Historia de vida realizada por Ana de la Iglesia Cuadrado (Estudiante del Grado en Trabajo Social).
Concha es una mujer de 73 años con nacionalidad española, nacida en la ciudad de Tánger, Marruecos, lugar en el que ha pasado los 16 primeros años de su vida. Tiene dos hijos y cinco nietos y nietas, pero todos viven en Madrid, y ella reside sola en Málaga y está jubilada. Viene de familia de migrantes, ya que sus abuelos paternos, procedentes de las provincias de Cádiz y Málaga, tenían su vida hecha en la provincia de Málaga, pero por motivos económicos migraron a Marruecos en 1910 buscando una vida mejor junto con más familia. Vivieron allí 20 años y dos de sus hijos nacieron en Tetuán, Marruecos, sin embargo, retornaron a España y tuvieron otros dos hijos, uno de ellos el padre de Concha, que nacieron en Málaga, España.
Concha recuerda historias que le contaba su abuela de cuándo migró a Marruecos, dice que vivieron en dos ciudades diferentes (Tánger y Rabat) hasta asentarse en Tetuán, la ciudad definitiva en la que vivieron 16 de los 20 años que pasaron en Marruecos, y que después de pasar momentos duros en España, llegar allí fue como “un soplo de aire fresco”, la vida era más tranquila y la gente acogedora que le hicieron fácil la integración, que lo más complicado fue el idioma.
Los padres de Concha, al igual que sus abuelos, tenían su vida establecida en España, sin embargo, en 1943 decidieron viajar a Marruecos para conocerlo, a modo de turistas, recorrieron el país durante unos meses. Al iniciar el viaje, tenían en mente volver a España, pero con el transcurso de este decidieron que sería un buen cambio de aires, ya que en España no tenían trabajo fijo y les parecía buen momento para vivir una nueva experiencia, y además era un lugar en el que, de cierto modo, tenían raíces. Se asentaron en Tánger, encontraron trabajo como vendedores en unos puestos de la calle y decidieron tener hijos, en 1944 nació Fernando, el hermano de Concha, y en 1947 nació ella, y tenían en mente pasar allí el resto de su vida.
Concha se crio en Tánger y vivió ahí hasta los 16 años, con sus padres y hermano. También tenía tíos/as y primos/as en otra ciudad de Marruecos, en Tetuán, y cuando eran pequeños se vieron alguna vez, pero después se perdió el contacto, y hace 4 años retomó la relación con una prima suya que encontró a través de las redes sociales.
En cuanto al idioma, entre ellos hablaban en castellano porque era la “lengua materna”, sus padres sabían lo básico de árabe y podían mantener una conversación más o menos fluida, debido a que llevaban varios años allí y poco a poco fueron aprendiendo, pero nunca asistieron a que alguien les enseñara, solo del día a día. Por el contrario, Concha y su hermano, al haber nacido allí, aprendieron el idioma y eran ellos los que iban enseñando a sus padres palabras o expresiones más complejas que aprendían en la escuela, Concha cuenta que “no era una escuela oficial ni mucho menos, éramos niños y niñas de todas las edades que íbamos todas las mañanas a unas salas que en las que algunas mujeres enseñaban el idioma y la religión principalmente, todos los días leíamos el Corán puesto que la mayoría de la población en Tánger era musulmana y era algo muy importante para esa comunidad”. Cuando Concha tenía 14 años comenzó a trabajar yendo a casa de una mujer para ayudarla a cocinar, y comenzó a ganar algo de dinero.
Concha tiene muy buenos recuerdos de su infancia, comenta que pasaba todo el día en la calle, tenía muchos amigos y amigas y era todo muy seguro. También afirma que había mucho respeto y era una ciudad liberal, a pesar de no seguir la religión musulmana (mayoritaria allí) o tener unos rasgos físicos diferentes, nunca fueron juzgados por ello, sino todo lo contrario, les trataban como uno más. “Las cosas comenzaron a cambiar cuando tenía 15-16 años”, comenta Concha, fue el momento en el que se plantearon mudarse a otra ciudad o a otro país. Los motivos principales de plantearse esta situación fueron políticos y de vivir con inseguridad, ya que Tánger entre 1923 y 1956 era zona internacional y fue el momento en el que se inició el proceso de independencia por parte de Marruecos y esto hizo que para las personas de procedencia europea que vivían allí, la vida cambió debido a que el clima de convivencia se enrareció y se inició un éxodo a las respectivas nacionalidades.
Algunos de sus familiares ya habían tomado la decisión de migrar, y lo habían hecho a Madrid, España, ese fue uno de los motivos que les impulsó a hacerlo. Por ello, en el año 1963, Concha, junto con sus padres y hermano, tomaron la decisión de migrar al país de origen de sus padres, España, más concretamente a Madrid.
