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Universidad de Salamanca
Jorge Heras Almeida
Ingeniero Químico - Estudiante del Máster de Educación Secundaria Obligatoria
 

El aprendizaje cooperativo: técnica del puzzle

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Hoy vamos a hablar sobre la temática tratada en las dos primeras sesiones relacionadas con la innovación: trabajo cooperativo, concretamente la técnica del puzzle de Aronson.

No sólo lo hemos visto de manera teórica, sino que lo hemos experimentado nosotros mismos.

La cooperación consiste en trabajar juntos para alcanzar objetivos comunes. En una situación cooperativa, los individuos procuran obtener resultados que sean beneficiosos para ellos mismos y para todos los demás miembros del grupo, contrastando con el aprendizaje competitivo. Con esta metodología ya no sirve el “yo me lo guiso, yo me lo como”. Pero, ¿por qué es importante el trabajo cooperativo en el aula?

El aprendizaje cooperativo permite al docente alcanzar varias metas importantes al mismo tiempo:

  • Elevar el rendimiento de los alumnos: los alumnos se esfuerzan por lograr un buen desempeño, dedican más tiempo a tareas, están motivados, consiguen un mayor nivel de razonamiento y pensamiento crítico.
  • Establecer relaciones positivas entre los alumnos, sentando las bases de una comunidad: se incrementa el espíritu de equipo, se generan relaciones solidarias y comprometivas, se consigue valorar la diversidad y la cohesión.
  • Proporciona experiencias para lograr un desarrollo social, psicológico y cognitivo saludable.

Los ingredientes fundamentales del verdadero trabajo cooperativo son los siguientes:

1. Responsabilidad individual:

Todos los alumnos deben realizar una parte del trabajo, es decir, el trabajo se reparte en tantas partes como integrantes formen el grupo, de manera que cada uno se sienta responsable de su parcela de trabajo. El grupo es responsable de lograr sus objetivos, pero cada miembro debe realizar su parte del trabajo.

2. Interdependencia postiva y exigibilidad individual:

El éxito de las personas estará vinculado al del grupo; las personas tienen que colaborar para conseguir los objetivos de grupo, por lo que los alumnos están motivados.

3. Interacción promotora:

Se prevé que los alumnos se ayuden y apoyen activamente entre sí. Los miembros deben compartir recursos y apoyar y estimular los esfuerzos de los demás por aprender.

4. Desarrollo de las competencias de trabajo en equipo:

Se exige a los alumnos que aprendan la asignatura y también las competencias interpersonales y de pequeño grupo necesarias para actuar como parte del equipo, enseñándose estas últimas de manera tan centrada y precisa como las académicas.

5. Valoración del grupo:

Los estudiantes deben aprender a evaluar la productividad de su grupo. Tienen que describi9r qué acciones de los miembros son útiles y cuáles no, y decidir qué deben seguir haciendo y qué han de cambiar. También es necesario ser autocrítico.

 

En nuestro caso en concreto, hemos trabajado la metodología del puzzle, que es imagesuna técnica de aprendizaje cooperativo (TAC) dinámica, que permite mejorar el rendimiento académico, el aprendizaje significativo y autodirigido. En ella, el compromiso de todos los miembros debe ser esencial para conseguir un buen desarrollo de la actividad.

La técnica del puzzle consta de los siguientes pasos que llevamos a cabo en dos sesiones diferente:

1. Tras crear los grupos de trabajo, se asignó un tema a cada integrante, en el que sería “experto”. Cada integrante debía leer el documento del tema asignado y elaborar un pequeño esquema o resumen.

Grupos 1

Grupos con integrantes especializados en diferentes temas

2. Los integrantes de los diferentes grupos se reunieron en grupos de expertos por el mismo tema asignado para poner en común aquello que hayan sacado en claro y completar sus esquemas/resúmenes.

Grupos 2

Grupos de expertos

3. Se reunieron de nuevo los grupos iniciales y cada integrante explicó al resto del grupo el tema que ha trabajado de manera que, al final, todos los integrantes del grupo debían conocer los contenidos de todos los temas.

4. De manera aleatoria, se asignó un tema de exposición a cada grupo que sería presentada por un integrante, también elegido al azar y que no podía ser expero en ese tema.

5. Se le asignó a cada grupo un tema para evaluar (teniendo en cuenta que no podían evaluarse a sí mismos) de manera que, a partir de una rúbrica de evaluación proporcionada por la profesora, se valoró la calidad de la exposición del tema asignado.

Como reflexión personal creo que estas sesiones realizadas que se han dedicado al trabajo cooperativo han permitido ver el potencial que tienen este tipo de técnicas para trabajar con los alumnos y comprobar qué nos gusta respecto a ellas, qué no y qué cambiaríamos.

De forma general, creo que es una técnica bastante útil y que se pueden obtener buenos resultados, sin embargo, no todo es positivo:

Puede haber un miembro del grupo que no realice su trabajo de manera adecuada porque:

-No le importa hacer su trabajo ni que eso repercuta en el grupo. No se siente responsable ni implicado.

-Sabe que otro lo realizará por él y se llevará el mérito sin colaborar.

Por tanto, en estos casos, es fundamental ser firme en cuanto a lo que se espera de cada integrante y dejar claro a los grupos que pueden ponerlo este tipo de problemas en conocimiento del profesor  si lo consideran oportuno.

 Bibliografía

David W. Johnson, Roger T. Johnson y Edythe J. Holubec (1999). “El aprendizaje cooperativo en el aula“. Association For Supervision and Curriculum Development.

Elizabeth F. Barkley, K. Patricia Cross y Claire Howell Major (2007). “Técnicas de aprendizaje colaborativo”.  Ediciones Morata S.L. Colección: proyectos curriculares.

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