La moda será sostenible, o no será

28/03/19, 18:13

Hace unos días el equipo de Medio ambiente y Consumo responsable de la Clínica visitamos Porsiete, una cooperativa de economía social que nos impactó a todos. Hoy Alicia Pérez y Andrea Pons, han escrito a propósito de esta visita, este interesante post. ¡Qué suerte teneros con nosotros! Muchas gracias.

Hambre y desperdicios: un fallo logístico

27/03/19, 20:44

En este enlace os podéis descargar el post que ha elaborado Andrea Pons, alumna de la Línea de Medio ambiente y Consumo responsable, del Grado en Derecho y que no tiene desperdicio. ¡Muchas gracias, Andrea!

De la extimidad al derecho al olvido

19/03/19, 18:30

“Veo, soy visto, luego existo” es la nueva regla que ha sustituido a la máxima cartesiana en la sociedad actual, tal y como indica el sociólogo J. Birman. La intimidad se ha reducido en gran medida para dar paso a su contraria, la extimidad, que hace referencia a las fotos, opiniones y vídeos que el individuo decide publicar en una red social de manera abierta. Es decir, partes de esa propia intimidad que se ponen a disposición de un tercero para ser validadas.

A ello hay que unirle el desconocimiento generalizado sobre qué sucede con esos datos. Una vez éstos acceden a la red, se pierde el control sobre ellos. De esta manera, se crea una identidad digital que revela información personal ligada a características definitorias del individuo, y que quizás, preferiría no compartir más allá de un círculo cercano de allegados. Así, por ejemplo, Facebook, a través de los más de 57 patrones de datos personales que utiliza (Facebook´s Data Pool, 2012), puede definir con exactitud un rango de características personales realmente sensibles, incluidas la edad, el género, la orientación sexual, las perspectivas políticas y religiosas o el uso de sustancias adictivas.

Esta necesidad de visibilidad afecta en especial a los adolescentes, nativos digitales, y cuya necesidad de aprobación por los demás es considerablemente superior a la de los adultos. Existe una dependencia excesiva entre esta parte de la población, lo que se refleja en fenómenos como el “oversharing”. Probablemente, tú también conozcas a alguien que no para de publicar en la red todo lo que le sucede. Además de problemas de seguridad, estos comportamientos pueden tener efectos perjudiciales para su futuro laboral.
Esta maraña de datos y la falta de control en la red han dado lugar a un nuevo término muy ilustrador: el “botellón digital” (DEL BARRIO FERNÁNDEZ, A. y RUIZ FERNÁNDEZ I., “Los adolescentes y el uso de las redes sociales”, INFAD Revista de Psicología, 2014, pp 571-576 URL: http://www.infad.eu/RevistaINFAD/OJS/index.php/IJODAEP/article/view/537), acuñado por el pediatra y neurólogo Paulino Castells.

De esta manera, acostumbrándonos a que nuestra intimidad esté en constante vigilancia, acabamos por arrogarnos la posibilidad de vigilar a los demás. Este argumento podría estar detrás de la siguiente estadística: el 42,6 % de las chicas entre 16 y 17 años han sufrido violencia de control según el Consejo General de la Abogacía España (Macro encuesta de violencia contra la mujer 2015. P.55 http://www.violenciagenero.igualdad.mpr.gob.es/violenciaEnCifras/estudios/colecciones/pdf/Libro_22_Macroencuesta2015.pdf).

