Es típico ver en algunos mercados orientales a un hombre que toca una flauta, logrando que una cobra salga de una cesta y se mueva como si estuviera
bailando. En realidad, el encantador de serpientes no está hipnotizando al reptil. Una de las características de las serpientes es que son completamente sordas a los sonidos transmitidos por el aire, por lo que no es cierto que se calman con la música de la flauta, sino por el movimiento que confiere el encantador al instrumento.
Lo que hace el músico para hacernos creer que la cobra baila es mover con lentitud de un lado a otro la flauta. De este modo, la serpiente sigue ese movimiento con la cabeza, aparentemente hipnotizada. En realidad, es así cómo mejor observa el recorrido realizado por el objeto que puede ser potencialmente peligroso para ella.
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