Cuando éramos pequeños, nos escribíamos sobre el dorso de las manos los teléfonos de los amigos, los recados, para que no se nos olvidaran. Escribíamos sobre la piel de nuestros brazos, los nombres de los más queridos, de los más deseados. Escribíamos con tinta. El tiempo, el agua y jabón, borraban las huellas, convirtiendo en manchas borrosas las obsesiones que parecieron eternas. Pero, en esos momentos, la piel, nuestra piel, se convertía en el libro de nuestras necesidades, en un diario frágil y perecedero.
“Escribimos sobre el cuerpo y el tiempo nos marca indeleblemente, haciendo de nuestra piel el pergamino en el que se resume nuestra vida. Es una escritura cargada de memoria, absolutamente simbólica y que sólo se descifra desde la primera persona, monólogos que conforman un sólo libro que es nuestra biografía. Sobre la piel escribimos incesante y repetidamente: sí, he vivido. Cada arruga, cada marca, cada cicatriz, es el resumen de un momento, de una relación, del placer y del dolor que se centran primero y especialmente sobre la pura superficie de nosotros mismos, sobre nuestra piel. Las cicatrices de un accidente quedan en la memoria, pero quedan también sobre la piel; las marcas de las operaciones; el dolor y las tensiones que se traducen en arrugas… es la vida la que va escribiendo sobre nosotros y nosotros solamente vamos interpretando el único papel de vivir” (Olivares, Rosa).
Hay muchas formas de escribir sobre la piel, estamos marcados por el tiempo, todos tenemos cicatrices de un corte quirúrgico, de un altercado, de un accidente infantil…, todos tenemos marcas sobre nuestro cuerpo, señales en nuestra memoria que marcan nuestras vidas.
El cuerpo puede, entonces, ser visto como un texto cultural. Los cuerpos hablan y son hablados, expresan características de sus portadores más allá de su voluntad. El cuerpo no deja de comunicar.
El cuerpo es el soporte material en el que se manifiesta la historia, todos tenemos marcas sobre nuestro cuerpo, señales en nuestra memoria que marcan nuestras vidas. Entendemos así al cuerpo, como el instrumento de comunicación más inmediato, que expresa identidad en términos muy concretos, expresa cosas y no precisamente por medio del habla.
Los cuerpos se constituyen como historias vivas, individuales y sociales al mismo tiempo. Decimos que el tatuaje es una forma de escritura ya que es la
marca, es el documento de identificación social de la persona. La marca social y cultural puede llevarse a cabo por medio de la escritura de lo colectivo en el propio cuerpo de los individuos. Es desde esta perspectiva que podemos interpretar al tatuaje como un sistema de inscripciones corporales que expresan significados.
Como en el anterior trabajo, continuo trabajando sobre mi misma, y en este trabajo sobre mi propio cuerpo. Trabajo sobre mi propio cuerpo a través de la fotografía. En mi cuerpo es donde se encuentra impregnada mi historia y recuerdos.
Todos los recuerdos que tengo van acompañados de otras personas, yo relaciono mis recuerdos con las personas que han vivido esos momentos con migo, por lo tanto voy a trabajar con los nombres de estas personas y plasmar mis recuerdos como si fueran tatuajes.
El escrito sobre mi piel va a conformar mi narración, mi historia, ya que todo símbolo es portador de significados y emiten mensajes que deben ser interpretados.
Voy a trabajar en la superficie de la piel pero a través de la fotografía que va a ser mi soporte ya que voy a escribir mezclando la forma de tatuar y coser. Voy a usar la aguja y el hilo, porque quiero que mis recuerdos vayan más allá de la superficie escrita, quiero que atraviese. Porque mi memoria y la gente que vive en ella va más allá de lo superficial, lo sobrepase, y por está razón quiero que la obra tenga la misma importancia, donde está la fotografía cosida con los nombres, como la parte donde se ven los nombres cosidos al revés.
Sobre mi cuerpo plasmo: gente que ha pasado por mi vida y ya no está, como pueden ser mis exparejas; seres queridos que he perdido, como mi abuelo; personas que han pasado por mis vidas en momentos determinados, y no se si algún día los volveré a ver, como antiguos profesores, compañeros de clase,… ; y la gente que está y siempre estará presente en mi vida, mi familia, mis padres, mi hermano, mis amigas y mi novio.
Me escribo en la piel, no lo que quieren recordar, porque la memoria no necesita de textos, sino para nombrar mis deseos, para repetir y releer en la soledad.
“El cuerpo marcado, pintado, tatuado, es solamente un cuerpo con historia. Con una historia que cuenta para el que la quiera leer, para el que la pueda entender.” Rosa Olivares.
Selecciono tres fotos, donde coloco los diferentes nombres de las personas que configuran mi historia
Una donde sale mi torso frontal, escribo el nombre de mi novio, y alrededor, el de mis padres, mi hermano, mis mejores amigas, mi prima, continuado por mi abuela, mis tías, mis amigas,… haciendo como un círculo de mayor a menor importancia. Estas serian las personas presentes en este momento en mi vida.
En la segunda imagen donde sale mi cabeza en primer plano, estaría el nombre de mi abuelo, porque es la persona que he perdido, hace muchos años pero tengo maravillosos recuerdos de los dos juntos. Lo sitúo en mi cabeza porque por muchos años que pasen y no tengamos más momentos juntos, se que siempre estará allí y mis recuerdos junto a él nunca se olvidaran.
La ultima foto, en escorzo donde, el primer plano es mi pie, escribo el nombre de mis exparejas, que aunque ya no formen parte de mi vida, si que lo han formado y tengo bonitos recuerdos. También pongo, la gente con la que he perdido el contacto, pero se que están allí y espero algún día poder reencontrarlos y tener nuevas experiencias.
Todos estos nombres los escribo de forma manual, con mi letra. Podría decir que la forma de escribir, la saco de la forma de tatuar, para tatuar manualmente se usa una aguja y tinta. Yo voy a usar una aguja e hilo. Simplemente porque esos nombres no se queden en una superficie, sino que vayan mas allá, que atraviesen la foto, y que la parte posterior tenga la misma importancia.
El hilo que voy ha utilizar para coser los nombres, va a ser hilo de color rojo, porque para mi el rojo tiene una gran carga de emoción y sentimiento, como ya nombré en el anterior trabajo. El rojo me transmite alegría felicidad y sobretodo enamoramiento. El Rojo es el “Color de la pasión”. Es el color del corazón, de la sangre, del amor, del calor.
Con lo que me quedo de este trabajo son dos frases de Rosa Olivares:
“Una memoria física,una historia más, que también dejará su huella sobre nuestra piel, sin eliminar todo lo anterior, sin bor
rar ninguna experiencia vivida. Igual que no podremos olvidar la muerte de los seres queridos, las desilusiones, ni los abandonos. Como tampoco podremos olvidar, y algunas marcas lo recuerdan para siempre, los momentos felices.”
“El cuerpo marcado, pintado, tatuado, es solamente un cuerpo con historia. Con una historia que cuenta para el que la quiera leer, para el que la pueda entender.”
Una frase en catalán de J.J. Armas Marcelo, pienso que resume mi trabajo:
“La memòria és la celebració d’una identitat plena de tatuatges, cicatrius i dibuixos que configuren tots ells el mapa del tresor amagat en l’illa que som mentres recordem”
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