya a la mezquita, y eso es algo que no quiero cambiar. Creo que ese es uno de los problemas por los que tampoco acabo de sentirme del todo de España. Me siguen viendo como de fuera, aunque hable bien español y no lleve velo. La gente no sabe lo que me ha costado eso y me duele”.
Planes de Nadia respecto a su futuro en España y reflexiones sobre su proyecto migratorio
La intención de Nadia actualmente es la de seguir viviendo en España con su pareja y, en un futuro, conseguir la nacionalidad española. Dice que no cambiaría su vida por la que llevaba en Marruecos, aunque extraña a su madre y a sus hermanas (su hermano vive ahora también en Algeciras), y está intentando que vengan a vivir a España. Cree que con ellas aquí se sentiría más tranquila y asegura que, una vez instaladas, ellas también se sentirían mucho mejor.
Solo regresa a Marruecos para visitarlas y está convencida de que no quiere vivir allí indefinidamente mientras haya tanta pobreza y tenga mucha menos libertad y seguridad que en España. Aquí no tiene que ocultar la relación con su novia y puede decidir cómo se viste y ser una mujer independiente sin renunciar a su religión y a las tradiciones de su país que ha deseado mantener.
No se arrepiente, por tanto, de su decisión de emigrar a España. A veces piensa qué hubiera pasado si su familia no hubiese regresado a Marruecos tras vivir en Ceuta. Le pesa que su madre y sus hermanas no estén aquí con ella, aunque también sabe que eso habría dificultado la relación con su pareja. Viajar sola le permitió decidir qué elementos conservar de su pasado y cuáles no: renunció a aquello con lo que no se sentía cómoda y conservó aquello que siempre había formado parte de ella.
Bibliografía
Achotegui, J. (2009). Estrés límite y salud mental: el síndrome del inmigrante con estrés crónico y múltiple (Síndrome de Ulises). Gaceta Médica de Bilbao, 106(4), 122-133. https://www.elsevier.es/es-revista-gaceta-medica-bilbao-316-pdf-S0304485809746657
Alcalde, R., García, C., Moreno, R. y Ramírez, M. (2002). Las mujeres marroquíes en Cataluña: entre la transgresión y el cambio. Revista Catalana de Sociología, 18, 27-44. https://www.raco.cat/index.php/RevistaSociologia/article/view/15543/303175
Castilla, C. (2017). Mujeres en transición: La inmigración femenina africana en España. Migraciones Internacionales, 9(2). https://doi.org/10.17428/rmi.v9i33.290
De la Dehesa, G. (2009). La primera gran crisis financiera del siglo XXI. Alianza Editorial.
Koroutchev, R. (2012). Flujos migratorios recientes entre Marruecos y España en condiciones de crisis económica mundial. Revista de estudios internacionales mediterráneos. https://revistas.uam.es/reim/article/view/897/885
Melero, N. y Benamar, J. (2011). Las migraciones ilegales en el Estrecho de Gibraltar: un análisis de las causas y soluciones para un desarrollo humano entre Andalucía y Marruecos en F. J. García y N. Kressova (Eds.). Actas del I Congreso Internacional sobre Migraciones en Andalucía (pp. 623-628). Instituto de Migraciones.
Ministerio de Hacienda (2015). Informe de situación de la economía española 2015 [Documento PDF]. https://www.hacienda.gob.es/CDI/estabilidad%20presupuestaria/situaci%C3%B3n%20economia%202015.pdf
Oficina de Información Diplomática (2020). Marruecos: Reino de Marruecos. Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación [Documento PDF] http://www.exteriores.gob.es/documents/fichaspais/marruecos_ficha%20pais.pdf
Royaume du Maroc. Haut Commissariat au plan (2014). Population légale des régions, provinces, préfectures, municipalités, arrondissements et communes du royaume d’après les résultats [Archivo Excel].


