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Blog dedicado al fenómeno migratorio y étnico
 

Historia de vida de Fátima, marroquí en España.

Historia de vida elaborada por Silvia Úbeda Fabián (Estudiante del Grado en Trabajo Social).

Fátima nació en 1984 en medina de Marrakech en el seno de una familia de clase media-baja. Su padre tenía una carnicería en el mercado, este era el único sueldo de la familia pero ganaba el suficiente dinero para subsistir. Su madre era ama de casa, y crió a  ella y a sus dos hermanos, ambos más mayores, Abdel y Amin.

Los recuerdos que tiene de su infancia son muy buenos, fueron una familia muy feliz y nunca tuvieron ningún problema económico, social o familiar. Fátima recibió una buena educación, al igual que sus dos hermanos. Durante su niñez, con unos 8 años, su madre la enseñó a coser y se convirtió en toda una experta. Le gustaba tanto que prefería pasar el tiempo cosiendo y elaborando su propia ropa en vez de salir a jugar a la calle con sus amigas. Tanto ella como sus hermanos recibieron la enseñanza obligatoria, siendo buenos estudiantes y consiguiendo buenas calificaciones.

Cuando ella tenía unos 20 años, su padre sufrió un ictus que le provocó una parálisis en la mitad derecha de su cuerpo. Esta discapacidad física le impidió continuar trabajando en su carnicería, por lo que Abdel y Amir tuvieron que ocuparse del negocio familiar, pese a que no les gustaba ese oficio. Para contribuir con algo de dinero, Fátima comenzó a vender ropa que ella misma elaboraba en el mercado.

A la edad de 25 años Fátima conoció al que hoy en día es su marido, Karim, un chico de una familia de clase media-baja, cuyo negocio familiar era la tienda de ultramarinos de sus padres. Desde el principio de la relación, Karim trataba muy bien a Fátima, encontrando está en él una persona en quien confiar y un apoyo fundamental en su vida. Al año de relación se casaron y juntos decidieron migrar de forma voluntaria a España, país en el que, según habían escuchado había oportunidades laborales, con el fin de buscar un trabajo y formar una gran familia, dejando en Marruecos a sus respectivas familias. Aunque esto fue un hecho muy doloroso para ambos, tomaron la decisión. De esta manera, en 2010, con el total apoyo de sus familias, hicieron sus maletas y se montaron en un autobús en dirección a Ceuta, donde cruzaron a España en ferry, entrando en el país como turistas, es decir, sin permiso de residencia.

Una vez en España, se desplazaron hasta Ávila, donde,  a través de un amigo de Karim que residía en la ciudad, consiguieron una vivienda que iban pagando con los ahorros que habían traído hasta que consiguieron el permiso de residencia y de trabajo, momento en el que, tras mucho buscar, ambos comenzaron a trabajar.  Karim fue contratado en una empresa de construcción donde ganaba unos 1000 €/mes, y Fátima consiguió un puesto de trabajo a media jornada en una empresa de limpieza de la ciudad de Ávila donde ganaba 890 €/mes, aunque a ella siempre la hubiera gustado crear su propia tienda de ropa artesanal. Después de cinco años, consiguieron el permiso de residencia de larga duración.

Con 33 años, después de unos felices años con su marido consiguiendo el dinero suficiente para formar una familia, Fátima se quedó embarazada de su primer hijo, Yassir. Vivieron este primer embarazo con mucha ilusión. Todo salió muy bien en el parto, Fátima dió a luz a un niño muy risueño, con el que disfrutaron mucho en su crianza. Cuando Yassir tenía dos años, Fátima se volvió a quedar embarazada, esta vez de una niña, a la que pusieron el nombre de Amira, en honor al hermano de Fátima. Tristemente, cuando Amira nació comenzaron los problemas en la familia. Fatima notaba que su hija no era un bebé normal, ya que no interactuaba con el paso de los meses, quedando cada vez más vegetal y sufriendo un gran abultamiento en su pequeña cabeza. Fátima acudió en numerosas ocasiones a urgencias, pero la pediatra que la atendía siempre decía que la niña estaba bien hasta que, un día, una nueva pediatra encontró un tumor en la cabeza de Amira. Fue operada de urgencia en Madrid, pero, tristemente, al intentar extraer el tumor cerebral, Amira murió, con tan solo 10 meses de vida. Esto provocó una gran depresión tanto en Fátima como en Karim, teniendo que pedir la baja en sus respectivos trabajos.

Pasaron 7 meses, y Karim comenzó a trabajar de nuevo, pero la empresa donde Fátima llevaba trabajando tantos años había cerrado, por lo que pasó a dedicarse a la crianza de Yassir hasta que se encontrara con fuerzas para buscar otro trabajo.

Actualmente, Fátima tiene 37 años, hace casi un año que perdió a su hija, aún no ha conseguido otro trabajo, y su único propósito es que la pediatra que no la hizo caso cuando Fátima le explicaba que la cabeza de su hija no paraba de crecer, pague por su error, ya que Fátima tiene pruebas de que se trata de una negligencia médica por motivos de racismo, hecho que ha pasado ya con más familias migrantes en la ciudad. Tanto ella como su marido echan mucho de menos a su familia, con los que mantienen un contacto directo que los ayuda a sobrellevar el duelo que ambos están atravesando tras la pérdida de su bebé. Ambos están muy contentos con su decisión de migrar a España y, por el momento, nunca han pensado en volver a su país de origen, ya que, pese a la distancia que los separa de sus respectivas familias, aquí han encontrado un buen lugar donde poder trabajar y vivir de una forma muy tranquila. Uno de los mayores “contras” a los que se enfrentan diariamente es el racismo, aunque, según dicen, por lo general son tratados de una forma adecuada en este país.

 

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