El aparato digestivo del perro

1/04/15, 16:35

El Aparato digestivo comprende todo lo relacionado con la admisión de alimentos, es decir, los órganos que intervienen en el viaje que realiza el pienso perros: labios, encías, dientes, lengua; con su transporte: faringe y esófago; con su digestión: estómago, intestino, páncreas, hígado: y por último, con su expulsión hacia el exterior: región anal. Se trata de órganos muy importantes que, en el perro y en el gato joven, originan con facilidad desequilibrios funcionales que no hay que pasar por alto. Cuando una patología afecta a uno de estos aparatos, a menudo se ve envuelta también la nutrición, produciéndose un decaimiento general y, en los casos graves, la muerte. Del aparato digestivo tomaremos en consideración las siguientes estructuras:

Encías. La primera operación que debemos efectuar cuando dirigimos la atención hacia el aparato digestivo es la de levantar los labios y observar el color de las encías (mucosa oral). Podemos percibir a grandes rasgos las siguientes situaciones: color rosado-rojizo; color pálido, blancuzco; color azulado, grisáceo; color amarillento. El color rosado-rojizo es la situación normal, la que debería observarse siempre en un cachorro sano. Esta indica que el grado de oxigenación general del organismo y la cantidad de glóbulos rojos presentes son correctos. En los ejemplares de pelaje pigmentado el color nor- mal de la mucosa gingival es gris azulado, tirando incluso al gris oscuro o al negro. El color blanquecino o pálido podemos encontrarlo como dato normal en un perro asustado, atemorizado, y en un gatito sin problemas especiales. Esperando unos minutos y animando al cachorro con unas caricias se puede observar el restablecimiento de la circulación local y el retomo gradual del color rojizo.

 

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En todos los demás casos, por el contrario, puede haber un problema o una patología de fondo que deben ser examinados y a ser posible resueltos de acuerdo con el criador. Si el animal es anémico, tiene muchos parásitos, o ha perdido o no produce demasiada sangre, es mejor descartarlo porque esta situación implica mayor cansancio y fatiga y superiores riesgos de contraer enfermedades infecciosas (en esta situación pueden faltar o ser insuficientes los anticuerpos presentes en la sangre). El color azulado o a veces grisáceo de la mucosa gingival es un detalle muy común y normal en las razas de perros de pelaje pigmentado u oscuro (Pastor alemán, Chow-chow. Pastor húngaro, etc.). Si observamos a un ejemplar con las mucosas azuladas y sospechamos que se trata de un defecto de oxigenación de la sangre, debemos controlar en seguida la parte «blanca» del ojo, la denominada esclerótica, para ver si tiene también el mismo color. Para ello basta con levantar el párpado superior y observar su coloración. En caso de duda conviene valorar mejor el carácter del animal, que, si es cianótico, se mostrará muy cansado, fatigado, respirará con dificultad y en ocasiones presentará tos, flujo nasal, lagrimeo; todos estos síntomas están ligados a una enfermedad respiratoria. Estas últimas situaciones sugieren que se descarte al animal. El color amarillo de las mucosas, sinónimo de ictericia, constituye siempre un síntoma grave, sobre todo en un cachorro. Generalmente aparece cuando se produce una destrucción rápida y masiva de glóbulos rojos (hemolisis), o bien por un mal funcionamiento del hígado o de la vesícula biliar. Para el futuro propietario del cachorro tiene poca importancia el llegar a la fuente del problema porque con- viene descartar al animal.

Dientes. Durante la adquisición de un cachorro la valoración de los dientes tiene una importancia exclusiva para la determinación de la edad. Es muy normal acudir a una perrera, recibir un perrito o un gatito como regalo y no saber, u olvidar, su edad. Levantando los labios, observando los bordes de las encías y los incisivos y caninos, podemos, con bastante  aproximación, saber la edad que «muestra» el perro o gato que tenemos ante nosotros. Estas comprobaciones prácticas no son absolutas, pues existen variaciones de raza, situaciones diversas ligadas al tipo de alimentación, a la costumbre de roer objetos duros, etc., pero aun así resultan bastante fiables.

 

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Cavidad bucal. Después de calcular la edad del ejemplar, buscaremos, en la boca, úlceras, heridas, cortes, y, alrededor de los dientes y en la lengua, restos de comida sin digerir, posibles testimonios de regurgitación o de vómito.

Abdomen. A continuación palparemos delicadamente el abdomen para comprobar una posible tensión en la zona, la existencia de dolores «provocados» o la presencia de la ya mencionada «hernia umbilical». Si todo está bien, dirigiremos nuestra atención a la región anal.

Región anal. Levantemos la cola del gatito o del perrito y comprobemos la posible suciedad o enrojecimiento de la piel, probable síntoma de inflamación intestinal o diarrea. Las diarreas acuosas o hemorrágicas suelen dejar marcas en tomo al ano. Este hecho debe prevenirnos para que hagamos un examen global más intenso. También buscaremos la presencia de pequeñas lombrices blancas (tenia), de 0,5-0,8 mm de longitud, poco móviles, que salen del ano y con frecuencia se quedan pegadas a la cola. La «solitaria» es muy fácil de curar con un vermífugo de uso común.

 

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■ Heces. Busquemos, en el entorno en que vive el perro, la presencia de sus heces. Éstas nos informan sobre el correcto funcionamiento del aparato gastrointestinal y sobre la posible presencia de desequilibrios digestivos, de absorción o asimilación de las sustancias nutritivas. De las heces hay que examinar lo siguiente: color, consistencia, presencia de sustancias extrañas. El color de las heces está relacionado con el tipo de alimento que ingiere el perro o el gato. Podemos considerar normal una coloración que varía entre el marrón oscuro y el amarillo claro. Cuanto mayor es el contenido de carne, más oscuras tienden a ser las heces. Las heces blanquecinas indican la ingestión de elevadas cantidades de huesos. La presencia de heces negruzcas, hemorrágicas y de olor desagradable es absolutamente anormal. La consistencia y la presencia de sustancias extrañas indica a grandes rasgos el contenido de agua y el tipo de funcionamiento y de movilidad del aparato digestivo.

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