La guerra de Ucrania y las consecuentes sanciones a Rusia han propiciado que no pocos analistas den por terminada la globalización. Da la impresión de que este precipitado diagnóstico parte de un concepto geográfico de globalización.
Sin embargo, la globalización también puede concebirse como un proyecto o proceso multidimensional que trasciende a la realidad internacional. Saskia Sassen* ha sido la autora que mejor ha explicado la globalización y las complejas configuraciones y roles de los territorios (Estados y ciudades). Por eso creo que la globalización podría estrecharse sin desaparecer, e incluso volver a ensancharse más adelante, sin que los Estados recuperen sus debilitadas soberanías. La globalización no es una mera suma de Estados.
A nivel internacional sucede lo mismo que en el plano estatal: las personas expertas en ciencias sociales, como politólogas y sociólogas, infraestiman los aspectos jurídicos, de la misma manera que las personas expertas en Derecho desatienden las estructuras sociales y las relaciones de poder. ¿Quienes dan por muerta a la globalización han reparado en las transformaciones jurídicas de las últimas décadas? El Derecho público global, como ningún otro fenómeno social, da cuenta de la compleja realidad de la globalización. Pensemos en los tratados bilaterales de inversiones y en la incidencia del arbitraje internacional de inversiones. ¿Acaso la guerra de Ucrania está provocando la extinción de los instrumentos que merman las capacidades estatales en favor de actores privados globales?
En un trabajo abordé cómo opera el llamado arbitraje internacional de inversiones (“Reflexiones en torno al arbitraje internacional de inversiones: hacia un cambio de paradigma”; descarga el capítulo aquí y localiza el libro colectivo aquí) y la conclusión sigue siendo válida en nuestros convulsos días: la soberanía estatal es poco más que una quimera.
*Sassen, S. (2010). Territorio, autoridad y derechos: de los ensamblajes medievales a los ensamblajes globales. Katz.
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