Nuestras ganas por aprehender

 

 

La primera lección que todo estudiante de universidad debe conocer es que su plaza la ocupa para lograr los objetivos de otros. ¿Cuáles son esos objetivos? ¿Quiénes los tienen? A pesar de la visión romántica de la elección de una carrera porque te gusta o porque sientes vocación la realidad es muy distinta y va más allá de las salidas profesionales (las cuales se analizan con bastante frecuencia). El objetivo es que sepas. Y que sepas lo que el profesor quiere y como lo quiere.

Las clases de la universidad, a diferencia de las clases de los institutos o lo que yo pueda considerar como clase (un gimnasio, la naturaleza…), están rígidamente diseñadas para focalizar la atención en el profesor. Él es la autoridad y él es quien sabe, quien instruye. Cuanto más grande sea una clase más evidente es que el objetivo es aprender del profesor. Y solo del profesor. La investigación particular queda, por lo tanto, sepultada por lo que dice el profesor y apartado por “lo que entra en el examen”. La palabra del alumno tendrá menor valor que la del profesor… y si no espera al examen.

Los exámenes, cuando cumplen una serie de condiciones que suelen cumplir, son inútiles e ineficaces. Lo primero es la relevancia de retener lo aprendido: se puede olvidar todo lo que se ha adquirido en un examen de un día para otro… o incluso en unas horas. Por lo que he visto en los meses que llevo en la universidad lo importante es saber qué entrará en el examen y, además, no es complicado encontrar exámenes de otros años. Así que lo importante parece ser tener la capacidad de hacer exámenes y saber qué entrará en el examen por encima de qué es lo más importante para nuestro futuro laboral o para ulteriores investigaciones.

En cuanto a la metodología esto parece una mezcla mal pensada entre el modelo finlandés y el modelo sur coreano. Por un lado, se permite investigar por cuenta propia así como asistir a conferencias, charlas, debates… Sin embargo, cuando se acerca el examen volamos hacia el modelo de horas y horas de estudio y de academia. Esto es lo que diferencia al instituto de la universidad: en el instituto con asistir a clase era suficiente mientras que aquí o te lo explican fuera (academias, vídeos de Youtube…) o con lo de clase no suele ser suficiente. Es muy triste que, siendo como parece ser un modelo educativo en el cual el alumno aprehende autónomamente con la guía de un profesor, sea: investiguen por su cuenta que luego en el examen todos tendrán que saber lo mismo. Si quieren aprobar.

Como comentaba con un compañero hace unas horas, puedes terminar la carrera de Economía sin saber casi nada. Ese casi lo inserto porque después de tanto estudio-olvido algo se nos quedará… Y si aún nos apetece seguir investigando auntónomamente aprehenderemos algo; mientras me parece que aprenderemos a pesar de ciertas trabas porque como decía Miguel de Unamuno: “La enseñanza, puramente libresca, produce como resultado inapetencia intelectual en los jóvenes. Salen estos de las aulas miopes de la mente, sin poder ver ver nada si no es a través de las antiparras de lo escrito”

 

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