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Universidad de Salamanca
Blog dedicado al fenómeno migratorio y étnico
 

Historia de vida de Alba, española en Dublín

Historia de vida elaborada por Estela Lorenzo Julián (Estudiante del Grado en Trabajo Social).

La persona entrevistada es Alba G., por motivos personales prefiere permanecer en el anonimato. Alba tiene 29 años, natural de Zamora y su nacionalidad es española.

Alba estudió psicología en la Universidad de Salamanca, más tarde realizó un máster de especialización y su sueño es ser profesora en un colegio público.

La situación socioeconómica en el año 2015 en Zamora era precaria, pese a haber buscado trabajo en varias provincias y diferentes comunidades autónomas, que no le brindaban el futuro que ella quería, decide emigrar a Dublín. En Febrero de 2015 consigue un trabajo como au pair dentro de una familia, así que decidida emprende su viaje.

Alba ya había estado trabajando como au pair en Irlanda con 22 años, y conocía la forma de viajar. En su primera estancia en Dublín tuvo una mala experiencia, la familia para la que empezó trabajando no concordaba con lo que habían establecido, así que aguantó en esta primera familia durante dos meses, hasta que consiguió cambiar a otra familia, donde estuvo otros dos meses siendo una experiencia beneficiosa.

En la búsqueda de empleo como psicóloga, Alba vio que no tenía posibilidades a corto plazo de encontrar trabajo, las oposiciones se habían anulado y hasta septiembre no podría volver a estudiar. Esta situación derivó en una crisis de identidad ya que “no sabía qué hacer con su vida”. Al ser febrero y no tener nada que hacer hasta septiembre, que era cuando empezaba el máster decidió irse a Dublín, ya que no quería estar en casa sin hacer nada.

Se planteó trabajar de algo que no estuviera relacionado con sus estudios, pero quería vivir una experiencia nueva, mejorar su inglés, etc. De cierta manera fue una migración voluntaria, pero en cierto modo también se vió obligada a hacerlo. Porque al igual que su generación y otras muchas, sufrieron y sufren los devastadores efectos de la crisis. Ella fue una de las personas afectadas en cuanto a tener que emigrar, porque no logró encontrar  en España un trabajo que se adecuara a las exigencias académicas con las que Alba contaba. En principio pensó irse durante seis meses, para ganar dinero, crecer como persona y después seguir con su vida. Pero decidió quedarse allí durante más tiempo. Realmente ella quería marcharse.

Contaba con el conocimiento acerca del funcionamiento de estos trabajos como au pair y emprendió la búsqueda online en la página web que regulaba dicho empleo. Cuando encontró una familia que le brindaba confianza y le gustaba decidió marcharse. Reservó durante unos días un hostal por si la familia con la que se encontraba terminaba presentando un problema, “por si le fallaba o notaba algo raro”. Con lo que tenía ahorrado se pagó el vuelo, el hostal, y llevaba dinero en efectivo por si tenía que regresar. Realizó un estudio previo de la zona, anotando teléfonos de la embajada, la localización de la misma, etc. En ese momento para Alba no fue duro el hecho de emigrar a otro país, porque lo que quería era salir de su zona de confort, lo vivió con motivación y también ayudó el hecho de que era un país que está cerca de España.

En su segundo viaje a Dublín, estuvo nueve meses trabajando de aupair y viviendo con la familia donde las dificultades que encontraba residían en convivir con una familia que no es la suya y que el hecho de ser extranjera difiere en el modo de vida y en las costumbres o hábitos. Sin embargo, Alba también afirma que todo es la confianza que deposite en tí la familia. Esto logró que Alba se sintiera a gusto con la familia. Cuando tuvo más independencia económica  y se mudó a una casa compartida, tuvo que pluriemplearse para afrontar los costos de haberse independizado de la familia: En el instituto trabajaba tres días a la semana, a media jornada, donde había empezado realizando las prácticas del máster y donde a la finalización de las mismas conseguiría un puesto de trabajo, haciendo sesiones de psicología grupales e individuales con los alumnos; otros tres días hacía de nani (cuidaba niños) y también hacía de canguro el fin de semana por la noche, cuando los respectivos padres salían de cena o de fiesta.

La mayor dificultad fue encontrar una casa, debido a que el sector inmobiliario es muy reducido y hay mucha demanda; tienes que pasar por entrevistas con los caseros; entregar papeles, que siendo extranjera lo dificulta. También ella sintió dificultades por parte de su trabajo como aupair, que en Irlanda no está regulado y por lo tanto no estás dado de alta en la Seguridad Social. También le pedían referencias de antiguos caseros o de compañeros de piso que hubiese tenido. Aquí en España eso no sucede, afirma Alba, en cambio allí necesitas alguien que responda por ti, porque al final ella no tenía una historia en Dublín, exceptuando en lo que respecta a la última familia para la que trabajó como au pair antes de independizarse.

