¿Incentivos?

Hoy en día, en Economía no se para de hablar de incentivos. Pero, normalmente se habla de una manera muy restringida sobre ellos: un incentivo es una cantidad de dinero adicional que motiva a una persona a desarrollar una cierta conducta. A veces, se afina un poquito más: se da a la persona “algo” que quiere (o que no quiere) y se consigue que haga algo (o que no lo haga).

Esta forma tan simple de tratar los incentivos (y desincentivos) llena las explicaciones económicas y, lo que es más importante, las recomendaciones sobre lo que se debe hacer para resolver o afrontar problemas económicos o sociales. El problema (como hemos visto en la asignatura Economía Laboral cuando hemos estudiado los sistemas de remuneración) es que los incentivos son como “la Fuerza”: tienen un lado oscuro… Es decir, pueden tener impactos fortísimos a partir de ciertos umbrales críticos o no funcionar del modo simple descrito arriba o sencillamente no afectar al comportamiento en absoluto.

Para ilustrar la cuestión de la complejidad de los incentivos, creo que es recomendable el siguiente vídeo:

Para el lector que haya llegado hasta el fin del vídeo le propongo una reflexión sobre las siguientes cuestiones: ¿usted cree que los servicios de inteligencia convencen a los candidatos a espia simplemente dándoles incentivos monetarios? ¿No sería más correcto seleccionar candidatos a espia para los cuales la motivación monetaria no funcionase en absoluto? Es decir, en lugar de pensar en los incentivos correctos para conseguir determinados comportamientos, ¿no será que hay que seleccionar personas con determinadas preferencias?