Concha y su hermano nunca habían viajado fuera de Marruecos, “no conocíamos otro estilo de vida, estábamos asustados. Cuando empezó a cambiar la vida en Tánger, no queríamos irnos de allí, queríamos que volviera a ser la ciudad que era antes y continuar allí nuestras vidas”. A pesar de ese pensamiento y no conocer a dónde iba, tenían unas altas expectativas y grandes ilusiones, ya que era “volver a su tierra” y reencontrarse con sus familiares. Viajaron a Madrid en avión, comenta que, en esos momentos, debido al tránsito de personas que había en Tánger, les fue muy fácil coger los billetes y no tuvieron problemas a la hora de salir de Marruecos y entrar en España.
En un principio, se instalaron en las viviendas de sus familiares, y fueron estos los que les ayudaron a integrarse y adaptarse al ritmo de vida tan diferente. Concha comenta que al llegar a Madrid no se esperaba algo así, que era totalmente diferente a lo que conocía y a lo que había vivido.
La situación en España durante esos años era algo complicada, a raíz de la Guerra Civil del año 1936 había un régimen dictatorial al mando de Francisco Franco. Fueron unos años muy duros para el país, puesto que la pobreza inundaba las calles debido a la posguerra, por ello hubo un gran cambio social, la población migró del medio rural a las ciudades, buscando trabajo y una vida mejor. Por este motivo, hubo una migración masiva de españoles a otros países de Europa, buscando una vida mejor y nuevas oportunidades que les ayudaran a mantener a sus familias.
Para Concha, lo más duro del proceso migratorio fue dejar a los amigos y enfrentarse a una forma de vida nueva, algo que no conocía de nada, “era empezar de 0, con miedos e inseguridades de que las cosas pudieran torcerse y no tuviéramos qué hacer”. Esto hizo que los primeros tiempos al llegar al nuevo país fueran duros, a pesar de ser acogidos por su familia, hasta que no consiguieron un trabajo, tuvieron una casa propia y una vida más independiente separada de sus familiares, “fueron recuerdos grises y amargos”, comenta Concha. También, una parte difícil del proceso fue crear una red social desde cero, al principio les costó socializar más allá de su familia, pero en poco tiempo se integraron a medida que salían a hacer cosas y trabajar.
En cuanto a la forma de vida, la diferencia era enorme, Tánger era una ciudad cosmopolita, abierta, moderna, pequeña y abordable, junto al mar y con un clima suave y agradable todo el año y el cambio al llegar a Madrid fue abismal, una gran ciudad donde todo eran prisas y distancias enormes, con un clima extremo, calor y frío a partes iguales.
En lo que respecta a la integración, no tuvieron dificultades en adaptarse e integrarse a la vida de la ciudad, pudieron conseguir lo que deseaban en poco tiempo, Madrid siempre ha sido una ciudad de acogida y en aquellos años de crecimiento en España en general, no hubo dificultad en encontrar trabajo y vivienda. Iniciaron una nueva vida con ilusión y no se sintieron defraudados en ese aspecto.
En su caso era una familia española que migra a otro país a buscar otra vida mejor, con idea de establecerse en él para siempre, pero que las circunstancias y la política del país les devuelve a su lugar de origen. En el momento que iniciaron el proceso migratorio a España, sabían que no volverían a vivir en Marruecos, si para visitarlo con mucho agrado y cariño, con el recuerdo de unos años vividos con felicidad, pero con la sensación de volver a un lugar que ya no era el suyo.
A día de hoy, Concha ha realizado otro proceso migratorio, esta vez dentro del mismo país, España. Tras la migración de Marruecos a Madrid, ella hizo su vida allí, se casó y tuvo hijos, tenía su propia casa. Sus hijos se independizaron en la misma ciudad, y su marido falleció, se quedaba en Madrid porque tenía que cuidar de su madre, sin embargo, en el momento que esta falleció, tomó la decisión de vender su casa e irse a vivir a Málaga, lugar en el que veraneaba y era muy feliz, tenía más planes que hacer al ser una ciudad más pequeña más adaptada a sus necesidades, quería mejorar su calidad de vida.
Lo único que le “ataba” a Madrid eran sus hijos y nietos, aparte de ser una ciudad que le ha hecho crecer como persona, pero a pesar de ello, reside sola en el centro de Málaga, ve a sus hijos y nietos cuando puede, aunque con la pandemia les ha sido más complicado, pero mantienen el contacto y en verano pasan un mes todos juntos.
Para finalizar, Concha hace una pequeña reflexión de su experiencia migratoria: “toda emigración conlleva dolor e ilusión a partes iguales, dolor por dejar el lugar que te vio nacer, tus recuerdos, en muchos casos costumbres y tradiciones, religión, idioma…etc.
Es frecuente tener que pasar un duelo, aunque a cambio de eso puedes tener la suerte de superarlo y enriquecerte con el conocimiento de culturas distintas y mejorar la calidad de vida”.


