La literatura en la Roma Imperial

21/08/15, 16:51

Bien que, desde el punto de vista histórico, el Imperio romano se extienda desde el reinado de Octavio Augusto hasta la conquista de Roma por los bárbaros, acostumbra denominarse imperial a la literatura cultivada hasta el siglo n. También recibe en ocasiones el nombre de «augustal», pues floreció durante la soberanía de Augusto.

Publio Virgilio Marón (71-19 a. de J.C.) es el más excelso de los poetas épicos latinos. A pesar de su origen campesino, adquiere sólida cultura. De las conservadas, su obra más antigua se titula Bucólica (Bucólicas), escrita entre 40 y 37. La componen diez églogas con personajes reales disimulados con el aspecto de pastores, procedimiento muy imitado en épocas posteriores. Escribe las Geórgica (Geórgicas, 28), en cuatro libros, sobre el cultivo de los campos y de los árboles, y la cría de los animales y de las abejas, con frecuentes digresiones históricas y mitológicas. Su obra maestra es la Aeneis(Eneida), epopeya escrita a partir del año 29 a. de J. C. y truncada por la muerte del poeta.

Virgilio quiere crear una obra grandiosa para gloria de Roma y pretende hacer descender a los romanos de los antiguos troyanos, por lo que imagina las aventuras de Eneas, fugitivo de Troya, por el Mediterráneo, y su asentamiento en el Lacio. El poema se divide en doce cantos y se inspira tanto en la Iliada como en la Odisea. Características de la Eneida son el tono elevado y erudito, y la humanidad, frente a la importancia que la mitología tiene en la épica de Homero. Domina la Eneida un intenso sentimiento patriótico.

publio virgilio

 

Otro eran poeta latino es Quinto Horacio Flaco (65-8 a. de J. C.). Su primera obra es un conjunto de poemas, que denominó «yambos», en un Epodon líber (Libro de epodos) escrito entre 42 y 31 a. de J. C. En él, con tono enfático en ocasiones, canta los más diversos temas. El más conocido empieza con las palabras Beatus Ule y versa sobre los placeres de la vida en t de la producción de Horacio consiste en los Carmina (Odas), dados a conocer en el

año 23 (tres primeros tomos) y el 17 (cuarto). Incluyen composiciones de métrica y temas diversos, en ocasiones insignificantes, pero a los que Horacio da altos valores poéticos. Hacia el final de su vida escribe las Epistolae (Epístolas), veintitrés en total, en estilo familiar e íntimo. La más famosa es la Epístola ad Pisones (Epístola a los Pisones), conocida por Arte poética por indicar en ella el poeta sus ideas acerca de la literatura y de la función del escritor. También se le deben dos libros de Satyrae (Sátiras).

La elegía, de origen griego, se aclimata perfectamente en Roma y es muy cultivada durante el siglo i antes de Jesucristo. Los poetas que descuellan en el género son Tibulo y Propercio.

Albio Tibulo (547-19 a. de J.C.), de rica familia y agitada vida, expresa sus vivencias personales, tergiversadas en ocasiones, en dos libros de elegías, que titula Delia y Nemesis, nombres de las mujeres a las que estaban dedicados. Sus elegías, algunas de tema rústico, se distinguen por su gracia y elegancia.

Más vehemente e impetuoso se muestra Sexto Aurelio Propercio (507-15 a. de J.C.) en sus cuatro libros de elegías, compuestos desde el año 27 hasta el 16, y dedicados a su amada. Es más artificioso, pero mucho más expresivo, que Tibulo.

El gran poeta del amor se llama Publio Ovidio Nasón (43 a. de J. C.-l 8 d. de J. C.). Fruto de su juventud, los Amores, libro de elegías, contienen expresiones libres y, en ocasiones, llenas de torpezas. De mayor belleza e ingenio son las Heroidum epistolae (Heroidas), conjunto de supuestas cartas de enamorados mitológicos, llenas de finura y sutileza. Se consideran obras teóricas sobre el amor los tres libros del Ars amandi (Arte de amar), en los que los grandes valores literarios palian la obscenidad y el mal gusto que asoman de trecho en trecho. Algo parecido ocurre con Remedia amoris (Remedios del amor). Su creación maestra se denomina Metamorphoseis (Metamorfosis), amplio poema en el que describe leyendas mitológicas de la más diversa especie, en las que ocurre una transformación (metamorfosis). Menor valor literario tienen las obras que escribe durante su exilio en el Mar Negro: Tristia (Tristes) y Epistolae ex Ponto (Epístolas del Ponto o Pónticas). La importancia de Ovidio en la historia literaria es enorme, porque sus producciones ofrecen un inagotable caudal en el que beben cuantos escritores posteriores, especialmente en la Edad Media, trataron del amor.

 

Virgilio

 

La contraste con la pujanza de la poesía, la prosa atraviesa un período de decadencia. En la mayoría de los casos la que se emplea responde a una técnica aprendida en la retórica, disciplina muy difundida en esta época.

De enciclopédica cabe calificar la ingente obra de Marco Terencio Varrón (116-27 a. de J. C.), pues abarca infinidad de temas: lengua, literatura, mitología, historia, geografía, agricultura, etc. La mayor parte de ellas, que consultan todos los autores latinos posteriores, no han llegado hasta nosotros. De entre las conservadas, pueden citarse seis de los veinticinco libros que componían De lingua latina (De la lengua latina), y los tres de Rerum rusticarían libri III (Agricultura).

