Descargas eléctricas
Jugando, un perro puede mordisquear un supletorio que usted ha dejado arrastrando. También puede lamer un enchufe o cortar un cable de la luz o de la plancha. Si la descarga es fuerte (220 V) puede originar pérdida de conocimiento del animal. Es muy grave y exige que se practique al animal la respiración artificial. Puede usted hacerla de boca a boca o mejor de boca a nariz; es preciso insuflar aire y realizar de este modo una aireación artificial para evitar la asfixia. Para ello, extienda la cabeza del perro, aplique su boca sobre sus narices e insufle al ritmo de la respiración. También puede apoyar las dos manos extendidas sobre las costillas y después dejar que se relajen regularmente. Cuando la descarga eléctrica es leve, puede traducirse simplemente en necrosis de la piel, una especie de quemadura que es preciso desinfectar y empapar con colutorios, si ha sido en la boca, o con betadine si se trata de cualquier parte del cuerpo.
Quemaduras
Aparte de la descarga eléctrica que acabamos de describir, hay muchas otras causas que producen quemaduras: agua hirviendo, incendio, plancha, aparatos de calefacción. El animal manifiesta rápidamente gran dolor. Puede que sea sólo el pelo el que se ha quemado o que la quemadura haya alcanzado a la piel en diversos grados. Una quemadura superficial puede bañarse con betadine, una solución de ácido pícrico, un linimento o aceite de hígado de bacalao. Los homeópatas, es decir, los médicos que curan con dosis mínimas de aquello que en mayores cantidades produce los mismos síntomas que se desean combatir, utilizan la tintura de Calaguala. Cuando la quemadura es más profunda, exige necesariamente la intervención de un veterinario, pues una necrosis de este tipo puede ser causa de una infección seria. Mientras llega el veterinario puede cubrir la herida con polvos de sulfato.
Si un perro ha sufrido quemaduras graves, con ocasión de un incendio, por ejemplo, pueden sobrevenir accidentes secundarios por reabsorción de los tejidos quemados, lo que implica una intoxicación del organismo, o por lesiones pulmonares debidas a la inhalación de humo.
Cuando haya quemaduras debidas a agentes químicos (ácido, lejía, sosa cáustica), habrá que consultar al veterinario inmediatamente.
Intoxicaciones o envenenamientos
En casa, un animal puede encontrar numerosas fuentes de envenenamiento. Puede tratarse de productos de utilización casera como ceras líquidas, naftalina, lejía, etc. Estos envenenamientos provocan signos de gravedad variables según la cantidad ingerida. Lo más importante es lograr que el perro vomite. Para ello puede utilizar un emético, ipecacuana, sulfato de cobre, agua muy salada o una mezcla de agua oxigenada y 4 partes de agua que dará por la fuerza al animal. Si no, será preciso que vaya inmediatamente al veterinario para que le administre una inyección subcutánea de apomorfina que provoque el reflejo del vómito durante los siguientes cinco minutos. También puede recurrir a un purgante (aceite de ricino, sulfato de sodio), pero tras la ingestión de productos fosforados, es preciso no dar al perro cuerpos grasos. Lo más importante es neutralizar a continuación el producto ingerido mediante un antídoto (telefonee al hospital más próximo a su domicilio). Si no conoce el veneno ingerido, puede preparar claras de huevo batidas en leche, carbón animal y magnesia hidratada. Cuando la intoxicación es grave, se manifiesta mediante serios trastornos gastrointestinales: vómitos, diarreas, hemorragias intestinales con excitación o coma, convulsiones y dolores intensos. No hay que esperar a que aparezcan todos estos síntomas, y, si sospecha que su perro ha tragado un medicamento o un tóxico, lo mejor será llevarlo lo más rápidamente posible al veterinario, incluso aunque parezca estar bien, pues los trastornos pueden presentarse más tarde.
Otras posibles causas de envenenamiento son el gas de alumbrado, el butano o el propano. El cachorro puede intoxicarse al desconectar el tubo de conducción de la cocina o del aparato de calefacción; al mordisquearlo absorbe gran parte del gas tóxico. Como el perro vive más cerca del suelo que el hombre, y este tipo de gas es más pesado que el aire, manifiesta antes que usted síntomas de intoxicación. Estos síntomas consisten primero en somnolencia, después en sueño letárgico y por último en coma. Estas intoxicaciones son muy peligrosas, pues el gas carbónico se fija en los glóbulos de la sangre impidiéndoles el transporte de oxígeno a las células. Si su animal está en coma, es preciso practicarle inmediatamente la respiración artificial manual o «boca a boca», pero deberá conducirlo inmediatamente a un veterinario que disponga de instalación de reanimación por insuflación de oxígeno, o telefonear a los bomberos quienes colocarán a su animal oxígeno Al tiempo que atiende a estos cuidados dé urgencia, tras una intoxicación hay que combatir los síntomas de abatimiento y otros generales con tónicos cardiacos, diuréticos e inyecciones de suero fisiológico. El abatimiento puede tratarse con la administración de café o té; la excitación se elimina con jarabes de bromuro; los vómitos se calman con agua de cloroformo, y las diarreas se detienen con bismuto o carbón.