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Universidad de Salamanca
Blog de Ana Fraile
Facultad de Ciencias
 

30ª lección: debate como método de aprendizaje

Hoy hemos probado otra metodología diferente que puede servir como recurso de información: los debates.

Para ello nos hemos divido en grupos, dentro de cada grupo hemos adoptado distintos roles en función de cada uno de los tres temas a preparar. Después la profesora ha elegido de forma aleatoria el rol que se debía representar según el tema y de forma natural el grupo ha seleccionado quién debía salir. Esta etapa es la de preparación del debate, lo cual es positivo porque se ha realizado durante la primera hora de clase facilitando así el acceso a internet,un aula común para todos en la que nos podíamos comunicar con nuestros compañeros. Este es un aspecto a tener en cuenta, un aspecto mu positivo ya que quizá merece la pena invertir una hora con los alumnos en un aula de informática para que trabajen en grupo pero que todos realicen el trabajo a la par y se les de la oportunidad de reunirse sin que resulte un quebradero de cabeza para los padres.

Dentro de los debates, la etapa de intervención, había un moderador que introducía el tema durante 59s, presentaba a las partes y daba la palabra. También debía encargarse de controlar el tiempo para avisar a los ponentes de que habían llegado a su límite. Así comenzaban una intervención a favor y otra en contra hasta un total de 3 intervenciones por grupo. Tras lo cual el moderador/a resumía los puntos fuertes de cada una de las argumentaciones que había escuchado a modo de conclusión.

debate 1

Hacer debates estructurados es algo útil y me parece fructífero, sin embargo la limitación de tiempo y de intervenciones puede hacer que al principio resulte un poco “encorsetado”. La verdad es que creo que todo es hacerse con la técnica: la primera vez los alumnos estarán más perdidos y les costará adaptarse más a este modelo de intervención, pero igual que se hace en los grupos de debate, se puede lograr que los alumnos se habitúen a este tipo de protocolo.

 

Otro de los aspectos positivos es que cada grupo investigaba las dos posturas de cada tema. Por un lado es bueno dado que ayuda a los alumnos a ponerse en el lugar del otro, salir de su zona de confort y pensar como puede hacerlo alguien diferente a ellos; ciertamente, no resulta tan sencillo defender una idea que no es la propia por lo cual se tienen que buscar muchas razones para poder argumentar de manera coherente de forma que al final se tiene una opinión contraria bien fundamentada y tan potente como la propia (otro tema es que se pueda llegar a defender con el mismo ardor que una idea propia). Por otro lado, la gracia que aporta defender ambas posturas es dar a cada miembro del equipo una visión completa sobre el tema a tratar lo cual llevará a que el conocimiento sea mucho más profundo que cuando se defiende a ciegas una opinión. Durante el proceso incluso pueden llegar a experimentar conflictos cognitivos de diversa índole, procesos que están muy recomendados para que los estudiantes logren aprender de forma constructivista: por ejemplo, puedo pensar que las industrias no causan efectos contaminantes porque en realidad no hay tantas como personas, que lo más dañino son los coches y sin embargo, al ir buscando datos para sustentar la teoría, podrá ir dándose cuenta de los huecos mentales que tiene, de lo que no sabe y debe buscar, de si la idea previa era errónea o no, o si estaba sustentada por algún tipo de noticia que ofrezca una visión parcial o sesgada del fenómeno global.

A su vez, permiten trabajar una serie de competencias, sí, esas escurridizas que según la ley deben ser tratadas de forma transversal en todas las asignaturas y forman parte vital de la enseñanza (o lo que se debería entender por enseñanza) dado que permiten la adquisición de estrategias para la aplicación de conocimientos, no sólo aprenderlos.

  1. Competencia cívica y social: el trabajo en grupo desde la adolescencia moldeará sus hábitos de trabajo saludablemente y prepara a las personas para que en el futuro logren desempeñarse junto con el resto de compañeros, algo vital teniendo en cuenta que muchos trabajos se desarrollan en grupos o equipos; se le añade la necesidad de aprender a dialogar, ceder y comportarse, por no hablar de que les enseña a pensar.
  2. Competencia de aprender a aprender: me remito dos párrafos más arriba donde hablo de la posibilidad de que el alumno se percate de sus propios huecos mentales, entre en conflicto con la teoría que tenía en mente y tenga que cambiarla para adaptar su conocimiento a la realidad.
  3. Competencia de liderazgo y emprendimiento: gracias al trabajo en grupo pueden aflorar las capacidades organizativas y creativas, habrá quien despliegue sus dotes de mando y quien sea capaz de estructurar según el tema y el contexto. De la misma manera, pueden expresarse las diferentes cualidades de los alumnos permitiendo que cada cual aporte lo mejor de sí mismo.
  4. Competencia lingüística: al recoger la información sobre un documento para que los compañeros la lean y después la reproduzcan fuerza a que se escriban las ideas correcta y coherentemente, cuidando el léxico y la precisión de las expresiones. Igualmente favorece el desarrollo de la capacidad de comunicación oral, en unos presentes de manera más innata que en otros, pero que en el fondo es una habilidad que se perfecciona y pule con la práctica.

debate2

Después de todo ello nos hemos dado cuenta que el verdadero debate ha surgido después, cuando hemos tenido tiempo de compartir sin necesidad de presentar opinión a favor o en contra forzada, cuando hemos compartido opiniones desde las entrañas, eso sí, siempre con el mayor respeto a pesar de las diferencias entre personas. Esto es un punto más a favor porque propicia que después de la clase los alumnos se preocupen de informarse, comunicarse y compartir las distintas opiniones y experiencias. A pesar de ser subjetivo todo ello reporta una riqueza muy amplia y se consigue así que no sólo hablen de cosas banales, sino que les imprime cierto carácter y madurez y ¿quién sabe? a lo mejor una persona empieza por gusto en el instituto a aprender a debatir y el día de mañana termina siendo una gran oradora y comunicadora, todo un orgullo para aquella profesora que sembró esa semilla en su interior. O sin ir más lejos, esas personas, independientemente de la condición económica o social que alcancen llegan a convertirse en ciudadanos y ciudadanas críticos, interesados en la sociedad que les rodea y que son capaces de analizar y proponer soluciones que, al fin y a la postre, para eso se educa, para que las generaciones venideras sean mejores que la nuestra (al menos en unos pocos aspectos). 

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