Si los historiadores anteriores se han ocupado preferentemente de hechos concretos. Tito Livio (59 a. de J. C.-l 7 d. de J. C.) emprende una monumental Ab Urbe condita (Desde la fundación de Roma), en 142 libros, compuestos a partir de 25 a. de J.C., de los que sólo se tienen treinta y cinco. Por estar agrupados de diez en diez, se suele darles el nombre de Décadas. En esta historia de alientos épicos, el autor pretende describir al público de su tiempo la gloria y la grandeza pasadas de Roma, para que sirvan de estímulo a tiempos venideros.

En la retórica sobresale Marco Anneo Séneca (55? a. de J.C.-39? d. de J.C.), nacido en Córdoba, el cual muestra los procedimientos para el aprendizaje de dicho arte. Se le denomina «el Retórico» con objeto de diferenciarlo de su hijo, Lucio Anneo Séneca (4? a. de J.C.-65 d. de J.C.), llamado «el Filó

sofo». Es preceptor de Nerón y, más tarde, uno de los personajes más influyentes del Imperio. Acusado de conspirar contra el emperador, ha de cortarse las venas por orden de éste. Imbuido del estoicismo, su filosofía, básicamente moral, recibe el nombre de «senequismo». De su amplia producción pueden entresacarse el diálogo moral De tranquillitate animi (Sobre la tranquilidad del alma), compuesto, como otros diálogos, entre 54 y 58, y las Epistolae morales ad Lucilium (Epístolas morales a Lucilio), escritas hacia el final de su vida. Su pensamiento se expresa en frases cortas y sugestivas, apropiadas para la persuasión. Por otro lado, Séneca es el primer trágico latino. En sus obras tienen mayor importancia las ideas que la intriga, y la acción es lenta e interrumpida, como en Medea, Hippolytus (Hipólito), Hercules fu- rens (Hércules furioso) o Phoenissae (Las fenicias).

Contemporáneo de Séneca es Cayo Petronio, obligado como él a suicidarse en el año 65. Se le atribuye la novela Satyricon (Satiricón), de la que se conservan algunos fragmentos, el principal de los cuales contiene el episodio del banquete de Trimalción. Ofrece un cuadro lleno de color de las costumbres de su tiempo, no sin ciertas caricaturas y exageraciones.

El más importante retórico latino, Marco Fabio Quintiliano (¿31-95?) nace en la actual Calahorra (España). Subvencionado por el Estado, establece en Roma una escuela de retórica. El fruto de sus estudios se concreta en De institutione oratoria (Institución oratoria), completo manual para la educación de la juventud.

 

Marco Anneo Seneca

 

Cayo Plinio (23-79), llamado «el Viejo», es uno de los primeros naturalistas romanos. Ocupa algunos cargos imperiales y muere durante la erupción del Vesubio, que ha ido a investigar. Su Naturae historiarum libri XXXVII (Historia natural, 77), en treinta y siete volúmenes, incluye no sólo un completo inventario de todo lo existente en la naturaleza, sino también de las obras de arte, medicina, etc. Se distingue asimismo como historiador.

De la rica obra del sobrino del anterior, Cayo Plinio Cecilio (62-113), llamado «el Joven», no se conserva más que un panegírico escrito con motivo de la muerte de Trajano (100) y las Epistolae (Cartas).

El mejor prosista del período es Publio Cornelio Tácito (54-119). Historiador lúcido y,, en ocasiones, violento, en sus Anuales (Anales, 115-117), que recogen la historia de Roma desde Augusto hasta Nerón, critica con ferocidad a los Césares estudiados, para mayor honra de Trajano, emperador reinante. Otras obras suyas se titulan Vita Agricolae (Vida de Agrícola, 98), panegírico de su suegro, general de Domiciano, y Germania (98 ?), sobre las costumbres de los germanos. Su estilo, aunque artificioso, resulta convincente.

Sobrino de Séneca el Filósofo, Marco Anneo Luca-no (39-65) nace en Córdoba, es amigo de Nerón y, enemistado con él y complicado en una conjura, ha de suicidarse. Su obra maestra es Bellum civile (Guerra civil), conocida también por Pharsalia (Farsalia), poema épico en torno a la guerra de César contra el Senado, centrada en la batalla de Farsalia, que supuso la derrota de Pompeyo. El poema, inconcluso seguramente por la muerte del autor, tiene un fondo de filosofía estoica.

La escasa obra conservada de Aulo Persio Flaco (34-62), seis sátiras en total, muestra un autor apasionado y sentimental, oscuro en ocasiones, que en tono ampuloso expresa los sentimientos y pasiones de su carácter intransigente.

El poema épico, después de Lucano, es cultivado por varios escritores. Pueden citarse el Púnica (Guerras púnicas, 90), en diecisiete libros, de Silio Itálico (25?-101), que debe no poco a Virgilio, y, sobre todo, la Thebais (Tebaida) de Publio Papinio Estacio (45?-96), erudito y de estilo afectado.

A finales del siglo i, los poetas más interesantes son Marcial y Juvenal. Marco Valerio Marcial (¿42-102?), nacido en Bílbilis (actual Calatayud), escribe quince libros de epigramas, en los que pinta la sociedad romana de su tiempo de manera realista, brutal en ocasiones, aunque siempre con gracia y donaire.

Más acre resulta Décimo Junio Juvenal (¿60-140?), autor de un libro de Satyrae (Sátiras), en las que ataca con saña los más diversos aspectos de la vida romana, pero en tono ampuloso y declamatorio.

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