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Creación artística - Facultad B.B.A.A.
 

Poesía Postmoderna

       La muerte del modernismo se decreta en el soneto “La muerte del cisne” que propone sustituir a dicha ave modernista por el sereno e inteligente búho. Es decir, hay que abandonar el esteticismo superficial y contemplar la intimidad del poeta. Su autor es el mexicano Enrique González Martínez (1871-1952) y nos muestra la idea de este tipo de poesía en sus obras:
-Mañana los poetas-
Mañana los poetas cantarán en divino
verso que no logramos entornar los de hoy;
nuevas constelaciones darán otro destino
 a sus almas inquietas con un nuevo temblor.
Mañana los poetas seguirán su camino
absortos en ignota y extraña floración,
y al oír nuestro canto, con desdén repentino
echarán a los vientos nuestra vieja ilusión.
Y todo será inútil, y todo será en vano;
 será el afán de siempre y el idéntico arcano
y la misma tiniebla dentro del corazón.
Y ante la eterna sombra que surge y se retira,
 recogerán del polvo la abandonada lira
y cantarán con ella nuestra misma canción.
-La muerte del cisne, 1915-
Un tema central en los “posmodernistas” es la descripción del mundo inmediato, frente al cosmopolitanismo modernista. Los nuevos poetas se fijan en lo cercano, no en lo exótico, en lo cotidiano como símbolo de lo universal. Otros poetas posmodernistas son Baldomero Fernández Moreno, los argentinos Rafael Alberto Arrieta (1889-1967) y Arturo Capdevilla (1889-1967) o el mexicano Ramón López Velarde (1888-1921). Sin embargo, las grandes voces del intimismo sudamericano tienen nombre de mujer siendo el primero de ellos el de Alfonsina Storni (1892-1938). Esta argentina reivindicó la condición de la mujer y su poesía tiene una etapa entusiasta y otra muy pesimista. El intimismo de la uruguaya Juana de Ibarbourou (1895-1979) es más optimista, ya que sus versos son de felicidad y amor por la vida, horror por la muerte… La tercera gran poetisa es la chilena Gabriela Mistral (1898- ), premio Nobel con su poesía sencilla y delicada, con temas como la muerte, el dolor, la soledad… Mistral representa esta línea intimista alejada del modernismo y al mismo tiempo de las vanguardias que ya habían aparecido. Ella apostó por una poesía más personal y humana, lejos de las modas, como se demuestra en los siguientes versos:
-Canción amarga-
¡Ay! ¡Juguemos, hijo mío,
a la reina con el rey!
Este verde campo es tuyo.
¿De quién más podría ser?
Las oleadas de la alfalfa
para ti se han de mecer.
Este valle es todo tuyo.
¿De quién más podría ser?
Para que los disfrutemos
los pomares se hacen miel.
(¡Ay! ¡No es cierto que tiritas
como el Niño de Belén
y que el seno de tu madre
se secó de padecer!)
El cordero está espesando
el vellón que he de tejer.
Y son tuyas las majadas,
¿De quién más podrían ser?
Y la leche del establo
que en la ubre ha de correr,
y el manojo de las mieses
¿de quién más podrían ser?
(¡Ay! ¡No es cierto que tiritas
como el Niño de Belén
y que el seno de tu madre
se secó de padecer!)
¡Sí! ¡Juguemos, hijo mío,
a la reina con el rey!
Con todo ello lo que caracteriza a este tipo de poesía en general es el culturalismo, el esteticismo verbal, el irracionalismo, el hermetismo, el empleo de técnicas elípticas… algo que se aprecia de manera excepcional en el poeta Luis Alberto de cuenca, aunque ya no como una plena poesía postmoderna sino como una poesía novísima, algo que podemos ver reflejado en estos versos:
A mitad de camino,
desde la cómoda otomana
del escepticismo,
presagiaba cadenas
y ghettos arrasados
y cárceles peores que las tuyas.
Desde tu nihilismo “welfare state”,
afirmabas tinieblas doctorales
y dogmas malheridos.
En nombre de las sombras de los pueblos,
¡Basta de metafísica!
 -Poema central de “los retratos”, dedicado al marques de Sade-
             En el podemos observar una contradicción entre un neovanguardismo formal y un amargo escepticismo que da cuenta del fin de la modernidad. Este fragmento es revelador en cuanto a que la postmodernidad es un período que problematiza los discursos totalizadores procedentes de la idea de progreso basada en la idea de la Razón ilustrada. El personaje del marqués de Sade le sirve al poeta para representar la quiebra del racionalismo, un racionalismo que se ha convertido en la “sucesión de dogmas malheridos” y que ha desembocado en los totalitarismos (“presagiaba cadenas”), en el holocausto (“ghettos arrasados”) y en el fin del estado de bienestar (“Welfare state”)…

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