Luis Miguel Romero realiza una crítica constructiva a las universidades

20/05/24, 19:27

Luis Miguel Romero Rodríguez, destacado profesor en la Universidad Rey Juan Carlos, emerge como una figura prominente y esencial en el ámbito de la comunicación estratégica y la cultura corporativa en Iberoamérica. Con más de un centenar de artículos publicados en revistas científicas de renombre internacional, media docena de libros sobre comunicación corporativa y digital, y varios premios que reconocen su ilustre carrera profesional, docente e investigadora, Romero ha centrado gran parte de su vida a comprender y mejorar las dinámicas internas de las instituciones educativas.

Romero Rodríguez enfatiza que la identidad y el sentido de pertenencia son fundamentales para la satisfacción laboral, la atracción de talento, la viabilidad de los planes de negocio y las relaciones comerciales y comunicativas con los distintos públicos estratégicos. Desde su perspectiva especializada en cultura corporativa y prevención de crisis organizacionales, Romero observa grandes retos en el sector de la educación superior, en particular en las universidades públicas españolas.

 

Romero

 

Universidades públicas y privadas españolas

El profesor destaca que las universidades públicas españolas enfrentan una posición difícil en comparación con sus homólogas privadas en términos de crear y mantener un sentido de pertenencia e identificación institucional. Esta problemática no se debe únicamente a factores económicos o a la falta de presupuestos para publicidad y endomarketing. De acuerdo con Romero, muchos campus públicos carecen de estrategias efectivas para conectar con su comunidad académica y, lo que es peor, no han resuelto problemas de convivencia que llevan arrastrando durante años.

Romero observa que en muchos campus públicos existen prácticas clientelares y de protección a ciertos individuos por parte de las autoridades. En lugar de promover la meritocracia y la igualdad de oportunidades, se generan sistemas jerárquicos y entornos que evidencian desde regímenes de esclavitud contra becarios, contratados pre y postdoctorales, hasta humillaciones y acoso laboral.

En este contexto, aunque las universidades se esfuercen en ejecutar actividades de integración y mantenimiento relacional, lo que subyace es una telaraña de intereses que no permite un clima laboral armonioso. Este ambiente puede degenerar en condiciones de trabajo infrahumanas. La falta de una adecuada planificación de la cultura e identidad corporativa, junto con la tendencia de las autoridades a centrarse en cuestiones superficiales, crean un caldo de cultivo para crisis recurrentes.

Luis Miguel Romero Rodríguez advierte que los campus públicos están más expuestos a crisis que sus equivalentes privados debido a la acumulación de incidentes internos no atendidos. Romero subraya que, si las universidades hicieran públicos los resultados de las encuestas de satisfacción laboral del personal docente, investigador y administrativo, más de una sería intervenida. El deterioro del clima laboral se refleja inevitablemente en la calidad del servicio educativo. Aunque la mayoría del personal cuenta con una fuerte vocación por la educación, la pasión y dedicación tienden a menguar con el tiempo debido a experiencias negativas recurrentes.

Durante la última década, Romero ha investigado la metodología del «happiness management» desde la perspectiva de la comunicación estratégica y la cultura corporativa. Esta metodología busca alinear la gestión y las metas organizacionales con la satisfacción de los objetivos personales. En su opinión, las universidades privadas logran un mayor sentido de pertenencia porque suelen resolver los conflictos de convivencia, tanto entre profesores como entre docentes y alumnos. Las diferencias en el sentido de pertenencia entre los estudiantes de universidades privadas y públicas son notables. Los estudiantes de universidades privadas suelen continuar con estudios de posgrado en sus mismas instituciones, lo cual no es frecuente en las públicas, salvo excepciones muy específicas.

Romero aclara que su observación no sugiere que las universidades privadas sean una panacea. De hecho, es común que los profesores de universidades privadas busquen acceder a las públicas por motivos de estabilidad laboral y oportunidades de ascenso. En los últimos años, se han convocado muchas plazas en universidades públicas, lo que ha obligado a las privadas a ofrecer mayores beneficios salariales y políticas activas de retención de talento.

 

Soluciones que propone Luis Miguel Romero Rodríguez

Entre las soluciones que propone Luis Miguel Romero Rodríguez, destaca la importancia del «salario emocional» para mejorar las condiciones de trabajo y el desempeño laboral. Esto incluye realizar diagnósticos integrales de clima y satisfacción laboral que identifiquen debilidades, áreas de mejora y oportunidades, así como incidentes que puedan convertirse en crisis. Las universidades deben tener protocolos efectivos para atender situaciones de acoso laboral y servicios de prevención de riesgos laborales que no sean meramente simbólicos.

Además, es esencial planificar acciones de mejoramiento relacional y clima laboral desde la comunicación, relaciones laborales, recursos humanos y psicología organizacional. Este plan debe ser consensuado con los stakeholders internos para que se apropien de las acciones y no sean percibidas como imposiciones desde la gerencia. Mantener al talento humano motivado, integrado y escuchado, previniendo situaciones de riesgo, es crucial para que las relaciones entre el personal y el alumnado sean óptimas.

Las infraestructuras y el equipamiento de las universidades son importantes, pero no significan nada si el personal no trabaja con vocación y buen ánimo. Al final del día, los profesores y administrativos son la cara visible de las universidades y lo que los estudiantes y graduados recuerdan y comparten en redes sociales, afectando la reputación de las instituciones.

