¿Por qué se quema la Sierra de Gata?

11/08/15, 17:39

Toda España se levantaba hace unos días con la noticia de que el incendio de Sierra de Gata se había convertido en un problema sin control. Para todos aquellos que no conozcan la Sierra de Gata, es una comarca situada en el medio oeste peninsular que limita con Portugal al oeste, con la provincia de Salamanca al norte, las Hurdes al este, junto con Trasierras de Granadilla y las Tierras de Alcántara al sur. Forma parte de la parte más occidental del Sistema Central y la profundidad de sus valles y montañas con una media altitud de unos 1200 metros sobre el nivel del mar, hacen de ella un conjunto natural destacado por la gran cantidad de fauna y flora que prospera en ella junto con instalaciones como el Albergue Campamento La Escuela del Bosque que apoyan el desarrollo turístico de toda la comarca y la zona norte de Extremadura.

Agricultura y ganadería han formado parte histórica de esta comarca que sin embargo como gran parte del territorio nacional se ve sometida en ocasiones a desidias y malas gestiones forestales que son en definitiva la luna a la que apunta el dedo cuando hablamos de los numerosos incendios que asolan la zona cada año. No hay duda de que son muchos los factores que influyen en esta triste realidad. Desde aquí se identifican tres problemas clave:

En primer lugar tenemos una mala gestión forestal que nos alcanza desde que comenzaron las repoblaciones en el franquismo. Se eligió desmontar el terreno e introducir masivamente pinares maderables bajo régimen de montes consorciados y públicos. Nunca más se trabajaron y el pinus pinaster prosperó en base a los incendios que se apoyaban en una total ausencia de políticas de desmonte y forestales que entresacaran los pinares y limpiasen el monte. Estas reforestaciones produjeron a su vez un choque con el sector caprino que desapareció en gran medida ante la disminución de terrenos de pastos.

La segunda clave que apreciamos es la incapacidad de los ayuntamientos de gestionar su territorio debido a las fuertes restricciones que plantea históricamente la Junta de Extremadura en la gestión de la naturaleza. Demasiadas gorras de plato: ingenieros de monte, agentes forestales, Confederación Hidrográfica, áreas sobreprotegidas que limitan las actuaciones de limpieza y desbroce, y un largo etcétera de condicionantes que limitan en gran medida el mantenimiento de montes públicos y privados. Esto además se une a sectores ganaderos y agrícolas que se profesionalizan y limitan la agricultura y ganadería extensiva. De nuevo nos encontramos con elementos que impiden la protección de grandes zonas forestales.

Por último encontramos un grave problema de reforestación y trabajos. Los limitados recursos que se destinan a la madera verde contrastan con los que se dedican a la madera quemada. Alrededor de 7 millones de euros fueron destinados a la comarca de Las Hurdes hace unos años tras un incendio que asoló gran parte de la comarca. En zonas con economías y empleos precarios en gran medida, la situación no hace sino favorecer la idea de que la madera quemada se traduce en jornales y dinero para trabajo al fin y al cabo. Esta dinámica corre peligro de perpetuarse en el tiempo si el mensaje que se continúa mandando es que quemar el monte supone trabajar todo el año.

Estas son solo algunas reflexiones que desprenden desde la perspectiva de aquellos que habitan las zonas de la Alta Extremadura. O se pone fin a la mala gestión forestal o uno de los pulmones de España y de Europa, Extremadura, corre peligro de perder grandes áreas forestales en el futuro impidiendo la consolidación de la región como pulmón europeo, apuesta medioambiental que plantea hacer de Extremadura un lugar en el que se establezca un punto verde que ayude a frenar el cambio climático y apoye además a zonas industriales españolas en su desarrollo mediante la absorción de cotas de CO2.