Los jóvenes perciben que el no estar en Internet es “no existir”, y esto provoca un déficit en sus relaciones personales en “la vida real”. Un estudio realizado en el año 2014 a un total de 2371 alumnos de la ESO y 1º de Bachillerato en la Comunidad Autónoma de Cantabria (DEL BARRIO FERNÁNDEZ, A. y RUIZ FERNÁNDEZ I., “Los adolescentes y el uso de las redes sociales”, INFAD Revista de Psicología, 2014, pp 571-576 URL: http://www.infad.eu/RevistaINFAD/OJS/index.php/IJODAEP/article/view/537), muestra cómo el 96% del total utilizan las redes sociales para permanecer en contacto con sus amigos. Además, casi el 19% alguna vez ha utilizado las redes sociales como herramienta para difamar o molestar a algún compañero o amigo, y el 22% afirman que conocen a compañeros que han sufrido este tipo de difamaciones.
Esa cantidad de datos que se vuelcan en la red pueden llegar a ser utilizados incluso por las organizaciones políticas. A la espera de lo que diga el Tribunal Constitucional, se ha incluido un artículo en la Ley Orgánica de Protección de Datos que permite elaborar perfiles ideológicos con el objetivo de enviar propaganda electoral a partir de un “targeting” político.
A raíz de todos estos comportamientos, surgen otros interrogantes: ¿Podemos pedir que borren esos datos? ¿Tenemos derecho a configurar nuestra identidad digital? Los límites de la memoria humana contrastan con la memoria ilimitada de Internet y, por ello, desde el Derecho se han intentado ofrecer algunas soluciones, la más eficaz el derecho al olvido, es decir, la facultad del ciudadano para poder borrar aquellos datos publicados en la red (por él mismo o por un tercero) que puedan afectar a su identidad personal y que se consideren irrelevantes, inadecuados o excesivos, siendo de reciente publicación o antiguos. Este derecho nace directamente de la sentencia del TJUE en el asunto C‑131/12: Google Spain, S.L. y Google Inc. / Agencia Española de Protección de Datos, con base en la Directiva 95/46/CE referida a la protección de datos personales. Posteriormente, aparece con el nombre de derecho de supresión en el artículo 17 del Reglamento General de Protección de Datos y en el artículo 15 de la Ley Orgánica de Protección de Datos personales y garantía de los derechos digitales.
Tal y como señala el considerando 65 de dicho Reglamento, los ciudadanos deben tener la posibilidad de ejercitar este derecho si los datos ya no son necesarios para los fines con que fueron recogidos, si se retira el consentimiento, o si hay oposición al tratamiento de esa información.
Además, en esta normativa, también se regulan el derecho de rectificación y el derecho de suspensión. El primero sirve para impugnar información sobre nosotros en Internet para lograr una modificación y el segundo para que, hasta que este asunto se resuelva, se limite el uso y publicación de esos datos.
Como podemos ver, el Derecho ha articulado algunas soluciones para afrontar este problema, pero que actúan ex post, y como dice el viejo refrán: “más vale prevenir que curar”. Por ello, antes que nada, es necesario educar en el buen uso de las nuevas tecnologías.
No exageramos al decir que vivimos en la época de la cuarta revolución, conocida como revolución tecnológica. Las sociedades actuales serán juzgadas en un futuro por la forma en la que se enfrentaron a este tipo de desafíos digitales.
De nosotros, entonces, depende el veredicto.

Vanessa Prieto Alonso & Jonathan Pérez Fernández
Alumnos de la Línea Menores y uso de Internet de la Clínica Jurídica de Acción Social
Grado en Derecho

BIBLIOGRAFÍA

1. TISSERON SERGE, «Intimité et extimité», Communications, 2011/1 (n° 88), p. 83-91. DOI: 10.3917/commu.088.0083. URL : https://www.cairn.info/revue-communications-2011-1-page-83.html

2. PLATERO ALCÓN, A., “El derecho al olvido en internet. El fenómeno de los motores de búsqueda”. Opinión Jurídica, 2015, Vol.15, Nº 29, pp. 243-260. URL: http://www.scielo.org.co/scielo.php?pid=S1692-25302016000100013&script=sci_abstract&tlng=en

3. VILLENA SALDAÑA, D., “Derecho al olvido en Internet: Google y la doctrina europea”. Ulima, 2015, p. 267. URL: http://revistas.ulima.edu.pe/index.php/contratexto/article/view/421/402

4. DEL BARRIO FERNÁNDEZ, A. y RUIZ FERNÁNDEZ I., “Los adolescentes y el uso de las redes sociales”, INFAD Revista de Psicología, 2014, pp 571-576 URL: http://www.infad.eu/RevistaINFAD/OJS/index.php/IJODAEP/article/view/537

El Centro de tratamiento de residuos de Salamanca: una responsabilidad de todos

12/03/19, 15:22

El pasado 18 de febrero, los alumnos de la Clínica Jurídica de Acción Social en la línea de medio ambiente y consumo responsable, visitamos el Centro de Tratamiento de Residuos de Salamanca (CTR,) situado en el municipio de Gomecello e inaugurado en el año 2008. Allí pudimos conocer la funcionalidad de este tipo de centros y la forma en la que se trabaja dentro de los mismos, además de concienciarnos del gran impacto que tiene nuestra conducta, como consumidores, sobre nuestro entorno. Primeramente pasaremos a realizar una breve explicación acerca de que es un CTR y cómo funciona, para posteriormente hacer una valoración personal sobre la visita y las cuestiones que nos surgieron a partir de la misma.

¿Qué es?