Luis Miguel Romero ha dedicado su carrera a investigar y proponer soluciones para los problemas de convivencia en las universidades. Ha sido un defensor incansable de la importancia de la comunicación estratégica y la cultura corporativa en la mejora del clima laboral y la prevención de crisis organizacionales. Su trabajo ha demostrado que un ambiente de trabajo positivo no solo mejora la satisfacción laboral, sino que también influye directamente en la calidad de la educación.

Romero enfatiza que es imperativo establecer canales de comunicación abiertos y transparentes entre todos los miembros de la comunidad universitaria. La falta de diálogo y el desconocimiento de las inquietudes del personal pueden llevar a descontentos que afecten negativamente el clima organizacional. Las universidades deben esforzarse en crear espacios donde los docentes, investigadores y administrativos se sientan escuchados y valorados.

La implementación del «happiness management» no debe ser un esfuerzo aislado, sino un componente integral de la estrategia institucional. Esto implica unir la visión y misión de la universidad con las expectativas y aspiraciones individuales de su comunidad. Los líderes deben estar comprometidos en fomentar un ambiente inclusivo y colaborativo, donde las ideas y preocupaciones de todos sean consideradas.

Es fundamental reconocer que la satisfacción laboral no se limita a recompensas monetarias. El «salario emocional», que incluye aspectos como el reconocimiento, la flexibilidad laboral y oportunidades de desarrollo personal y profesional, juega un papel crucial en la motivación y retención del talento. Romero destaca que las universidades deben adoptar prácticas que valoren y destaquen los logros individuales y colectivos, promoviendo un sentido de orgullo y pertenencia.

Además, la gestión de conflictos debe ser proactiva y centrada en la prevención. Los servicios de prevención de riesgos laborales deben ser robustos y efectivos, garantizando que las políticas de acoso y discriminación sean claras y aplicadas de manera justa y equitativa. La creación de comités de bienestar y salud que incluyan representación de todas las partes interesadas puede ser una herramienta eficaz para monitorizar y mejorar el clima laboral de manera continua.

Romero también señala la importancia de la formación y el desarrollo profesional continuo. Las universidades deben ofrecer programas de capacitación que no solo mejoren las habilidades técnicas y pedagógicas de su personal, sino que también aborden aspectos de liderazgo, gestión de equipos y bienestar emocional. Estas iniciativas ayudan a construir un entorno de trabajo donde el personal se sienta preparado y apoyado para enfrentar los desafíos de su rol.

La tecnología también juega un papel esencial en la modernización de la cultura organizacional. La digitalización de procesos puede mejorar la eficiencia y reducir la carga administrativa, permitiendo que el personal se enfoque en actividades más significativas. Además, las plataformas digitales pueden facilitar la comunicación y la colaboración, eliminando barreras físicas y promoviendo una mayor cohesión entre los diferentes departamentos y unidades académicas.

En este sentido, las universidades deben ser conscientes del equilibrio entre la innovación y la tradición. Si bien es crucial adoptar nuevas tecnologías y metodologías, también es importante respetar y preservar los valores y prácticas que han sido esenciales para la identidad institucional. Romero argumenta que este equilibrio puede ser logrado a través de un enfoque inclusivo y participativo, donde todas las partes interesadas tienen voz en el proceso de cambio.

Un aspecto frecuentemente subestimado, pero de vital importancia, es la relación entre los docentes y los estudiantes. La calidad de esta interacción tiene un impacto profundo en la experiencia educativa y en la percepción de la universidad como institución. Los programas de mentoría y orientación pueden fortalecer este vínculo, ofreciendo a los estudiantes soporte no solo académico sino también personal y profesional.

Romero subraya que las universidades deben promover un entorno que fomente el respeto mutuo, la empatía y la colaboración. La implementación de actividades extracurriculares, programas de voluntariado y eventos sociales puede ayudar a construir una comunidad sólida y conectada. Estas iniciativas no solo enriquecen la experiencia universitaria, sino que también refuerzan los lazos entre los diferentes miembros de la comunidad educativa.

Además, es esencial que las universidades se comprometan con la transparencia y la rendición de cuentas. La realización de encuestas periódicas sobre satisfacción laboral y clima organizacional, cuyos resultados sean accesibles a toda la comunidad, puede ayudar a identificar áreas de mejora y a diseñar intervenciones efectivas. La transparencia en la toma de decisiones y la comunicación de los logros y desafíos institucionales son fundamentales para construir confianza y compromiso.

Romero destaca que la reputación de una universidad se construye día a día, a través de las acciones y comportamientos de todos sus miembros. Un clima laboral positivo y una cultura organizacional fuerte no solo mejoran la experiencia interna, sino que también se reflejan externamente, atrayendo a nuevos talentos y consolidando la posición de la institución en el panorama educativo.

La labor de Luis Miguel Romero Rodríguez nos recuerda que las universidades son más que centros de enseñanza; son comunidades vibrantes que dependen de la colaboración y el compromiso de todos sus miembros. La construcción de una cultura organizacional sólida y el fomento de un clima laboral positivo no son tareas fáciles, pero son fundamentales para el éxito y la sostenibilidad a largo plazo de cualquier institución académica.

Este enfoque no solo mejora la satisfacción y el bienestar del personal, sino que también tiene un impacto directo en la calidad de la educación y en la reputación institucional. El trabajo de Luis Miguel Romero Rodríguez nos ofrece una guía valiosa para enfrentar los retos actuales y futuros del sector educativo.

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