“Mudarme y empezar a trabajar, para mí fue mi mayor logro personal” dice Alba, también trabajar en un instituto y lograr entrar en el sistema irlandés consiguiendo la legalidad, ese fue el paso “gordo”, que es diferente a ser aupair. A consecuencia de esto logró obtener la tarjeta de residencia (pps number), te comienzan a considerar ciudadana y pasas a ser ciudadana inscrita.

Para conseguir la PPS number, tienes que acreditar un domicilio y un trabajo, las au pair son un vacío legal en el país, no están dadas de alta, no cotizan y hay muchas. Irlanda junto con Inglaterra son los países que más au pair tienen, están sujetas a una desprotección legal, donde nadie se hace cargo de ellas, normalmente suelen volverse a España.

Hay debate por las condiciones laborales de las au pair “ya que son las que te deja la familia” y la legalidad del trabajo, aunque no lo legalizan porque si la familia tiene que darte de alta en la Seguridad Social, ya no le compensa. No puedes conseguir el PPs number como au pair, ya que al no estar inscrito en la Seguridad Social, es como si no existieras como ciudadano/a. Hasta que logras acreditar que tienes una residencia fija y un trabajo. Alba adquirió el PPs number cuando se mudó y comenzó en el instituto que mencionamos antes, donde había realizado las prácticas del máster (en el cuál había estudiado mientras trabajaba como au pair) y tenía referencias: de la familia para la que había trabajado y compañeros de piso.

Pagaba 700 euros por una habitación de escasos metros cuadrados, en un barrio normal y relativamente céntrico, en el que vivían 5 personas. Otro tipo de vivienda era inaccesible. Añade Alba que “un piso en un barrio decente para ti solo puede costar más de 2000 euros al mes”. Aunque hubiera trabajado a jornada completa, no hubiera podido adquirir un piso para ella sola, al menos en Dublín. Los sueldos son más altos que en España, pero la vida también es mucho más cara, sin embargo hay un mayor nivel de vida.

Regresó a España a los dos años, por motivos laborales. Ese mismo año (2017) iban a salir oposiciones, las cuales tenía pensado preparar y que terminaron cancelándose. Esto evoca sentimientos de arrepentimiento durante el primer año de estancia en España, por haber dejado Dublín. Aunque Alba reitera que si hubiera encontrado allí un trabajo con un buen sueldo y una vivienda se hubiera quedado, ya que a nivel laboral le ofrecían más cosas como psicóloga que en España. Pero ella quería ser profesora, la parte racional de estudiar unas oposiciones y querer ser profesora en un instituto público según el modelo español tuvo mayor peso que seguir residiendo en Dublín.

Antes de volver buscó trabajo tanto en Dublín como en España, después de acabar el máster online que hacía mientras estaba en Dublín y quería dedicarse a algo más especializado. También buscó en Valladolid, Madrid y Dublín porque en Zamora no había trabajo. Le salió trabajo en Madrid, pero no era suficiente para vivir allí. En Valladolid obtuvo un trabajo de profesora de inglés que no era lo suyo, pero fue un trabajo que consiguió gracias a haber estado trabajando fuera dos años. Estuvo más de un año dando clases de inglés. Hasta que encontró trabajo de su especialidad en un instituto concertado.

En cuanto a una reflexión generalizada de su experiencia, sostiene que cuesta regresar por dos motivos: “porque allí estaba bien, pero regresó por el futuro, por pensar en qué hacer. También porque cuando regresas tú has cambiado, también la gente cercana ha cambiado, tú vuelves diferente, y no vuelves a la realidad que dejaste cuando te fuiste. La situación familiar y en lo que respecta a los amigos es diferente, entonces esto supone otro esfuerzo de adaptación”. La situación laboral también ha cambiado, se produce un desajuste y hay un periodo de adaptación de nuevo. Actualmente está contenta, han pasado tres años y medio desde que volvió,  y ahora está feliz porque trabaja en lo que le gusta, profesora de un instituto.

Sigue en contacto con la familia con la que estuvo y con amigos de allí, regresa al menos dos veces al año a Dublín. Continúa en contacto con gente que conoció en Dublín y que estaba en su misma situación. Quienes se encargaban de trabajos precarios como el Mc-Donalds, que estaba lleno de universitarios españoles;  au pairs y camareros en hoteles o restaurantes. Muchos emigrantes de otros países se encontraban en situación precaria.

La población autóctona se encuentra en una situación diferente por el sistema educativo que reciben, a los 22 años casi todos tienen trabajo, hay menos población que en España y tienen más facilidades que los extranjeros debido a las dificultades para entrar en el sistema Irlandés. Sin embargo considera que en España estamos mejor formados en cuanto a educación.

Ahora no se plantea el volver por la dificultad que supone entrar en el sistema Irlandés. Y actualmente no se iría, porque tiene un trabajo que le gusta, pero no se arrepiente de nada y para ella ha sido lo mejor que pudo hacer, le ayudó a conocerse como persona, no es lo mismo viajar que vivir, valorar el esfuerzo, conocer personas, mantenerse a sí misma y resalta el irse sólo, porque te conoces de otra manera distinta que si emigras acompañado.

 

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