El Centro de Tratamiento de Residuos de Salamanca (CTR) es uno de los cuatro[1] centros que conforman el sistema de gestión de residuos de  toda la provincia. A partir de este, se llevan a cabo los procesos de clasificación y separación de residuos urbanos y la biometanización de materia orgánica, que permite la transformación de ésta en biogás. La construcción de estos centros ha permitido el sellado de antiguos vertederos y la recuperación de los mismos como zonas de esparcimiento. La actuación de estos centros se enmarca dentro de la Estrategia Regional de Residuos Urbanos de Castilla y León.

¿Cómo funciona?

Los residuos que se procesan proceden de las bolsas de restos, que tras un proceso inicial de cribado de la materia orgánica, se envía a la planta de compostaje donde se transforma en compost. El resto de materia se somete a una separación mecánica y manual que permite la recuperación de la materia reciclable que se valoriza, con el objetivo de aprovechar el calor desprendido por la combustión y transformarlo en materia eléctrica.

A grandes rasgos, a actividad de un CTR se divide en las siguientes fases:

  • Recepción y descarga de residuos: tras la llegada de los camiones de residuos y su pesaje en la báscula, se indica al conductor el foso en el que estos deben de verter el contenido.
  • Pretratamiento: en esta fase se divide la actividad en dos líneas de selección: una manual (un grupo de 15 trabajadores separan manualmente los residuos según su composición) y otra electromecánica, donde se separan los residuos de forma correcta para su posterior tratamiento. La línea electromecánica consiste en un sistema integrado por diversa maquinaria que separa los residuos por procesos que dependen del material o la forma de los mismos.
  • Biometanización: Los residuos se someten a un proceso de biometaniación, donde se consigue la valorización de gran parte de la materia. Para ello, hacen falta dos procesos de pretratamiento de la materia diferentes: pre tratamiento húmedo y seco.
  • Compostaje: una parte de la materia orgánica que se ha obtenido de los procesos de pretratamiento en seco se lleva a la nave de túneles de compostaje, donde se procederá a su estabilización.
  • Instalaciones auxiliares: A parte de las instalaciones base, existen otras instalaciones auxiliares como son: tratamiento de efluentes líquidos (“tratamiento de lixiviados y baldeos”), sistema de desodorización, sistema de detección y extinción de incendios o la instalación de control.

 ¿A qué conclusiones llegamos tras la visita al CTR?

La principal conclusión que extrajimos es que no existe en Salamanca una concienciación suficiente en el tema del reciclaje, especialmente en lo referente a la separación inicial de los residuos. Gran parte de los ciudadanos desechamos en los contenedores orgánicos toda clase de materia sin considerar su composición, e ignorando la existencia de contenedores específicos para este tipo de residuos. Un mal reciclaje de la materia orgánica e inorgánica supone una mayor carga de trabajo para estos centros, además de un ralentización considerable del proceso de reciclaje. Por lo que se hace necesaria la contratación de trabajadores que separen, de forma manual, todos aquellos residuos que se podrían haber separado en nuestras casas de forma previa.

La gravedad de la situación no sólo se refiere, sin embargo, a la mala clasificación de los residuos que hacen los ciudadanos de Salamanca en origen, sino además en el gran volumen de residuos que se generan a diario, de forma que se genera una cantidad de residuos mayor de la que somos capaces de abordar. Este problema no es algo lejano al que se deba restarse importancia, debemos tomar medidas que permitan mejorar esta situación de forma inminente. Prueba de toda esta problemática está en los datos sobre la “vida útil” del Centro de Tratamiento de Residuos de Salamanca, que estaba previsto que sirviese para contener basuras durante 20 años, pero se ha visto reducido en 6 años debido al gran volumen de residuos que se maneja.

Por lo tanto, es necesaria una asunción de responsabilidad por parte de todos nosotros para mejorar esta situación y reducir el impacto ambiental que estamos provocando en la actualidad. Porque esto no es un problema de otros, es un problema de todos.

Patricia Rodríguez Rubio & Aitana Mateos Muñoz

Alumnas de la Línea de Medio ambiente y consumo responsable de la Clínica Jurídica de Acción Social

Grado en Derecho / Grado en Criminología


[1] Junto con las instalaciones de la Planta de Clasificación de Envases de Villamayor, las Plantas de Transferencias de las diferentes áreas de gestión y la red de Puntos Limpios.

