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Universidad de Salamanca
Blog dedicado al fenómeno migratorio y étnico
 

Historia de vida de Mohamed, de Nador (Marruecos) a Andalucía.

Historia de vida elaborada por Karima Oudriss Campoy (Estudiante del Grado en Trabajo Social).

Mohamed es un hombre de 49 años, de origen marroquí (de un pueblo de Nador) que, actualmente, lleva 30 años residiendo en Andalucía. Mohamed vino a España con 16 años aproximadamente.

Su situación en Marruecos, como nos relata, era muy pobre, ya que en casa eran siete hermanos, además de sus padres. Él señala que no contaban más que con algún trabajo temporal, y pese a que sus necesidades de alimento estaban cubiertas, no lo estaban otras tantas. Con esto, nuestro entrevistado hace alusión a algunos ejemplos, como que no tenían suficiente ropa para todos los niños de la casa, o que, tanto él como sus hermanos trabajaban desde que eran muy pequeños en labores de agricultura, ganadería y pesca. Además, a esto es necesario añadir que, respecto a la agricultura, la tierra era de secano, por lo que dependían de las lluvias para poder producir con ella. Una vez conseguían todos los productos, guardaban una parte para ellos, y la otra, la vendían en el mercado o a los vecinos del pueblo, pese a que la situación en toda la zona era, por lo general, muy pobre.

A nivel académico, tanto nuestro entrevistado como sus hermanos, debieron dejar el colegio a una edad muy temprana, ya que para continuar con sus estudios debían cambiar de residencia (en el pueblo no había más que educación primaria) y no contaban con los suficientes recursos económicos para afrontar esos gastos. Por esto, al abandonar el sistema educativo, comenzaron a dedicarse por completo a trabajar para intentar llevar dinero a casa. Mohamed recuerda que, desde muy pequeño, las personas que volvían de España lo hacían con coches y otras cosas consideradas de lujo para ellos  que nunca habría soñado tener.

Por todo esto, nuestro entrevistado se comenzó a plantear la posibilidad de venir a España para alcanzar una mejor calidad de vida, como las personas que veía volver. Además, las personas del pueblo solían comentar que sólo con ir a Europa los inmigrantes recibían papeles y un trabajo, lo que se convirtió en un sueño para nuestro entrevistado.

Debido a su residencia en Marruecos (próxima al mar), continuamente observaba cómo pateras salían de sus costas rumbo a España, así que Mohamed se informó sobre cómo podría subirse a una de ellas, lo que resultó muy caro para él (costaba unas 400.000 pesetas), y como no tenía tanto dinero, los convenció para que lo llevaran sin pagar, bajo la promesa de que les daría el dinero en cuanto encontrara trabajo en España.

Y así fue como Mohamed, con 16 años, subió en una patera y vino a España en busca de un futuro mejor, pese a que lo que encontró era muy distinto a lo que había escuchado previamente sobre cómo iba a ser su vida al llegar a España (que dejó de considerar como un paraíso).

Mohamed estaba acostumbrado a trabajar en el mar, por lo que trayecto por mar no le daba miedo, pero sí considera que fue muy difícil para él ciertos aspectos del viaje, ya que se trataba de una patera hecha de madera en la que entraba agua continuamente y, además, fueron casi 18 horas las que pasaron en ella. La cantidad de personas que iban en la embarcación era demasiada para sus dimensiones (unas 40 personas aproximadamente), de las cuales algunas iban llorando, con ansiedad, etc. Nuestro entrevistado tuvo que ayudar al conductor de la embarcación, ya que el mar estaba muy revuelto y eran demasiadas horas de trayecto para una sola persona.

Consiguieron llegar a Cabo de Gata (Almería), mojados, sin comida, y salieron huyendo por los cerros, esquivando a la Policía. Nuestro entrevistado, junto a su amigo, se pasaron cuatro días caminando sin cesar, y cuando llegaba la noche construían unas camas hechas con plantas.

Finalmente llegaron a su destino, a la zona donde nuestro entrevistado viviría hasta la actualidad. Allí empezaron a pedir trabajo a las personas del pueblo que conducían furgonetas o dirigían a trabajadores en el campo (la agricultura siempre había formado parte de sus vidas, por lo que era un trabajo que podrían desempeñar con éxito y sin ninguna dificultad). Al ser época de verano, se veían obligados a robar fruta del campo para comer, así como a beber del agua de los goteros y de las ramblas o balsas, por lo que su situación era realmente precaria, pero debían sobrevivir de alguna manera.  Consiguieron su primer trabajo en la agricultura, y el contratante les dejó instalarse en un pequeño cortijo abandonado del que disponía. Allí solo podían estar en una habitación, ya que el resto de la casa estaba en unas condiciones pésimas (el techo rajado, caía agua constantemente, etc.).

El empleador no les hizo contrato y tuvieron que pasar un año viviendo en esa casa prestada, por lo que justificaba con ello que sólo les pagara lo justo para comer, diciéndoles que les pagaría el resto al terminar la temporada (lo que nunca llegó a suceder). En compensación por ello, les ayudó a arreglar los papeles (para lo que pagó unas 500 pesetas por su tramitación), pero al año ya pudieron tenerlos. En un primer momento, el empleador, pretendió retenerles dichos papeles para que siguieran trabajando gratuitamente para él, pero, con el asesoramiento del resto de vecinos del pueblo en el que se encontraban, le avisaron de que conocían sus derechos y que podrían denunciarle, por lo que se los entregó.

De nuevo, volvieron a estar sin ningún tipo de ingreso ni alojamiento, por lo que consiguieron que les dejaran instalarse durante un mes en una habitación de riego, al menos mientras encontraban trabajo y conseguían alquilar su primera casa, donde se pudiera vivir dignamente, lo que consiguieron finalmente.

Mohamed señala que sentía apoyo por parte de las personas que se encontraban a su alrededor, no les costó crear redes de apoyo, tanto con la gente joven, con la que entablaron rápidamente amistad, como con la gente mayor, que les ayudaba dándoles cosas que podían necesitar (colchones para dormir, comida, etc.). Además, especifica que dichas redes de apoyo, las sigue manteniendo en la actualidad.

Respecto al rechazo, Mohamed afirma que no se sintió rechazado por ser inmigrante en ningún momento, pero es cierto que aunque, en algunas ocasiones, las formas de referirse a él no han sido las más respetuosas, no se ha sentido para nada molesto, ya que no eran parte de sus preocupaciones. Sin embargo, si considera que el aumento de la población inmigrante en su zona ha aumentado, a su vez, el rechazo por parte de la población autóctona, pero que, a él en concreto, lo tratan como a uno más, en un ambiente al que, se podría llamar, familiar.

Actualmente, nuestro entrevistado se encuentra casado con una mujer española, tiene una familia con dos hijas, y se siente muy feliz por haber logrado aquello que se propuso, pero sí que le gustaría volver a Marruecos por temporadas, ya que allí, actualmente, tiene una casa y mantiene todas sus relaciones familiares (que visita algunas semanas al año). En cuanto a su familia, residen en España actualmente, tres de sus hermanos y, este año, consiguieron que sus padres vinieran a visitar el país y estar con ellos, lo que les había hecho mucha ilusión a todos.

Por último, señalar que Mohamed hace alusión a que, si pudiera volver al pasado para decidir qué hacer, sí volvería a venir a España, pero no lo haría tan joven porque afirma que crecer solo en un sitio donde apenas se conoce el idioma ni la cultura es algo bastante duro, además del choque con la realidad (ya que no es lo que esperaba), por lo que con más edad, considera que habría sido más sencillo todo ese proceso migratorio.

 

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