 

La bandera como campo de batalla

4/03/19, 16:18

En la actualidad, a pesar de lo lejano que puedan sonar las épocas de la II República, la Guerra Civil y la Dictadura de Franco, el bando de los ‘vencedores’ y, en consecuencia, el de los ‘vencidos’, sigue existiendo. Es por ello que surge una disyuntiva entre lo que es ser nacional o no y sobre qué símbolos representan de manera más viva ese sentimiento. Todo gira en torno a una serie de conceptos que se han visto distorsionados con el paso del tiempo y lo único que finalmente representan es el distanciamiento en la sociedad española.  

Para un conocimiento más exhaustivo sobre la materia, hay que identificar de dónde viene la bandera ‘rojigualda’ y por qué al parecer representa más a unos que a otros. La bandera española como tal se creó por motivos navales allá en 1785 bajo el reinado de Carlos III, ya que en muchas ocasiones había confusiones con los países vecinos en cuanto a que no podían distinguir entre banderas de países aliados o enemigos.

Más tarde, la bandera se popularizó y se fue extendiendo a lo largo del territorio y al Ejército de Tierra también, por lo que en 1843 la reina Isabel II la oficializó. Desde entonces se ha mantenido de esta manera, a excepción de la II República, donde cambió de color la franja de debajo de rojo a morado, en honor a los comuneros que se enfrentaron a Carlos I (Press).

Es en este momento donde comienzan las disputas sobre qué bandera es en favor de la monarquía y cuál en favor de la República, cuando realmente se ha mantenido el escudo que estableció la República añadiendo la corona simbolizando los borbones.

Finalmente, la Constitución española de 1978, aprobada por la mayoría de los españoles en su momento, en su artículo 4 estableció que la bandera sería bicolor con tres franjas horizontales y más tarde, se aprobaría el escudo (‘Historia y evolución de la bandera de España¨). `

Este sencillo repaso histórico ha sido en muchos casos ignorado y en tantos otros tergiversado hasta el punto de que se ha llegado a afirmar que el color morado de la bandera durante la II República surgió a causa de que ésta se había desteñido en un museo. Probablemente, un punto de inflexión importante se encuentre en las etapas de la Guerra Civil y la posterior dictadura, donde, paradójicamente, el bando que se había sublevado contra el gobierno de la bandera tricolor decidió autodenominarse ‘bando nacional’. Este hecho, unido al discurso nacionalista sustentado en la estética y el uso de los símbolos que el bando del levantamiento realizó tras su victoria – en un intento de ocultar todo resto del periodo de la anterior República-, dio lugar a una situación de apropiación simbólica que aún pagamos hoy en día.

Para ver las consecuencias sólo tenemos que mirar a una de las últimas campañas del Partido Popular, probablemente la más vistosa y secundada de las que ha hecho la actual formación, ‘España en tu balcón’. Puede parecer algo anecdótico, pero no lo es en absoluto. Si miramos el contexto, esta campaña aparece en el marco de la irrupción de un partido de extrema derecha en el panorama español. Ambas formaciones, con el apoyo tímido de Ciudadanos, han entrado en un juego que, electoralmente, sale muy rentable: intentar decir más alto que el anterior que ‘’España es una gran nación y los españoles muy españoles y mucho españoles’’, como – mejor que ninguno- aclaró el anterior líder de la formación Popular, M. Rajoy.

Pero el error actual no se encuentra sólo – aunque sí mayoritariamente- en esta derecha, ‘cavernícola’ o ‘nostálgica’ (que cada uno decida que adjetivo le encaja mejor), sino también en una izquierda que sigue haciendo cesiones 40 años después. Nos han colocado en una situación en la que es difícil ver en el horizonte de un discurso de las formaciones de izquierda, como por ejemplo Podemos, la palabra ‘España’. Secundando así los significados construidos en torno a unos símbolos que deberían representar a todos de la forma más incluyente posible.

Por tanto, en una sociedad plural y heterogénea como es la española, estaría realmente bien que se dejase de aludir constantemente a las diferencias con el otro, a las identidades colectivas excluyentes, a qué es ser un ‘buen español’ o qué no. En definitiva, a ver quién tiene la bandera más grande.

 

Lucía Avello Fernández & Cristina Echániz Macarulla

Alumnas de la Línea de Memoria histórica de la Clínica Jurídica de Acción Social

Grado de Criminología

 

Bibliografía 

Historia y evolución de la bandera de España – Sociedad Española de Vexilología. (n.d.). Retrieved 28 February 2019, from http://vexilologia.org/banderas-espanolas/historia-bandera/ 

Press, E. (n.d.). ¿Cuál es la historia de la bandera de España? Retrieved from https://www.europapress.es/nacional/noticia-cual-historia-bandera-espana-20150528144614.html